Colaborador Invitado

En política, aun frente a un adversario poderoso, se negocia desde una posición de fuerza. Trump asusta con el petate del muerto

Hay un antes y un después de Trump; el mundo es otro.

El presidente Trump es un jugador rudo y un agresivo apostador profesional. Su vida personal, carácter, temperamento y ejercicio empresarial son referente de estas características. En política ha resultado una revelación. Su forma de ejercer el poder es determinante y avasalladora. Ha logrado, sin duda, un fuerte liderazgo en el concierto internacional. Busca trascender y dejar huella en la historia.

El mundo necesitaba una sacudida y se la está dando. La democracia en picada, el populismo en jauja, dictaduras, guerras fratricidas, migración desordenada, cárteles del narcotráfico, corrupción e impunidad. Dramática realidad para construir y hacer historia. Hay un antes y un después de Trump; el mundo es otro. Está en todo. Combate a todos, amenaza a diestra y siniestra. Asusta con el petate del muerto. Los aranceles y las debilidades estructurales del sistema son sus instrumentos fundamentales para trascender y ejercer su liderazgo mundial. Pronto conoceremos las consecuencias de esta nueva política.

Hay un cambio sustancial en la concepción política del gobierno norteamericano. El objetivo: reposicionar al país, devolviéndole su supremacía y liderazgo. De alguna manera, busca retornar al proteccionismo industrial y comercial. México le representa una oportunidad para lucir y colgarse medallas. Combatir y desmantelar los cárteles de la droga, así como enjuiciar a políticos de este y del pasado gobierno coludidos con la criminalidad, le daría un trofeo espectacular.

Además, el T-MEC lo hemos convertido en un fetiche o amuleto. Nos preocupa demasiado y esta condición nos vuelve frágiles en las negociaciones. Habrá tratado porque le conviene a Estados Unidos; los empresarios de ese país están presionando para ello. Y si no lo hubiera, no se cancelarían las oportunidades comerciales: hay múltiples ventanas abiertas. También debemos prepararnos para un nuevo tratado, rasurado y con mayores ventajas para nuestro vecino, además de restricciones y nuevas exigencias y encomiendas: aduanas, migración, seguridad, reforma judicial, combate al narco y muchas sorpresas más.

Por otra parte, Trump está en la disputa por el poder hegemónico mundial. Ante el impresionante desarrollo de China, revive la Doctrina Monroe. En este mar proceloso navega México. Ahí la lleva. Nuestro vecino no negocia: impone, amenaza y avasalla. Las debilidades nacionales las ha convertido en su garrote justiciero.

La presidenta, por el tratado, por la carga del pasado y por las debilidades y vicios domésticos, ha capoteado el temporal con inteligencia y prudencia, haciendo un gran esfuerzo para satisfacer las demandas del gobierno norteamericano. Lo último, un guiño y, como calmante medicinal, la aplicación de aranceles a China y a los países que no tienen tratado comercial con el nuestro. ¿A cambio de qué? México no puede quedar aislado del acontecer comercial y político mundial. Jugar a una sola carta es muy delicado. La fortaleza de nuestras exportaciones al país vecino es también nuestra debilidad. Nos hemos convertido en maquiladores casi únicos y eso nos hace dependientes del exterior.

Hay un mundo nuevo, con bloques muy poderosos en busca de oportunidades de expansión. Esta realidad debemos convertirla en fuerza de negociación. El valor de México es muy grande, no sólo por su posición geográfica sino por su potencial de desarrollo. Somos la decimocuarta economía del mundo: hagámosla valer. Exijamos trato de iguales y consideraciones especiales de socios. México es muy importante para Trump. Estratégico e indispensable. Llegó la hora de endurecer nuestra negociación y exigir reciprocidad y corresponsabilidad.

Es momento de ampliar la agenda bilateral y, además de los aranceles y el T-MEC, proponer al presidente Trump el rescate de la frontera sur como una oportunidad políticamente rentable para él. Lancemos un proyecto similar a la Alianza para el Progreso de Kennedy, incorporando a Centroamérica. La propuesta es crear un polo de desarrollo en la frontera sur y firmar un Tratado de Libre Comercio México–Estados Unidos–Canadá–Centroamérica, con epicentro en Chiapas.

A la mesa de juego se debe llegar con fichas y en posición de fuerza, sin ánimo minado y menos culpabilidad manifiesta. Somos pares, no sirvientes del imperio.

Roberto  Albores Guillén

Roberto Albores Guillén

Exgobernador de Chiapas

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