Competencia 2.0

¿Es la competencia una herramienta contra la inflación?

Las agencias de competencia deben resistir la tentación de servir a intereses de control de precios que normalmente atienden a fines políticos de corto plazo.

Especialista en competencia económica

Claramente hay desesperación con la escalada de precios que no cesa. Hay comentaristas, legisladores y funcionarios en todo el mundo presionando a las agencias de competencia para que tomen medidas directas contra la inflación. Por otro lado, abogados y economistas de competencia están alarmados del posible uso de las leyes de competencia económica para este propósito.

Hace unos días el afamado economista Larry Summers se lanzó con todo en contra de esta idea. El que fuere secretario del Tesoro de Estados Unidos y presidente de la Universidad de Harvard, fue especialmente crítico, al apuntar que el solo pensar que las leyes de competencia permiten combatir la inflación refleja la “negación de la ciencia”. Sin ser directo en sus señalamientos, Summers parece atacar las ideas que están surgiendo en la misma Casa Blanca para usar las leyes de competencia en contra de la inflación, y que las agencias se entrometan en el análisis del “nivel adecuado de los precios”. La administración Biden les ha solicitado ya a los reguladores que ayuden a controlar precios y ganancias “exageradas” en diversos mercados, como en los casos del transporte naviero, empacadoras de carne e incluso contra las grandes petroleras que están bajo investigación.

La mayoría de los economistas coincide con Summers, la inflación actual se debe principalmente a un aumento de la demanda de bienes y servicios en todo el mundo. La disrupción ocasionada por la pandemia en las cadenas de producción ha hecho que haya escasez desde chips hasta trabajadores, y eso es lo que ha hecho que los precios se incrementen en industrias con competencia. Incluso, la sobreintervención gubernamental podría tener un efecto contrario, y hacer subir (más) los precios, lejos de ayudar con este problema.

El riesgo de sobreutilización de las leyes de competencia es real en todo el mundo. Tratar de utilizar una medicina para todos los males, puede acabar destruyéndola. También es cada vez más palpable la tentación de su uso político para aparentar acción. Las leyes de competencia jamás fueron pensadas para luchar contra la inflación y los gobiernos no deben buscar que las agencias de competencia les ayuden a “controlar precios” o “márgenes de ganancia” como algunos pretenden.

Los precios altos o los empresarios ricos no son indicadores de falta de competencia por sí solos. Es cierto, los mercados con falta de competencia normalmente generan “precios altos” y generan grandes márgenes de ganancia para pocas empresas. Estos problemas pueden ser un indicio de falta de rivalidad de los participantes, por lo que la mira del regulador de competencia debe estar centrada en esas conductas y en esas fallas específicas. Al resolver esos problemas de competencia, probablemente se reducirán los precios o la inflación será menos grave, pero como resultado del combate de las prácticas monopólicas. En ese sentido, es claro que la competencia sirve para reducir los precios y generar mayor oferta de bienes y servicios y, por el contrario, la falta de competencia puede generar mayor inflación, pero el rol de la agencia no cambia, las autoridades deben aplicar las reglas de siempre, con rigor económico y debido proceso.

Las agencias deben resistir la tentación de servir a estos intereses de control de precios que normalmente atienden a fines políticos de corto plazo. Ya lo hemos vivido en México en el pasado, con la presión para que “controlen” el precio ante las subidas de precios del limón, la tortilla o el huevo, por ejemplo. En esas ocasiones, la agencia de competencia ha logrado evadir esas presiones de manera eficaz sin entrar en persecuciones de brujas como algunos políticos pretendían. Esperamos que las agencias de competencia de todo el mundo sigan rehuyendo a esas presiones para intervenir cuando los mercados sí funcionan y se concentren en resolver los problemas de competencia económica (que no son pocos) con las herramientas científicas que deben aplicarse. El tema de la inflación corresponde a otros actores.

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