Colaborador Invitado

Inflación hecha en México

Existe una parte de la inflación que observamos que es hecha en México y que está tornando lo transitorio en persistente.

Colaborador Invitado invitado

Pamela Díaz Loubet, economista para México en BNP Paribas

Los desbalances entre oferta y demanda, la crisis energética en Europa y China, así como la extensión en las disrupciones de las cadenas productivas globales, apuntan a una nueva ola inflacionaria en el cuarto trimestre de este año. México, por supuesto, recibirá parte del impacto de estos choques, añadiendo más presiones inflacionarias a lo que en un principio había prometido ser transitorio.

La transitoriedad radica en que, una vez diluidos los choques, la inflación retorne a su objetivo. Esta convergencia cada vez se retrasa más, no solo porque los precios siguen siendo objeto de choques secuenciales, sino también porque lo que parecía ser algo puramente importado, está trasminándose a componentes subyacentes y alterando las expectativas inflacionarias. Es decir, existe una parte de la inflación que observamos que es hecha en México y que está tornando lo transitorio en persistente.

Se dice que los choques son transitorios porque su origen se encuentra intrínseco en la reapertura económica. La cual, enmarcó un ritmo desigual de recuperación, entre una demanda que había estado contenida, y una oferta más acompasada. En principio, una vez que estos desbalances se ajustaran, los precios tenderían a estabilizarse. Pero el ajuste ha sido lento, y las disrupciones en las cadenas productivas prevalecen; el riesgo, por supuesto, es que estas disrupciones no estén asociadas solamente a un desbalance, sino a un cambio estructural, en el que la regionalización de las cadenas productivas provoque un intercambio permanente entre costos y eficiencia.

Por otra parte, se dice que la inflación es importada porque los choques tienen un origen externo. Un ejemplo es el incremento en el precio del gas en México, el cual sube en consonancia con su referencia internacional. El choque relativo sobre el precio del gas es importado; no obstante, el traspaso generado a precios de otros bienes y servicios es idiosincrático.

Este grado de traspaso depende principalmente de la credibilidad de los fijadores de precios, que a su vez se relaciona con el anclaje de las expectativas inflacionarias. La falta de credibilidad en la convergencia inflacionaria disminuye la resiliencia que tiene la economía para absorber los choques. Esto implica que, una vez diluidos, la inflación podría no retornar a sus niveles previos, alcanzando un equilibrio en un nivel persistentemente por encima de su objetivo.

Es aquí donde radica la divergencia en los ciclos de normalización monetaria que han seguido los países avanzados en comparación con los emergentes. Mientras que, en los primeros, los choques se han mantenido como cambios en precios relativos, en los segundos se está dando un contagio a expectativas inflacionarias que presiona a los bancos centrales a tener una normalización anticipada en un contexto de recuperación económica titubeante.

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