Benjamin Hill

Los niños con cáncer y el misterio de las políticas públicas

Las políticas públicas son lo que hacen los gobiernos para solucionar los problemas de la sociedad que no se resuelven por vía de otros mecanismos de organización y control.

Desde la década de 1950, la Asociación de Industriales del Plomo en Estados Unidos sabían que la pintura para casas elaborada con plomo, utilizada en millones de hogares, estaba envenenando a miles de niños, especialmente en los barrios más pobres de Nueva York. Los niños no solamente son más vulnerables al envenenamiento por plomo, la pintura que contiene plomo tiene sabor dulce, lo que facilita que los niños se coman las hojuelas de pintura que se desprenden de las paredes. El exceso de plomo puede provocar convulsiones, problemas cognitivos y de aprendizaje en los niños, por lo que desde un principio parecía que ese asunto se configuraba como un problema social de la mayor gravedad. Sin embargo no fue así, el tema en realidad fue ignorado por años.

Las políticas públicas son lo que hacen los gobiernos para solucionar los problemas de la sociedad que no se resuelven por vía de otros mecanismos de organización y control, como son el mercado, la oferta y la demanda, las leyes y las normas sociales. Cuando esos mecanismos de control fallan, o demuestran ser insuficientes, los gobiernos intervienen con acciones que reciben precisamente el nombre de políticas públicas. Hay desde luego muchos problemas en la sociedad que no son atendidos, o a los que se presta menos atención de la que merecen dada su gravedad. Esa es la naturaleza de los gobiernos, deben atender múltiples problemas con recursos limitados. Eso exige que los gobernantes tengan que decidir qué problemas van a tratar de resolver, dentro de un ancho abanico de asuntos. A eso se le llama la agenda de políticas públicas. Cada gobierno tiene una agenda de políticas públicas propia. Muchas de esas políticas están vinculadas a visiones ideológicas, unas a preferencias o gustos específicos de los gobernantes, otras a propuestas y compromisos de campaña, y muchas otras van dirigidas a atender problemas específicos que aparecen a lo largo del camino. Por regla general, esa agenda se alimenta de temas que se discuten en medios de comunicación, de los análisis de la realidad que hacen los propios servidores públicos con base en indicadores de desempeño o información estadística, o de ejercicios de planeación. También pueden ser problemas que se elevan a la agenda de políticas públicas gracias a la acción de grupos de interés, o que llegan por vía de los vasos comunicantes que el gobierno mantiene con la sociedad, y que pueden ser los propios servidores públicos, los legisladores, organizaciones de la sociedad civil, organismos internacionales y un largo etcétera. Lo que es un misterio es cómo unos temas o problemas sociales alcanzan a figurar en la agenda de políticas públicas de un gobierno y porqué otros no llegan; muchos problemas se quedan ahí, tirados e ignorados a pesar de su evidente importancia, mientras que otros, que pueden parecer banales, mantienen la firme atención del gobierno. Es un misterio.

De 1955 a 1963 se identificaron mil 704 casos de envenenamiento de niños con plomo en Nueva York, algunos de los cuales murieron. A pesar de eso, de que el sistema de salud de la ciudad tenía registros de que había un problema, no se convirtió en un tema de la agenda de las políticas de la ciudad. En 1969 se publicaron una serie de artículos acerca de este asunto en el semanario Village Voice, una revista de poca circulación, pero muy leída entre la élite cultural y política neoyorquina. El escándalo pasó a medios de comunicación masivos y de ahí, a la agenda de políticas públicas de la ciudad, la cual mantiene hasta el día de hoy, más de cincuenta años después, un programa amplio de prevención de envenenamiento de niños con plomo.

Hace unos días el presidente pidió a los funcionarios de su propio gobierno, con nombre y apellido, que resuelvan el problema de desabasto de medicamentos oncológicos para niños y en general, de personas que padecen cáncer, desabasto que ha afectados a los sistemas público y privado de salud en México desde hace al menos unos dos años, y que ha sido ampliamente discutido en medios de comunicación. Algo pasó –no hay duda– que permitió que ese problema llegara de manera formal a la agenda de políticas públicas prioritarias de su gobierno.

El problema de desabasto de medicamentos en México no se limita a los que se usan para el tratamiento del cáncer, pero la intervención del gobierno en otros casos sí ha sido exitosa y contrastante. Hubo un importante esfuerzo de cabildeo impulsado por grupos organizados para resolver el desabasto de medicamentos para la atención del VIH-Sida. En ese caso, el gobierno los escuchó y atendió el asunto de forma eficaz. Por algún motivo, los enfermos de cáncer, y en especial los niños enfermos y sus padres, no habían recibido hasta ahora una respuesta equivalente por parte del gobierno. Para muchos de ellos, ya es demasiado tarde. Tal vez esta experiencia sea una lección y una oportunidad para redefinir la manera como construimos entre todos una agenda de políticas públicas que atienda, fuera de la niebla cegadora del debate político-partidista, los problemas reales de la sociedad pero muy en especial, de aquellos que afectan a nuestros niños.

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