Colaborador Invitado

Dignificar para prevenir: Trabajo Social y la Nueva Escuela Mexicana

Dignificar el Trabajo Social Escolar es un acto de justicia laboral, así como la forma más humana y efectiva de cuidar a la niñez mexicana. Prevenir hoy es garantizar que cada niño y niña llegue mañana con salud, aprendizaje y confianza a la vida adulta.

En un salón de primaria en México, casi cuatro de cada diez niñas y niños viven con sobrepeso u obesidad, uno de cada diez enfrenta un trastorno de salud mental y miles más han sufrido algún tipo de violencia. Estas cifras son señales de alerta que cruzan la puerta de la escuela cada mañana. La persona que primero las detecta y las convierte en rutas de ayuda no suele ser noticia: es la trabajadora social escolar.

El 21 de agosto fue celebrado en México el Día del Trabajo Social. Los trabajadores sociales han evolucionado históricamente hasta convertirse en nuestros días en parte fundamental en diversas áreas como: la salud, las empresas, los penales, el desarrollo comunitario, la vivienda, pero principalmente en el ámbito escolar.

Más allá de ver esta fecha como parte de un “protocolo”, este día nos invita a reflexionar sobre la dignificación de esta profesión en todas las áreas en las que intervienen como parte de un engranaje silencioso pero decisivo para millones de mexicanos.

En México, el trabajador social escolar suele ser el puente que nadie ve pero que todos cruzan: escucha, detecta, orienta, articula. Si la Nueva Escuela Mexicana promete inclusión, bienestar, comunidad y prevención, Trabajo Social es el engranaje fundamental para promover la salud preventiva en nuestras niñas y niños.

La parte preventiva de la Nueva Escuela Mexicana significa: detectar temprano, canalizar a tiempo y dar seguimiento real. Cuando estos tres verbos fallan, la escuela paga con ausentismo, violencia y deserción. Cuando funcionan, la curva cambia: más días de asistencia a clases, menos conflictos y un mayor número de familias que confían.

De acuerdo con datos de la Secretaría de Salud, el 39% de los escolares presentan sobre peso u obesidad, el 38% tienen problemas visuales y 59% presentan caries. Mientras que el 12% de menores entre 10 y 19 años enfrenta un trastorno mental, como depresión, ansiedad o trastornos de conducta. De acuerdo con el INEGI, el 7.7% de los escolares han sufrido algún tipo de abuso sexual. Y en el 2024 hubo 56,600 niñas de 16 años o menos embarazadas. Es aquí en donde el Trabajo Social Escolar debe convertir señales dispersas en un mapa de riesgo y luego, en una ruta de acción preventiva.

El reciente foro en la Cámara de Diputados de la CDMX: “Reconocimiento Profesional al Trabajo Social Educativo, Construyendo la Dignificación” demostró que la profesión ha pasado de los aplausos a la presentación de planes, con propuestas de protocolos de actuación, indicadores de desempeño y perfiles de puesto estandarizados.

Este foro dejó en claro que invertir en Trabajo Social Escolar es una estrategia de ahorro público. Cada peso destinado a detectar a tiempo un caso de violencia, un embarazo adolescente o un problema de salud mental evita decenas de pesos posteriores en hospitales, procesos judiciales y programas de reinserción. Además, protege el capital humano más valioso del país: la niñez y la juventud.

Hoy las y los directores escolares requieren de un colega especializado en el vínculo con familias y servicios públicos; el profesorado, un aliado para traducir señales en acciones; las madres y padres, una cara confiable que les diga “no están solos”. Ese es el o la trabajadora social escolar. Su labor no sustituye a la psicología ni a la orientación: los articula.

Mientras el docente se enfoca en la pedagogía, el trabajador social realiza el diagnóstico comunitario y teje las redes con el entorno, asegurando que la Nueva Escuela Mexicana responda a la realidad cotidiana. El Trabajo Social detecta la ausencia que esconde la violencia; identifica la carencia que frena el aprendizaje y guía a la familia para cruzar la puerta del sistema de salud.

Detectar a tiempo, canalizar y dar seguimiento real son tareas que ahorran dolor humano y gasto público. Dignificar el Trabajo Social Escolar es visibilizar esa cadena y sostenerla con reglas, presupuesto y evaluación. La comunidad educativa gana, la política pública gana y, sobre todo, ganan las niñas y los niños que se quedan en la escuela.

Llamar a la “dignificación” no es un capricho; es reconocer la calidad y el esfuerzo en el trabajo de miles de trabajadores sociales. Está en manos de nuestros legisladores locales y federales materializar esta dignificación con la aprobación de leyes y salarios justos para las y los trabajadores sociales de nuestro país. Dignificar el trabajo social es invertir en la salud y el futuro de México.

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