Óscar Mario Beteta
Aunque para la sucesión presidencial falta mucho y falta poco, a esta distancia se visualiza un problema muy grave y delicado que, de no comenzar a remediarse desde ahora, podría producir consecuencias indeseables, por el vacío de poder de facto en que quedará México por el retiro de la política de Andrés Manuel López Obrador.
La figura del vacío de poder, remite a la ausencia de un gobernante por distintas causas. Al representar el poder político máximo y dejar de ejercerlo, otros actores suelen desencadenar sus ambiciones y entrar en pugna; la sociedad, mientras tanto, queda a la deriva.
El presidente López Obrador será relevado muy probablemente por alguna de sus “corcholatas” o, si ocurre algo excepcional, por alguien de la oposición o de su propio partido que emigre a esta.
Lo preocupante de la próxima sucesión después del breve periodo de transición, es que quien gane no cuenta con la popularidad, las cualidades, personalidad, capacidades, afecto y apoyo de millones de mexicanos que posee el tabasqueño.
Las características, ventajas y virtudes, fuerza y estrategia que posee y despliega como el líder carismático excepcional que es, hacen de AMLO un gobernante prácticamente imprescindible para darle estabilidad al país después de haber roto todos los paradigmas.
La acefalia de poder que eventualmente vivirá México en los hechos —más allá de las leyes por la terminación del periodo lopezobradorista—, dejará a quienes lo siguen ciegamente en una especie de orfandad, por un lado, y en medio de vulnerabilidades, debilidades y el desconcierto a quien tome la estafeta.
Ante ese escenario, que cada día se va configurando con mayor claridad, es imprescindible construir las salvaguardas necesarias que permitan al país no detener su marcha y vivir en paz.
La base de todas esas protecciones, que posibilitarían una situación y una perspectiva mejor para todos, es la armonía, la convivencia pacífica, la tolerancia, que cada día se diluyen por las pugnas entre no pocos integrantes de la clase política y se reflejan en el ámbito social.
Mirando a ese objetivo, lo primero que a todos compromete, especialmente a quienes llevan el timón de la Nación, es reconocer al otro, escucharlo, dialogar con él, entenderlo y tratar de llegar a un acuerdo para superar diferencias. La violencia verbal, en principio, no debe escalar; el encono debe parar. Serenar al país es urgente.
En ese sentido, el ejemplo debe partir, necesariamente, de quienes gobiernan. Un mínimo de cuidado en el lenguaje para referirse a los demás, bajaría la presión, desintoxicaría el entorno y propiciaría una convivencia más saludable.
La pugnacidad actual, centrada en la Marcha por la Democracia prevista para el próximo domingo, no debe ahondarse con descalificaciones, condenas o críticas.
Aunque fue rechazado, en esa línea estaba el ofrecimiento que atinadamente hizo el secretario de Gobierno de la Ciudad de México, Martí Batres Guadarrama, para que los manifestantes pudiesen llegar hasta el Zócalo y expresarse.
Lo innegable, es que hoy en día, transitamos por, y padecemos de, una “intoxicación política” que debe recibir de inmediato el tratamiento adecuado e indispensable para recuperar la salud cívica, política y moral.
Sotto Voce.– Sin ambages, el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, en visita al estado de Yucatán, reconoció el talento, la dedicación y entrega con las que Mauricio Vila Dosal gobierna esa entidad. En materia de seguridad y en otros rubros, ese estado es la envidia de muchos y un ejemplo a seguir, dijo.