Especialista en gestión ambiental y sostenibilidad.
Cuidar el agua no puede ser solo una política pública o una solución tecnológica. También debe ser una lección, una actitud cotidiana que se aprende desde la infancia. Por eso, el aula se ha convertido en un campo fértil para sembrar una nueva cultura del agua. Desde África hasta México, las escuelas están asumiendo un papel protagónico en la defensa de uno de los recursos más valiosos del planeta.
En más de 67 países, el programa internacional Eco-Schools, avalado por la UNESCO, involucra a más de 51 mil centros educativos en prácticas ambientales concretas. Una de sus siete líneas de acción es el agua: enseñar su ciclo, promover el ahorro, monitorear su uso y plantear proyectos escolares de impacto. Este enfoque no solo forma estudiantes informados, sino ciudadanos activos capaces de transformar su entorno.
Otro caso ejemplar es el de la Carmel High School, en Karnataka, India, donde los alumnos han construido centenares de pozos de percolación para infiltrar el agua de lluvia y recargar los acuíferos. Este proyecto no es una clase más de ciencias: es una acción directa con impacto ambiental tangible, integrada al currículo escolar y asumida con orgullo por estudiantes, docentes y familias.
En Tanzania, escuelas como la Itanana Primary han instalado sistemas de captación pluvial acompañados de jornadas educativas sobre higiene, salud y cambio climático. En Australia, los tanques de captación de agua de lluvia se combinan con simulaciones digitales para enseñar eficiencia hídrica.
Estos ejemplos comparten una idea poderosa: el aula no es solo un espacio de aprendizaje, sino un nodo de acción ambiental. En México, el regreso a clases este 1 de septiembre moviliza a poco más de 23 millones de estudiantes de educación básica —preescolar, primaria y secundaria—. Ellos no solo representan el presente del sistema educativo, sino el futuro del agua en nuestras ciudades.
En Morelia, por ejemplo, esta visión ha cobrado forma con el programa Guardianes del Agua, una estrategia impulsada por el OOAPAS que transforma la escuela en un agente de cambio comunitario. A través de su plataforma educativa Escuela del Agua, niñas y niños aprenden sobre el sistema hídrico local, el ciclo del agua, el ahorro doméstico y el monitoreo de fugas. Con cápsulas didácticas como “Detectores de llaves” o “Cazadores de fugas”, el conocimiento se convierte en acción cotidiana.
Pero el impacto no se queda en el aula. Guardianes del Agua también ofrece un Diplomado en Innovación Educativa con enfoque ambiental, dirigido a docentes y líderes sociales, que fortalece capacidades para enseñar sobre sostenibilidad hídrica con herramientas actualizadas y sensibilidad comunitaria.
No se trata solo de enseñar a cerrar una llave o recolectar lluvia. Se trata de formar generaciones que entienden que el agua es un bien común, limitado y vulnerable. Debemos convencernos de que cuidar el agua empieza en la mente, se fortalece en la escuela y se concreta en la comunidad. Por eso, mirar hacia el mundo y aplicar lo aprendido en lo local no solo es inteligente: es urgente.