La industria de la construcción está reconfigurando sus cimientos. Después de un sexenio de grandes proyectos de obra pública, como el Tren Maya o la Refinería Dos Bocas, el sector avanza hacia una nueva etapa en la que el nearshoring, las necesidades de vivienda asequible y de infraestructura crítica, y la adopción de modelos de economía circular marcarán el ritmo del crecimiento.
El sector enfrenta presiones externas inéditas, como la imposición de aranceles del 50% al acero y aluminio mexicanos, vigentes desde el 4 de junio. Esto, advierte la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC), elevará los costos de producción de vivienda entre 3 y 4%, de edificaciones entre 5 y 6% y de infraestructura en 10%.
Además, de acuerdo con un estudio de la Cámara Minera de México (Camimex) y el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), algunos de los minerales no metálicos más usados en la construcción, como la arena sílica y el yeso, mostraron un retroceso de 17 y 2.6% respectivamente entre 2023 y 2024, lo que derivó en un menor dinamismo del sector.
VIENTOS A FAVOR
Pero, como en cualquier industria, los retos siempre representan oportunidades, y el sector de la construcción tiene más de un viento a favor. Uno de los más importantes son las alianzas público-privadas que ayuden a capitalizar mejor el nearshoring, concretamente bajo el paraguas de los Polos de Desarrollo Económico para el Bienestar (PODECOBIS), promovidos como parte del Plan México.
El Plan México será favorable para el desarrollo nacional no solamente por la mayor demanda de edificación de parques industriales, sino también por las obras complementarias en materia de energía, agua, movilidad, vivienda y servicios urbanos que requieren los clústeres industriales para su correcto funcionamiento.
Otra oportunidad de crecimiento para la construcción, y en consecuencia para el país, es la necesidad estructural de mayor disponibilidad de vivienda. La actual administración presidencial aspira a edificar 1.2 millones de viviendas accesibles para mitigar el déficit existente, y el gobierno encuentra en esta industria una aliada natural para lograr esa meta, pues eso significa no solo cerrar la brecha de vivienda, sino incentivar el desarrollo económico.
El crecimiento poblacional, sumado a la migración laboral hacia los nuevos polos de desarrollo en todo el país, aumentan la necesidad de soluciones habitacionales ágiles y modelos de ciudades sustentables. La densificación urbana, los esquemas de vivienda en renta y los desarrollos con enfoque sostenible marcarán la pauta.
DESBLOQUEAR LA ECONOMÍA CIRCULAR
La economía circular es otra oportunidad de enorme valor. Ya no es el futuro de la construcción, es el presente. La revalorización de residuos de la construcción y la demolición en distintos procesos de la cadena productiva de la industria no solo aporta beneficios económicos y genera empleos, también ayuda a descarbonizar al sector.
Mediante la utilización de agregados reciclados en la elaboración de concreto, por ejemplo, se evita la sobreexplotación de reservas vírgenes de piedra caliza. Por otro lado, la revalorización de los residuos sólidos urbanos como fuente de energía para la producción de materiales de construcción aporta a la eficiencia energética y contribuye a mitigar la huella de carbono del sector.
Se estima que en México se generan 10.15 millones de toneladas de residuos de la construcción y la demolición al año, pero muy pocos se aprovechan. La mayor parte terminan en tiraderos clandestinos, provocando contaminación del suelo. Ahí hay una enorme oportunidad para incrementar la competitividad de la industria de la construcción mexicana.
SENDA DEL CRECIMIENTO
De esta forma, se empieza a pavimentar el camino para un nuevo ciclo de crecimiento para el sector de la construcción que, por supuesto, no estará exento de baches —como el tema de los aranceles—, pero sí ofrecerá rutas para que el sector recupere la senda positiva, como los proyectos de obra pública del país, entre ellos los trenes de pasajeros.
El Gobierno de México estima una inversión pública de 157,000 millones de pesos para la construcción de los trenes de pasajeros AIFA-Pachuca; México- Querétaro; los tramos Saltillo-Nuevo Laredo y Querétaro-Irapuato, así como para hacer del Tren Maya un sistema ferroviario de carga. No solo las obras públicas en sí mismas dinamizarán el sector, sino que demandarán infraestructura satélite necesaria para su crecimiento adecuado.
Si bien el sector de la construcción en México está en transición, esto no significa que esté paralizado. La clave del éxito será la capacidad de las constructoras para adaptarse y especializarse en segmentos de mayor dinamismo, innovar en esquemas de financiamiento y entender que el valor ya no está en la construcción por sí misma, sino en integrar soluciones sostenibles y de economía circular.
