Clemente Ruiz Duran

México y el complejo mundo de la reestructuración global

Es un gran momento para la economía mexicana, sin embargo, se requiere fortalecer las capacidades productivas en el país, para ello son necesarios grandes acuerdos público-privados.

Cuando analiza uno las cifras publicadas por el lunes por el INEGI pareciera que toda marcha mejor de lo esperado en la economía, las exportaciones manufactureras crecieron en el período enero – julio un 6,2 por ciento, impulsadas por las automotrices que se expandieron un 17 por ciento, a pesar de la revaluación del peso. A esto se suma que las importaciones de bienes de capital crecieron un 23 por ciento impulsadas por la ampliación de las capacidades productivas. Sin embargo, la nota discordante en este proceso es la balanza petrolera, que registró un déficit de 13,652.5 millones de dólares, lo cual da cuenta de que el país no ha logrado adecuar la operación del sector petrolero para que realice una contribución positiva al sector externo y a la economía. Contrasta con esta situación lo que acontece en el sector no petrolero, que obtuvo un superávit de 6,427.4 millones de dólares, lo que permitió encarar en forma parcial el déficit petrolero. Esto da cuenta de la necesidad de reestructurar al sector petrolero del país para que realice una contribución positiva y no para que absorba el esfuerzo de los otros sectores de la economía y obligue al país a obtener financiamiento externo para apoyar la operación del complejo petrolero.

El desempeño de las exportaciones mexicanas es aún más relevante si se considera que el comercio de mercancías retrocedió en el segundo trimestre en los países del G-20, un dato negativo que expone las incertidumbres que rodean la evolución de la economía global. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), las exportaciones de bienes cayeron un 3,1%, y las importaciones, un 2% frente al primer trimestre medidas en dólares estadounidenses, “reflejando la debilidad de la demanda mundial y la disminución de los precios de las materias primas, en particular de la energía”.

A lo anterior se suma lo acontecido con la economía china, el valor denominado en dólares de los intercambios comerciales entre China y el resto del mundo se contrajeron un 13,6% interanual en julio, según datos oficiales publicados por la Administración General de Aduanas del país asiático. Utilizando la moneda estadounidense como referencia, las exportaciones se desplomaron un 14,5% interanual, mientras que las importaciones lo hicieron en un 12,4% con respecto al año anterior. Las cifras son peores a lo esperado. La economía china se desaceleró en el segundo trimestre precisamente como resultado de una caída en la demanda interna y externa, por lo que los números revelados este martes han hecho que aumenten las dudas sobre si China podrá cumplir con su objetivo de crecimiento anual, que el Gobierno fijó en 5% para 2023.

Esta situación debe movernos a la reflexión ya que existen tendencias divergentes en el mundo que nos favorecen, ya que un país de tamaño medio como México parece estar sorteando la situación global, de mejor manera que las grandes economías. Esto deriva del cambio estructural que ha observado la economía mexicana, de acuerdo con las nuevas cuentas nacionales dadas a conocer el día de ayer por el INEGI. Los cambios más importantes se reflejaron en un aumento del sector manufacturero en el Valor Agregado Bruto, que pasó de una participación en 2013 de 18.6 por ciento a una de 21.3 por ciento en 2018, y el sector de transportes y comunicaciones que pasaron de 6.6 a 7.2 por ciento. En este sentido, el aparato productivo se rediseñó hacia sectores más dinámicos como las manufacturas y los servicios de transporte y comunicaciones.

Este fortalecimiento del sector manufacturero y el de transportes y comunicaciones son buenas noticias en un momento que se suceden crisis en las cadenas de suministro a nivel global, derivados de escasez de producción en distintas geografías y por efectos del cambio climático que han ocasionado disrupciones no esperadas como es el atasco en el Canal de Panamá por la falta de agua. Todo esto está moviendo a que las empresas en Estados Unidos y Europa estén en búsqueda de proveedores más cercanos.

Es momento de fortalecer las cadenas de suministro y de tomar la ofensiva en materia de planeación industrial y no dejar simplemente que la articulación productiva quede en manos del mercado, por el bien de todos los productores es momento de llegar a un acuerdo de planeación que evite escasez de insumos básicos y de espacios adecuados para la producción como son los parques industriales.

La expectativa es que se inicie esta tarea de planeación industrial en esta administración y se continúe con el nuevo gobierno, no es momento de esperar, una pausa en esta materia puede provocar desajustes y pérdida de competitividad en momentos que requerimos aprovechar la oportunidad de que gran parte de los productores globales están buscando reducir su exposición a China para disminuir la incertidumbre. Es un gran momento para la economía mexicana, sin embargo, se requiere de un gran esfuerzo para fortalecer las capacidades productivas en el país, para ello es necesario establecer grandes acuerdos público-privados para lograr concretar este proceso.

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