Colaborador Invitado

Mujeres y reputación, ¿caminos que se separan?

A mayor inclusión y participación de las mujeres en puestos directivos, mejor reputación de las empresas.

Tatiana Adalid

Al acercarse el #8M, la discusión sobre temas de inclusión, equidad e igualdad se potencian. Por un lado, quienes hablan de los logros de las mujeres en distintos ambientes a pesar de los obstáculos de un entorno patriarcal, por el otro, las demandas y retos aún grandes en la participación femenina en el espacio público.

En la escena empresarial, ha sido documentado el impacto positivo que puede tener más mujeres en el ámbito directivo, al fortalecer la diversidad de puntos de vista, tener una visión más empática y una serie de prácticas que, en realidad, benefician a los buenos resultados de la empresa. Por ejemplo, de acuerdo con Reputation Dividend, tres de cada diez dólares del mercado de capitalización en las 500 empresas de S&P están apuntaladas por reputaciones corporativas.

Pero, ¿qué papel jugamos las mujeres en la reputación de las empresas? ¿Tener políticas de equidad e igualdad abonan a una mejor reputación, esencial en estos tiempos donde el valor de los intangibles termina en los bolsillos?

La primera tentación y los estudios internacionales nos dirían que así es: a mayor inclusión y participación de las mujeres en puestos directivos, mejor reputación de las empresas.

Por ejemplo, un estudio en España publicado por Juan Carlos Navarro, Camino Ramón y Emma García de las Universidades de León y Salamanca, confirmó que entre más mujeres hay en las juntas directivas, mejor es la reputación de las empresas.

Esto suma a análisis previos donde la participación de mujeres en los equipos directivos beneficiaba a la reputación de las compañías desde distintos ángulos: mejores prácticas en gobernanza corporativa o atención a temas de responsabilidad social, por ejemplo.

Pero, ¿cómo va el sector corporativo en México? ¿Suma a las tendencias internacionales o va en sentido contrario? Si revisamos los principales rankings de reputación, como el Monitor MERCO 2021 y el ranking de Rep Trak 2019 para México -los más recientes- en las 20 empresas con mejor reputación, la presencia de mujeres es muy baja. En el ranking de MERCO en los 20 primeros lugares hay solo una mujer al frente: Constanza Losada, de Pfizer; mención aparte merece PepsiCo, donde quien fuera la directora de México dio un salto para encabezar a la región. El resto de los directivos son hombres.

La pregunta es ¿cómo los públicos pueden percibir a una empresa como diversa, equitativa e incluyente si no hay mujeres visibles en los puestos de decisión? ¿A caso a los mexicanos no nos importa que los grupos empresariales sigan mayoritariamente dominados por hombres? ¿Para tener buena reputación la participación de mujeres es irrelevante?

Para responder estas preguntas es necesario observar también a las empresas presididas por mujeres. Por ejemplo, Grupo Aeroportuario del Pacífico, Tresalia Capital, Softek, Grupo Collectron o las multinacionales Danone, Ford o AT&T. ¿Dónde están en los rankings de reputación? Con exepción de PepsiCo, una de 20, ninguna de ellas llegó a los primeros lugares de ambas.

Parece difícil pensar que ninguna de las empresas ha logrado la excelencia en atender a sus grupos de interés o impulsar políticas ambientales, sociales o de gobernanza que le permitan estar en el cuadro de honor.

Por qué no están si la mayoría de las empresas encabezadas por mujeres, al igual que sucede con aquellas que dirigidas por hombres también están involucradas en programas que buscan sostenibilidad, promueven negocios en favor de la inclusión o impulsan iniciativas sociales para reducir la inequidad y la desigualdad.

La reputación, según el pionero en el tema, Charles Fombrun, palabras más o palabras menos, es lo que nuestros stakeholders piensan de nosotros. Bajo esta premisa, quienes están en el podio podrían decir que es un tema de comunicación y que quienes no están es porque no lo están haciendo bien. Sin embargo, la reflexión debe ser más profunda y debe iniciar por cuestionar la pertinencia de evolucionar los estudios pues podrían estar hechos solo para darnos palmadas en la espalda y decir que estamos haciendo todo bien.

También es necesario analizar si los criterios y grupos de interés siguen siendo vigentes y, en el marco del #8M, si esas referencias tienen sesgo de género y están hechas por hombres para otros entornos.

A juzgar por los datos, el reto de la participación de mujeres en el ámbito público no acaba en que estén presentes, también pasa por cómo y qué estamos midiendo.

La reputación es un activo clave para el valor de las empresas, lo es también entenderla desde una visión más amplia y para poder gestionarla correctamente y de acuerdo con los tiempos actuales. Pensemos bien dónde estamos y cómo estamos midiendo, porque de eso depende nuestro desempeño en el futuro. A veces no se trata de resultados, sino de mediciones. ¡Iniciemos el debate!

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