Benjamin Hill

El ‘déjà vu’ electoral de la Ciudad de México

Ingreso, educación y participación electoral son elementos que parecen afectar el voto para Morena, al igual que ocurría con el voto del PRI en el siglo pasado.

El mapa de la Ciudad de México dividido por el resultado de las elecciones pasadas. Una ciudad cortada de tajo por la mitad en dos hemisferios, oriente y poniente, morenistas y opositores, izquierda y derecha, ricos y pobres, tepache y champán, Alemania del este y del oeste, los que pagan impuestos y los que reciben subsidios. Los memes y chistes malos que dominaron la discusión pública a propósito de esta división territorial –algunos de ellos que rozaban o incurrían de lleno en un despreciable clasismo–, son desde luego demasiado tontos y superficiales como para ser tomados en serio. Pero más allá de eso, hay mucho en este fenómeno electoral que hay que tratar de entender para tener una mejor idea de qué fue lo que pasó en las pasadas elecciones, cuáles fueron las motivaciones de los electores y en general el porqué de esta inédita división territorial.

Debemos tomar en cuenta que un mapa puede ser una mala o buena fuente de información. Incluso la exactitud puede ser engañosa, como el desmesurado mapa de Suarez Miranda, descrito por Borges, que era del tamaño exacto del país, y por lo tanto, inservible. Alejandro Moreno advirtió hace poco, comparando a las encuestas con mapas en movimiento, que las descripciones de fenómenos sociales están en permanente proceso de transformación. “A las encuestas se les suele comparar con una fotografía del momento; yo las veo como mapas en movimiento. Son la cartografía social de algo que está en continuo cambio: nosotros”. (El Financiero, 4 de junio de 2021). Encasillar a los votantes de ambos lados de la ciudad por el resultado de esta elección en categorías de clase, no ayuda a entender los cambios que se han presentado en las preferencias electorales a lo largo del tiempo, ni a comprender las dinámicas que pueden producir cambios en el futuro.

Georgina Jiménez realizó un análisis preliminar sobre lo que ocurrió en las elecciones pasadas y que no se detiene en los aspectos llamativos de la división territorial-electoral este-oeste de la Ciudad de México (El cheque en blanco que no era: ¿qué pasó el domingo en la Ciudad de México?, Animal Político, 10 de junio 2021). Hay tres hallazgos de esta investigación que encuentro importantes: en primer lugar, las secciones electorales que perdieron en 2021 los partidos que apoyaron al presidente en comparación con 2018, fueron aquellas con mayor poder adquisitivo; segundo, los diputados de Morena perdieron 97 por ciento de las secciones electorales con más de 12 años de escolaridad promedio. Es decir, a mayor escolaridad, menos votos para Morena. En tercer lugar, hay una fuerte correlación entre las secciones con mayor participación electoral y el voto por la oposición: a mayor participación, menos votos para Morena. Este último dato coincide con la encuesta preelectoral de El Financiero (2 de junio de 2021), en la que se aprecia que los posibles electores que apoyaban al PAN y al PRI lucían más incentivados a salir a votar que los simpatizantes de Morena.

Hay aquí un déjà vu electoral: el voto para Morena en la Ciudad de México, al menos para este análisis preliminar, tiende a parecerse al voto del PRI del siglo XX. Más allá de las caricaturizaciones que ubican a Morena como una versión rediviva del PRI de los años setenta, lo cierto es que ambos partidos parecen compartir un perfil de votante de bajos ingresos y baja escolaridad, así como una correlación negativa con altos porcentajes de participación ciudadana. Ingreso, educación y participación electoral son elementos que parecen afectar el voto para Morena, al igual que ocurría con el voto del PRI en el siglo pasado.

Una clase media educada y motivada para ejercer su voto de castigo, marcó la diferencia para la Ciudad de México entre las elecciones de 2018 y 2021. El voto para Morena en la ciudad, tal vez como ocurría con el voto para el PRI en el siglo pasado, posiblemente se apoyó en electores de bajos ingresos que en consecuencia suelen ser conservadores y votan bajo criterios de “más vale malo por conocido”. También sería relevante conocer si existió alguna influencia en el resultado de estas elecciones que tuviera como explicación la compra de votos o los apoyos gubernamentales en forma de programas sociales de transferencias directas, que inciden de forma especial precisamente en electores de bajo ingreso. Lo mismo podemos decir acerca de la posible influencia de la pandemia de Covid-19, que afectó particularmente a la ciudad, o el efecto de la tragedia en la Línea 12 del Metro.

Entender lo que ocurrió en la Ciudad de México en estas elecciones es importante para desbancar mitos que simplifican una realidad que es muy compleja y que no caben en una explicación meramente territorial. Será relevante ahondar en el análisis de los datos para conocer con mayor cuidado lo que ocurrió en esta elección y las razones por las cuales el fenómeno electoral que fue Morena en 2018, al menos en el caso de la Ciudad de México, se desinfló de tal forma en tan sólo tres años.

COLUMNAS ANTERIORES

Trump sigue gobernando
De toros y toreros

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.