Colaborador Invitado

¿Logrará México capitalizar la disputa comercial entre EU y China?

La prioridad del país es mantener relaciones empresariales y económicas sólidas no solo con estas dos naciones, sino con otros países y regiones del mundo.

Ari B. Saks González*

Al igual que los observadores de la relación México-China, muchos empresarios e industriales se preguntan cuáles son las implicaciones para México como resultado de las disputas comerciales entre Estados Unidos y la nación asiática.

Es sabido que internamente el gobierno de EU está enfrentando retos derivados de las gestiones de varias empresas e industrias para relajar algunos de los aranceles impuestos en esta lucha comercial con China, así como obtener beneficios y ventajas en relación con México.

Sin embargo, al analizar las disputas comerciales entre ambas naciones y estudiar las encuestas recientes sobre la percepción de China −sobre todo en Estados Unidos− estas muestran visiones desfavorables del país asiático; por un lado, resultado de la lucha comercial internacional; por otro, a consecuencia del origen de la pandemia de coronavirus que tanto ha afectado al mundo.

Por lo anterior y muchas otras razones en el campo de geopolítica estratégica, la posición de Estados Unidos y China entre sí se visualiza con una perspectiva de mayor competitividad; en este momento, es poco probable la supresión de los aranceles a los productos chinos, al menos en el corto plazo, situación que el gobierno y los empresarios de México, así como algunos países de América Latina, deben aprovechar con inteligencia y buscar atraer inversiones extranjeras salientes de China, así como generar las condiciones favorables para incrementar sus exportaciones hacia Estados Unidos y la nación asiática.

En ese contexto, la mayoría de los estudios importantes han demostrado que los consumidores en Estados Unidos han estado pagando el precio en estas disputas comerciales, lo cual demuestra que las políticas comerciales proteccionistas −por lo menos al momento y, en este caso en particular− no han logrado el objetivo: reducir los grandes y persistentes déficits comerciales internacionales de Estados Unidos, ni tampoco la meta de que las fábricas salgan en forma masiva de China para regresar a producir en Estados Unidos con el fin de escapar de los aranceles impuestos.

Datos recientes muestran que, aunque las importaciones de bienes de China cayeron 16 por ciento en 2019 −y volvieron a disminuir en 2020 en un aproximado de 3.6 por ciento−, el déficit comercial general de Estados Unidos ha aumentado considerablemente desde 2017, al registrar una merma atípica de 22 por ciento en 2020 en relación con 2019 como resultado de la pandemia de Covid-19.

Con este panorama, se estima que la tendencia puede favorecer a México con el traslado de la producción de China a otros países. Siempre y cuando nuestro país mejore sus factores locales de atracción de inversiones extranjeras y pueda consolidar una estrategia para lograr, en el corto y mediano plazos, ser destino de estas inversiones salientes de China como parte de una estrategia de negocios empresarial conocida como China+1, China+2 o China+3, la cual enfatiza en reubicar, al menos una parte de la producción, fuera de la nación asiática.

En el caso de México y América Latina, la disputa comercial entre Estados Unidos y China no solo nos da la oportunidad de atraer inversiones, también brinda la posibilidad de incrementar nuestras exportaciones a EU y a China, tanto a corto como a mediano plazos. Un ejemplo claro de esto es que México afianzó su posición como uno de los principales socios comerciales de EU, e incrementó sus exportaciones a esta nación en un 3.5 por ciento en 2019 en comparación con el año anterior, con una baja en sus importaciones de 4.7 por ciento en el mismo periodo.

Una buena relación México-Estados Unidos, así como trabajar de manera coordinada, abonará a mejorar las condiciones locales de atracción de inversiones extranjeras en México; en particular, para la industria manufacturera de exportación donde se ven avances y anuncios de nuevos negocios y proyectos a mediano y largo plazos.

Si a eso le añadimos factores como la localización geográfica de México, el tamaño de su economía y mercado, el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC) y la red de tratados internacionales que nuestro país ha suscrito (los cuales brindan acceso preferencial a más de 46 naciones), su infraestructura y los más de treinta Acuerdos de Promoción y Protección Recíproca de Inversiones (APPRI) que tiene con diferentes naciones, hacen del país el lugar ideal para producir cerca de Estados Unidos, en lo que se conoce como nearshoring, la transferencia de una operación comercial a un territorio cercano desde otro más distante.

Sin duda, no solo las compañías de Estados Unidos, Japón, Corea y Alemania podrán aprovechar estos factores favorables en México para producir y exportar sus productos, sino también abre la oportunidad para las compañías chinas, las cuales de acuerdo con datos de las red global de escritorios chinos de EY (EY China Overseas Investment Network), las corporaciones de China en los últimos años están logrando posicionarse en los mercados internacionales y compitiendo globalmente con sus contrapartes de otros países. Sin embargo, para muchas otras compañías de China, los procesos de internacionalización aún están en una etapa primaria y les queda mucho camino por recorrer; por lo anterior, es probable que, en los próximos años, veamos más empresas y fábricas chinas llegando a México para producir y exportar a Norteamérica, en parte como resultado de la disputa comercial entre EU y la nación asiática, así como el reacomodo de las cadenas de valor.

Para lograr captar y capitalizar estas grandes oportunidades, es urgente que en México se tenga una visión clara y una política de atracción de inversiones extranjeras donde se creen las condiciones y las políticas necesarias para atraer rápidamente inversión de fabricantes de materiales y procesos de valor agregado, como estampado, maquinado y troquelado, entre otros. Esto con el fin de crear un ecosistema viable y lograr que el país dependa cada vez menos de estos productos o servicios que proceden del exterior, particularmente de China.

Por último, coincido con varios expertos internacionalistas que consideran que México debe jugar con inteligencia y, al mismo tiempo, mantener relaciones pragmáticas y activas con EU y China, sin tomar partido. La prioridad del país es mantener relaciones empresariales y económicas sólidas no solo con estas dos naciones, sino con otros países y regiones del mundo como Alemania, Japón, Corea, Singapur y los miembros de la Alianza del Pacifico: Colombia, Chile y Perú.

* Asia New Business Development Director & Tax and Legal Services Associate Partner, EY México.

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