Clemente Ruiz Duran

América Latina: el reto de la cooperación

Latinoamérica es una de las regiones más desiguales del mundo, coexistimos 642 millones de habitantes en un amplio territorio de 20.1 millones de kilómetros cuadrados.

Clemente Ruiz Durán

Latinoamérica es una de las regiones más desiguales del mundo, coexistimos 642 millones de habitantes en un amplio territorio de 20.1 millones de kilómetros cuadrados, con PIB por habitante sumamente desiguales, Uruguay con 15 mil 438 dólares y Haití con mil 177 dólares. En ella convivimos economías grandes como Brasil con un Producto Interno Bruto de 1,363,767 millones de dólares y México con 1,040,372 millones de dólares, con economías pequeñas cómo Nicaragua con 11 mil 905 millones de dólares y Haití con 8 mil 347 millones de dólares. Esta desigualdad se ha incrementado a través del tiempo; en lugar de reducirse ha provocado conflictos que no se han dirimido para lanzar un proyecto económico de cooperación.

La reunión de la CELAC mostró que existen visiones diferentes sobre la forma de cómo se deben abordar los problemas; un punto de coincidencia en la región fue reafirmar que antes que nada la salud es primero, lo cual es un gran logro y puede sentar las bases para un desarrollo futuro de mayores acciones de cooperación. Las tasas de vacunación son sumamente dispares en América Latina, Chile tiene 70 por ciento de su población vacunada, en tanto los tres grandes países de la región Brasil, Argentina y México cuentan con un 38, 44 y 32 por ciento de su población totalmente vacunados, en tanto las economías pequeñas como El Salvador, Honduras y Guatemala registran 50, 17 y 12 por ciento. En esta perspectiva un esfuerzo para lograr la vacunación para toda la población es un reto, pero sería un gran logro poner un piso sanitario para de ahí empezar a construir nuevas iniciativas de cooperación.

En materia económica la cooperación ha mostrado ser más difícil. El comercio intrarregional es de sólo 13 por ciento por el lado de las exportaciones y de las importaciones. Argentina es el país con un mayor comercio intrarregional con alrededor de 33 por ciento de sus exportaciones e importaciones, Brasil con un 16 por ciento por parte de las exportaciones y 21 por ciento por parte de las importaciones. México es el país que más alejado se encuentra de la región, su comercio intrarregional es sumamente reducido, sólo 4 por ciento por el lado de las exportaciones y 3 por ciento por el lado de las importaciones. La pregunta que surge es: ¿cómo es que México ha abandonado el mercado latinoamericano y mantiene un discurso de cooperación con la región?

La razón básica del alejamiento de la región en términos económicos ha sido sin lugar a duda el acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá, las empresas mexicanas perdieron el interés en desarrollar mayores vínculos con la región de América Latina. Vivimos tan cerca pero tan lejos en la práctica. Con América Central hemos desarrollado algunos vínculos a través de maquilas en el área textil y en algunos otros productos, pero no se ha logrado avanzar más allá. México tiene un problema en generar encadenamientos productivos dinámicos con regiones menos desarrolladas, tal como sucede en el sur del país, en donde tenemos los niveles de ingreso por habitante más bajos, y los programas de zonas económicas especiales que se han diseñado han sido limitados y no han operado en la práctica.


América Latina requiere ser más ambiciosa, debe plantear programas de mayor cooperación regional, cuestiones aterrizadas, como sería un programa de infraestructura regional tanto para las comunicaciones terrestres –como podría ser renovación de las carreteras y el diseño de ferrocarriles que comuniquen la Ciudad de México con Buenos Aires–. Un programa de este tipo abriría nuevos horizontes a la producción de toda la región, la primera condición para avanzar en una mayor integración es precisamente el desarrollo de comunicaciones que conecten a los principales mercados de la región, esto abriría el camino para el desarrollo de cadenas de valor regionales. El impulso a la producción local es la única solución a la migración, ya que, si América Latina está esperando que Washington abra sus puertas a la migración, podemos dejar pasar una oportunidad para desarrollar las capacidades de cooperación productiva que se requieren.

Se requiere crear mesas de planeación para la región en materia de infraestructura para ver la forma de poner en marcha comunicaciones más ágiles y a la vez diseñar la infraestructura que será necesaria para enfrentar al cambio climático, gran parte de las zonas costeras de América Latina van a sufrir de fuertes huracanes y requieren de una infraestructura que les permita sobrevivir. En estas mesas sería necesario que la región rediseñe sus fuentes de abastecimiento energético para que sean compatibles con la nueva realidad y se apeguen a las normas requeridas. La región ha vivido del petróleo para la generación de energía y para obtener divisas para su desarrollo, hemos llegado al límite, es momento del recambio energético y la región requiere entenderlo, países como Venezuela requiere reinventarse para adaptarse a la nueva realidad.

En momentos de crisis es cuando se pueden introducir cambios profundos en las estructuras institucionales, es momento de rediseñar el Estado latinoamericano de forma que tenga como perspectiva el recambio estructural necesario para afrontar los desequilibrios que se han hecho evidentes con la pandemia y con los embates del clima que han afectado a toda la región. Es momento de reformas profundas, la pregunta que surge es ¿quién deberá guiar a la región en los caminos tortuosos de la reestructuración? Son tiempos difíciles, la expectativa es que América Latina tenga tiempo de repensarse para los desafíos que enfrentamos y que no se quede en espera de que alguien haga la tarea por ella.

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