Directora del Think Tank Early Institute.

La baja en la tasa de natalidad: un reto mundial

Pese a los esfuerzos de los gobiernos para alentar los nacimientos con la implementación de políticas públicas pronatalistas, aún no se ha reflejado un resultado positivo.

Últimamente, se ha registrado una baja en la tasa de natalidad a nivel mundial, lo que podría desencadenar importantes efectos en las economías y dinámicas sociales de los países. En un artículo publicado por el Wall Street Journal, se habla de que la fecundidad está registrando una significativa reducción en todo el mundo, lo cual se asocia a la participación de la mujer en los ámbitos laborales y educativos, entre otros factores.

Según el escrito, la caída de la natalidad está tomando a muchos por sorpresa aun cuando la situación es producto de varias décadas atrás. Por ejemplo, en los últimos años se ha visto una tendencia a la maternidad tardía y a la negación de las parejas por tener hijos. Sumado a esto, las crisis financieras y las exigencias laborales, que impactan en el tiempo dedicado a la crianza, han contribuido a la baja tasa de natalidad.

La preocupación ha escalado, ya que se considera que estamos muy cerca de perder el punto necesario para mantener constante la población.

Por ejemplo, en Estados Unidos se estima que el número de bebés que tiene cada mujer está por debajo de la tasa mundial de reemplazo, que es alrededor de 2.2. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) supuso que a finales de la década de 2020 la tasa de fertilidad sería de 2.4. Sin embargo, para 2021, concluyó que ya había bajado a 2.3, aproximándose a lo que los demógrafos consideran como tasa de reemplazo global, que es alrededor de 2.2. La tasa de reemplazo es la que mantiene estable a la población a lo largo del tiempo y su baja significa un deterioro en la dinámica generacional.

En cifras más concretas, en 2023 China reportó 9 millones de nacimientos, esto es, 16 por ciento menos de lo proyectado por la ONU. En Estados Unidos, también en 2023 nacieron 3.59 millones de bebés, es decir, 4 por ciento menos de lo proyectado por la ONU. En otros países menos desarrollados, el descenso es aún mayor: Egipto señaló tener 17 por ciento menos de nacimientos el año pasado y en 2022, Kenia reportó un 18 por ciento menos.

Pese a los esfuerzos de los gobiernos para alentar los nacimientos con la implementación de políticas públicas pronatalistas, aún no se ha reflejado un resultado positivo. Los apoyos van desde beneficios fiscales, licencias parentales, subsidios para la vivienda y pagos para la educación hasta la creación de bonos por bebés.

Especialistas señalan que esta situación podría significar una ‘segunda transición demográfica’, es decir, un descenso en la fecundidad que deriva en una reorientación de toda la sociedad hacia el individualismo, vulnerando la importancia del matrimonio y la paternidad.

Desde Early Institute buscamos visibilizar el panorama que enfrenta la población humana y que pudiera afectar diversas áreas a nivel global. Por ello, es importante promover políticas públicas que protejan la maternidad, incentivando que la decisión de tener hijos se vea acompañada de un apoyo integral en el que predomine el respeto a los derechos fundamentales en beneficio de un equilibrio demográfico.

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