Antonio Ocaranza Fernandez

Pago de bonos y la credibilidad de AMLO

El columnista señala los retos que enfrenta el próximo gobierno en el tema del pago de bonos.

La popularidad que Andrés Manuel López Obrador obtuvo con la cancelación del nuevo aeropuerto internacional de México (NAIM) puede ser eclipsada por el costo del pago de deuda contratada con los tenedores de bonos que se emitieron para financiar su construcción. El gobierno parece haberse sorprendido de las implicaciones financieras que representa cancelar la obra y ha carecido de un plan congruente de comunicación.

Más allá de la falta de coordinación en las declaraciones del Grupo Aeroportuario, de los Secretarios de Hacienda, Carlos Urzúa, Turismo, Miguel Torruco, y Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, el mayor reto del gobierno es explicar, sin contradecir sus propios valores, porqué los mexicanos pagarán 6 mil millones de dólares para recuperar bonos de inversión que no se habrán traducido en una sola obra pública. A cambio de ese pago no habrá una terminal aérea, ni una pista de aterrizaje, ni un hangar, ni un pasillo teleférico ni una sala de espera nuevos.

Cuando un gobierno fundamenta buena parte de sus decisiones en la defensa de los intereses de los que menos tienen y busca allegarse recursos para sus programas sociales aún a costa de tensiones y enfrenamientos, resulta difícil explicar porqué cada mexicano, pobre y rico, aporte $50 dólares para pagar a inversionistas extranjeros a cambio de nada.

En el tema del pago de bonos el gobierno enfrenta 4 retos:

1.- Mantener disciplina: el tema del NAIM tiene cuatro proveedores de información, el Presidente, la SCT como responsable de la construcción, la SECTUR como principal beneficiario y la SHCP a cargo del financiamiento. Los tres Secretarios han generado confusión con declaraciones contradictorias pero parece que Hacienda ha tomado el control del tema. El más disciplinado, sorprendentemente, ha sido el propio Presidente quien tiene muy claro que una declaración desafortunada sobre la cancelación del aeropuerto podría detonar demandas inmediatas en las cortes de Estados Unidos antes de que el gobierno pueda terminar la negociación del pago.

2.- Justificar que paguen los pobres por un aeropuerto inexistente: la decisión de cancelar el NAIM estaba basada, en parte, en el argumento de que beneficiaba a un grupo selecto de mexicanos y no era justo que lo pagaran quienes menos tienen. Era un gasto superfluo para un país pobre. Pero para los mismos mexicanos que apoyaron la cancelación, pagar los bonos a cambio de nada debe ser incongruente e insostenible.

3.- Evitar la narrativa anti AMLO: el gobierno debe estar preocupado de que la oposición tome este tema para alimentar la narrativa que exhibe al Presidente como un líder terco que no escucha; un demagogo interesado en ganancias políticas a costa de racionalidad económica e incapaz de ejercer autocrítica y corregir errores.

4.- Definir a tenedores como fondos buitre: el gobierno tiene la tentación de deslegitimar a los tenedores de bonos presentándolos como fondos buitre que desean ganancias de corto plazo y vulneran la soberanía de las naciones, pero no puede hacerlo si desea llegar a un acuerdo rápido. Adicionalmente, será políticamente costoso terminar pagando a los tenedores a quienes se ha esforzado en desprestigiar.

Por estas razones el gobierno parece atascado. Sería más sensato, y tendría un menor costo político y económico, retroceder y terminar el NAIM como está planeado. AMLO sería capaz de construir una nueva narrativa que justificara la retracción, mandaría una señal de racionalidad económica y sensibilidad a la sociedad y a los inversionistas, liberaría recursos públicos para proyectos sociales que desea emprender y México tendría un nuevo aeropuerto.

El pago de los bonos es una decisión más controversial que la cancelación del aeropuerto. Carece de sentido dentro de la narrativa del propio gobierno de buscar recursos financieros y eliminar el dispendio. Más aún, representa un peligro político para AMLO porque la oposición y sus detractores pueden encontrar en esta decisión un torpedo que impacte la credibilidad del gobierno por debajo de su línea de flotación.

Director de Oca Reputación

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