Nuestra señora de las iguanas es una de las fotografías emblemáticas de la mexicana Graciela Iturbide (1942), es parte de la serie Juchitán de las mujeres (1979-1988) y todo en ella resulta visualmente atractivo, sin embargo, es lo que evoca lo que sin duda la empodera y la ha vuelto un ícono de la fotografía moderna mexicana.
En 1979 Graciela fue invitada por el artista Francisco Toledo a fotografiar el pueblo zapoteca de Juchitán, en Oaxaca. Al respecto la misma Iturbide cuenta que se acercó a un grupo de vendedoras del mercado, entre ellas estaba Sobeida Díaz, quien desde pequeña vendió diversos productos en el mercado, el día que coincidió con la lente de Iturbide transportaba en la cabeza su mercancía: iguanas, reptil de fuerte presencia en la cultura tradicional de la región.
En el texto Juchitán de las mujeres (del libro Luz y luna, las lunitas), Elena Poniatowska escribe: “Es la juchiteca la dueña del mercado. Es ella la del poder, la comerciante, la regatona, la generosa, la avara, la codiciosa. Sólo las mujeres venden”. Los hombres cazan, recolectan, cosechan los productos y se los entregan, pues tienen vetado pasar al mercado; cuenta la autora que ellas coronan sus cabezas altivas con las mercancías para transportarlas, exhibirlas y venderlas. Ese poderío se observa en el retrato de Sobeida, quien además era un personaje importante de su comunidad.
La iguana está presente en la comida, las artesanías, la música y en un sinfín de creencias de los juchitecas, se le tiene por un ser capaz de transitar entre el mundo material y el mitológico, aquel día la terrenal Sobeida las hizo tocado, la corona con la que, sin abandonar su cotidiano papel de marchanta, se convirtió en el símbolo de la mujer juchiteca impreso en papel baritado con emulsión de gelatina y plata.

Pocos retratos resultan en obras tan documentales como poéticas, pero esta conjunción (documento + poesía) es característica de la obra de Graciela Iturbide, a través de su lente, lo cotidiano se exalta y se muestra con una profundidad que impacta a quien mira sus fotografías.
Nuestra señora de las iguanas es parte de Retratos para un ritual, exposición con la que el Museo de Arte Moderno rinde homenaje a Graciela Iturbide al ofrecer una lectura de su obra a partir de cinco autorretratos en diálogo con obras icónicas que forman parte del acervo del museo, en conjunto permiten explorar su carrera y visión artística.
Es la propia Graciela Iturbide el hilo conductor de los cinco núcleos en los que se divide esta exposición. En sus autoretratos hay aves, peces, caracoles y serpientes que la convierten en símbolo de ella y su creación artística, fotografías que tienen tanto de documental como de poesía, imágenes que al igual que el resto de su obra, desafían la finitud.