La realidad es que si salimos a trabajar, al final del día todos volvemos cansados a casa. Pero no es lo mismo regresar agotados que enojados, desmotivados, insatisfechos o preocupados; porque es alta la probabilidad de que el menor que ande por ahí quiera jugar. Y esa criatura no pidió un mal día de trabajo para papá o mamá.
Es un hecho que el talento que vamos a necesitar en nuestras empresas de aquí a 20 años se está formando hoy en nuestros hogares. También que nadie en sus equipos contrata a quien es vago, egoísta, irrespetuoso o mentiroso. Nadie quiere un talento así porque no suma valor a un equipo. Todos queremos trabajar con personas laboriosas, honestas y solidarias.
Esos son valores que cultivamos en el seno de nuestras familias, no habrá quién en el negocio lo pueda enseñar si no se aprendió primero en casa. De ahí el propósito; el preguntarse como líderes, cómo le devolvemos a cada familia a ese empleado prestado por ocho o nueve horas al día. Esa es la responsabilidad familiar corporativa.
Se trata de un modelo académico con políticas y niveles de liderazgo que terminan conformando una cultura organizacional que apoya las responsabilidades familiares de los colaboradores. Trabajar en esta dirección permite, en primer lugar, aumentar el compromiso de los trabajadores tres veces más; además de retener mejor el talento hasta cuatro veces más y el rendimiento crece casi 20%.
Lograr equilibrio entre ambos ámbitos es un desafío diario para las personas y la ausencia de soluciones eficaces no solo afecta a las familias también a las empresas, manifestándose en mayor ausentismo, rotación y estrés. Es necesario que las organizaciones desarrollen estrategias innovadoras para armonizar el trabajo y la vida familiar.
Todo el trabajo que se ha hecho con las empresas de Argentina está documentado en una colección de guías de buenas prácticas que se inició en 2011 donde además de estudios académicos se expone la experiencia de las propias empresas.
Estas buenas prácticas empiezan con la conformación de la pareja. En este inicio hay empresas que otorgan desde una gratificación hasta una licencia extendida, como es el caso de Kimberly Clark, Pfizer y Banco Santander que ofrece un crédito especial de acceso a vivienda propia para formar ese hogar.
El apoyo a la maternidad en Argentina, cuenta con una licencia pagada de tres meses con extensión a seis meses sin goce salarial. Por eso hay empresas que ofrecen el regreso progresivo que quiere decir que la mamá vuelve a trabajar solo cuatro horas porque el bebé tiene cuatro meses. Al mes siguiente la mamá trabaja cinco horas y el bebé tiene cinco meses y así seis, siete y ocho hasta completar la jornada laboral.
Apoyo para equiparar los beneficios legales que tiene la maternidad con la paternidad. Guarderías también para papás, no solo para madres. El apoyo a los estudios, dando becas, acompañando el inicio del ciclo escolar, la posibilidad de dar pasantías de verano para los hijos de los empleados, y más con beneficio integral.
¿Qué deberíamos hacer para descubrir más del enriquecimiento que hay entre el trabajo y la familia, y valorar lo que suponen las tareas de cuidado para proteger la ecología humana? A nivel empresarial hay que empezar siempre comprometiendo al CEO y a la alta dirección para que sea efectiva la responsabilidad familiar corporativa, y empoderar a los líderes para que sepan administrar todas las prácticas.
Y a nivel gubernamental promover políticas públicas con esta perspectiva de familia y apoyar con la legítima acción y con el incentivo a las empresas para que trabajen en esta dirección. Tenemos que ser protagonistas de este cambio y lo tenemos que hacer entre todos, comprometiendo tanto al sector empresarial como al ámbito público y a las propias familias, porque como afirma un proverbio africano: “Si quieres llegar rápido anda solo, pero si quieres llegar, vamos juntos”.
