Colaborador Invitado

Aumento en la pobreza

Todos los cambios derivados de la pandemia corren el riesgo de convertirse en alteraciones estructurales de largo plazo.

En días pasados el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) presentó su medición de la pobreza en México en 2020. Los datos son preocupantes. Entre 2018 y 2020, el porcentaje de la población en situación de pobreza aumentó de 41.9 por ciento a 43.9 por ciento, mientras que el número de personas en esta situación pasó de 51.9 a 55.7 millones. El total de mexicanos en pobreza extrema pasó de 8.7 a 10.8 millones, un crecimiento de 24 por ciento. Es evidente que los costos económicos y de bienestar a corto plazo derivados de esta pandemia han sido graves.

Todos esperamos que la pandemia sea una conmoción temporal. Sin embargo, la crisis del Covid ha empujado a muchos hogares vulnerables, que viven en los márgenes, de nuevo a la pobreza. Debido a los cierres y a las medidas de distanciamiento social, muchas personas han perdido sus empleos y han desparecido muchos trabajos informales con los que se ganaban su sustento. Millones de mexicanos están teniendo dificultades para pagar su vivienda y su alimentación. El cierre de los centros educativos por tantos meses ha complicado más aún la realidad de muchas familias. Las madres en todos los niveles socioeconómicos han abandonado la fuerza laboral para supervisar el aprendizaje en línea y el cuidado de los niños y familiares mayores. Incluso antes de la pandemia, las mujeres estaban sobrerrepresentadas entre los pobres.

Todos estos cambios corren el riesgo de convertirse en alteraciones estructurales de largo plazo. La necesidad de actuar con urgencia en la recuperación de estos trabajos es ya una emergencia nacional.

La realidad es que es probable que no sepamos el impacto completo de esta crisis en la pobreza durante varios años, ya que muchos de los cambios en la configuración de la economía no se han visto completamente reflejados todavía. Más allá de las cifras, es un dato que las recesiones económicas conducen a un aumento de la pobreza. Sin embargo, sabemos que el crecimiento económico y la creación de empleos son los principales motores de la reducción de la pobreza. En este sentido, la tarea más importante a la que se enfrenta nuestro gobierno es garantizar que la demanda agregada (gasto de los hogares, las empresas y los gobiernos) a nivel nacional sea lo suficientemente alta como para apoyar niveles máximos sostenibles de empleo (o pleno empleo macroeconómico). Esta gestión de la demanda agregada es la tarea de la política macroeconómica, específicamente las políticas fiscales, monetarias y cambiarias. Es evidente que se necesitan políticas que fomenten la creación de empleo de manera efectiva y que además se enfoquen a la creación de empleos de calidad.

Si bien todos estos datos de aumento en la probreza son alarmantes, este estancamiento de la pobreza a largo plazo no es inevitable. Algunos países han respondido a la pandemia con una serie de medidas de protección social para apoyar con éxito a los más vulnerables. Las necesidades son grandes, pero no son insuperables. Podemos aprender de lo que ha funcionado en otros países.

No hay duda que la eliminación de la pobreza extrema dependerá cada vez más de una mejor focalización y de una mayor movilización de recursos para fomentar el crecimiento económico y la creación de empleos. Es momento de hacerlo con eficacia y decisión. #OpinionCoparmex

El autor es director general de Strategy Primus, presidente del comité de difusión de la Coparmex.

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