Rotoscopio

Game of Thrones no debe tener un final feliz

¿Weiss y Benioff les serán fieles a los libros o nos espera un desenlace más predecible y digerible? Cuestiona Krauze.

A partir de hoy le dedicaré una columna a cada episodio de la última temporada de Game of Thrones. El final de la serie lo amerita. En una era de audiencias fragmentadas, cada vez será más difícil encontrar programas, películas, discos o canciones de las que tantos hablemos, o al menos que tantos hayamos visto o escuchado. Incluso para quienes no son fans, Game of Thrones vincula nuestra conversación. No creo que volvamos a tener un producto así.

Vemos Game of Thrones porque evidentemente queremos saber cómo resolverán las incógnitas que ha planteado. Abundan, por ejemplo, las quinielas en las que podemos apostar quién morirá y cómo, algo natural en una serie en la que ningún personaje está a salvo de la guadaña (o el fuego de dragón o el jabalí asesino o el envenenamiento en plena boda). Pero quizás el gran misterio es si D.B. Weiss y David Benioff, los creadores de la serie, tendrán la valentía de serle fiel al espíritu de los libros de George R.R. Martin, a los que Game of Thrones dejó de seguir cuando la narrativa de la tele rebasó los tomos publicados. En sus primeras temporadas, la serie –para frustración de muchos, yo incluido– se caracterizó por no darnos o quitarnos lo que queríamos. Game of Thrones se llevaba a cabo en un mundo inclemente, el opuesto a fantasías reconfortantes como Harry Potter o The Lord of the Rings. Cuando se alejó de los libros, Game of Thrones dio un giro de 180 grados, dándole al espectador justo lo que quería, salvo contadas excepciones.

¿Weiss y Benioff les serán fieles a los libros o nos espera un desenlace más predecible y digerible? Al ver el primer episodio, mi impresión es que la serie se inclina por un final rosa, incluso por motivos económicos: HBO ya prepara una precuela, y un desenlace agrio quizás ahuyentaría a futuros televidentes. Espero, no obstante, que Weiss y Benioff regresen a la médula de los libros. Un universo como el de Game of Thrones no puede ni debe tener un final feliz. Sus personajes se parecen demasiado a nosotros y al mundo desquiciado en el que vivimos. De ahí su encanto universal.

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