Análisis sin Fronteras

Sin agenda ni interlocutores: ¿Cancelar la reunión presidencial?

López Obrador está buscando cualquier razón para no viajar la semana que entra a Washington, ante lo que se anticipa como una reunión catastrófica con Joe Biden.

El presidente López Obrador literalmente lleva semanas cuestionando públicamente al presidente Joe Biden y legisladores estadounidenses. No solo ha expresado cuál debe de ser la agenda de la reunión: migración y cooperación para reducir la inflación, además de exigir un indulto para Julián Assange, que pronto será extraditado a Estados Unidos.

Una regla universal para las negociaciones diplomáticas, en general, es que mientras más públicas son las negociaciones, incrementa las posibilidades de que no se llegue a un acuerdo. Y claramente lo que está haciendo el presidente es negociar la agenda de la reunión en las mañaneras. El exigir públicamente el indulto de Assange es asegurar que esto simple y llanamente no sucederá. Pueden ustedes imaginarse al presidente Biden acordando dejar en libertad a Assange ‘porque lo pidió López Obrador amenazando con desmantelar la Estatua de Libertad’; la prensa tacharía al ya debilitado políticamente Joe como incompetente.

A López Obrador le importa un comino la libertad de Assange. Si hubiera querido ayudar al controvertido ‘activista’ promotor de la ‘transparencia’, la petición se hubiera hecho en una forma privada y no incluirlo en la agenda presidencial.

También otra regla de las negociaciones diplomáticas es que mientras más ofensivos son los comentarios públicos, es una clara señal de que no se quiere llegar a un acuerdo. Y hay que decirlo, los comentarios del presidente de México de desmantelar la Estatua de la Libertad, el mismo 4 de julio, día de la Independencia del vecino, solamente se puede considerar como altamente ofensivo.

Podría haber varias explicaciones: el presidente de México ignora el impacto que tiene sus comentarios en Estados Unidos. Otra posibilidad es que simple y llanamente no quiere ir a Washington y está buscando sabotear la visita buscando una ‘desinvitación’ de la Casa Blanca. O posiblemente López Obrador escucha al Embajador Ken Salazar y no a su canciller, Marcelo Ebrard.

Cada reunión del embajador Ken Salazar en Palacio Nacional (hasta tres veces en una semana) incrementa la sospecha de que Marcelo Ebrard y la Cancillería dejaron de ser los interlocutores con Estados Unidos. La forma en que públicamente alaba y defiende López Obrador al embajador de Estados Unidos son señales de que, en lugar de hacer negociaciones institucionales, las decisiones relevantes y complejas de la relación bilateral las hace el presidente de México solo, sin consultar con sus asesores y aparentemente sin una visión histórica de las implicaciones de sus posiciones públicas.

Y a una semana de que se lleve a cabo el encuentro entre los presidentes, el New York Times publica un artículo devastador con críticas de actuales funcionarios y analistas de las actuaciones diplomáticas del embajador, Ken Salazar. El cuestionamiento fundamental es que Salazar es “demasiado” cercano al presidente de México, a tal punto de que no está cumpliendo con sus funciones de defender los intereses fundamentales de su país.

Más allá de que sean justas o injustas las acusaciones en contra de las actuaciones del embajador de Estados Unidos, el problema fundamental es que el artículo del New York Times ha debilitado enormemente la capacidad de Salazar de ser un interlocutor fiable. Si no es Salazar, ni Ebrard, la pregunta es ¿quiénes son los interlocutores entre México y Estados Unidos?

Insisto, creo que López Obrador está buscando cualquier razón para no viajar la semana que entra a Washington, ante lo que parece que será una cumbre catastrófica con Biden. Además, habrá que ver quién lo acompaña, ya que esta semana los secretarios de Gobernación y de Hacienda, ambos, salieron positivos a Covid-19. Si tenía intenciones de llevar a Adán Augusto López como su ‘corcholata’ preferida, para placearlo en la capital estadounidense, ‘pos’ ahora no podrá. Yo me pregunto: ¿México puede permitir que viaje López Obrador a Washington para buscar un acuerdo de cooperación en materia de inflación sin su chaperón el secretario Rogelio Ramírez?

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