Carlos Ruiz Gonzalez

¿Frágil, robusto, resiliente o antifrágil?

Muchas empresas exitosas han surgido precisamente en momentos de crisis o han encontrado en esta las condiciones que, bien aprovechadas, les han permitido crecer y mejorar.

"Una dificultad deja de serlo

desde el momento en que sonríes y

la enfrentas"

Robert Baden-Powell

Hace poco tuve el gusto de presentar en una conferencia al ingeniero José Medina Mora, el próximo presidente Nacional de Coparmex. Él es un exitoso empresario, fundador y presidente del Consejo de Compusoluciones, empresa mayorista integradora de soluciones de Tecnología de Información y Comunicaciones. En 2007 la revista Expansión lo colocó entre los 100 empresarios más importantes de México y, en 2011 EY lo nombró Entrepreneur of the Year en el sector de Tecnologías de Información.

Empresario con una firme vocación social, Medina Mora es consejero de varias empresas y de instituciones de beneficencia. En sus empresas y sus actividades, siempre cuida a sus stakeholders: clientes, proveedores y, por supuesto, a su propio personal; tiene un programa muy interesante en el que los colaboradores de su empresa pueden optar por tener acciones de la misma.

Medina Mora impartió una interesante conferencia y al final tomó preguntas del público, muy numeroso, por cierto. Esta es una de las ventajas de hacer conferencias a distancia, se alcanzan audiencias que, de otra manera, no irían a un auditorio. En estas épocas de pandemia Medina Mora trató un tema muy interesante: la 'antifragilidad', concepto desarrollado por Nassim Nicholas Taleb(1), quien afirma que algunas cosas (en nuestro caso, empresas) se benefician de las crisis; prosperan y crecen cuando se exponen a la volatilidad, la aleatoriedad, el desorden y los factores estresantes. Hasta podríamos afirmar que aman la aventura, el riesgo y la incertidumbre.

Sin embargo, a pesar de la ubicuidad del fenómeno, no existe una palabra que describa con precisión lo contrario de frágil. Llamémoslo antifrágil. La antifragilidad está más allá de la resiliencia o la robustez. Lo resiliente resiste los golpes y permanece igual, lo antifrágil no solo no se destruye y permanece, sino que mejora.

Para entender el concepto, podemos afirmar que, ante el desorden, el caos o la crisis, la reacción de la empresa puede ubicarse en una de las siguientes cuatro categorías: frágil, robusta, resiliente o antifrágil. Estos conceptos se pueden aplicar a las empresas de la siguiente forma:

Frágil. Son las empresas que −literalmente− se 'quiebran' ante la adversidad, que aborrecen el cambio y siempre buscan estar tranquilas, si es posible en un nicho de confort. Su principal motivación es evitar los errores, por eso no arriesgan, ni experimentan y, como consecuencia, nunca innovan. Si quisiéramos compararlas a un elemento de la mitología griega, usaríamos 'la espada de Damocles', que en cualquier momento podría caerle encima; o como el diccionario de la Academia Española lo define como amenaza persistente de un peligro. Y es que ser frágil es precisamente estar en peligro de romperse ante una fuerza inesperada, latente, pero real.

Robusta. La fortaleza es una virtud muy importante, nos permite resistir y acometer, es una virtud a la que se aplica lo que veíamos en las demostraciones de preparatoria, "es necesaria, pero no suficiente" −para sobrevivir y mejorar después de la crisis−. Siguiendo con el ejemplo mítico, sería Hércules. Extraordinariamente fuerte, aunque la fuerza no le bastó para llevar a cabo sus famosas 12 labores, pues también utilizó su inteligencia.

Resiliente. Como el acero que se comprime ante la presión, pero retoma su forma cuando deja de sentir esa fuerza. La resiliencia nos permite resistir y hasta doblarnos, pero nunca rompernos y, al retirar la fuerza, volvemos a recuperar nuestro aspecto original. En la mitología sería el Fénix, un ave que 'renace' de sus cenizas.

Antifrágil. Es la empresa que crece y, sorprendentemente, hasta se fortalece ante la crisis, no teme al desorden, porque sabe enfrentarlo, experimenta y comete errores, pequeños y también grandes, pero aprende −y mucho− de ellos. La figura mítica sería la Hidra, esa bestia de múltiples cabezas que, al cortarle una, renacen dos.

Ser antifrágil no solo nos permite enfrentar la crisis, nos permite aprovecharla, terminando en mejores condiciones que cuando la enfrentamos. La crisis se convierte así en un momento de mejora, se trata de un viento fuerte que, en vez de acariciar, robustece y 'templa' el carácter. Es entonces cuando se entiende a la crisis como una oportunidad; muchas empresas exitosas han surgido precisamente en momentos de crisis o han encontrado en esta las condiciones que, bien aprovechadas, les han permitido crecer y mejorar. En efecto: "No puedes regresar a ser el de antes, debes regresar a ser mucho mejor…"

(1) "Antifragile: Things That Gain From Disorder", por Nassim Nicholas Taleb, Random House, Estados Unidos, 2012

* Profesor Decano del área de Política de Empresa (Estrategia y Dirección) en el Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa (IPADE).

COLUMNAS ANTERIORES

Planeación: el proceso de formulación de la estrategia
Estudiar, aprender: algunos consejos

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.