Análisis sin Fronteras

2022, se define el futuro de Ebrard (parte dos)

El año entrante podremos descifrar si el actual canciller, Marcelo Ebrard, será el candidato de Morena a la presidencia de la República.

Lo señalé la semana pasada, predecir lo que podría suceder en los siguientes doce meses es difícil, aún en la era López Obrador, quién a diario anuncia cuáles son sus intenciones en las conferencias mañaneras. Los no partidarios del presidente siguen apostando a los tradicionales pesos y contrapesos para detener o mitigar los instintos autoritarios del mandatario. Pero, como vimos esta semana, con la arremetida en contra del Instituto Nacional Electoral por posponer la consulta de revocación del mandato, cuestionamientos a las instituciones de educación superior y académicos que lo conforman, la rama judicial, incluyendo los ministros de la Corte Suprema, y todos los medios de comunicación que lo cuestionan. Está por verse la independencia que tendrá la nueva gobernadora del Banco de México, Victoria Rodríguez Ceja, y la nueva directora del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), Graciela Márquez Colín, nombradas recientemente por el presidente. En el 2022 seguramente tendremos indicios de la capacidad de estas dos funcionarias de mantener su independencia ante lo que será, seguramente, presiones desde Palacio Nacional.

Por lo anterior, es hasta más relevante seguir de cerca los pormenores de la guerra intestina dentro de Morena y como eso podría el proceso de reemplazo a López Obrador lo que mitigue al presidente.

Y aunque en 2022 no sabremos quién es el candidato de López Obrador para la presidencia, lo que podremos descifrar el año entrante es si el actual canciller, Marcelo Ebrard, será el candidato de Morena.

El problema del presidente es que tiene que justificar la candidatura de su delfín mediante encuestas nacionales que se llevarían a cabo a finales de 2023. Y hasta este momento la ventaja lo tiene el canciller con una gran estrategia de comunicaciones que difícilmente podrían competir otros candidatos. Y, cada vez que Claudia Sheinbaum sale de la problemática Ciudad de México, abre paso a que la oposición la ataque por abandonar sus responsabilidades como jefa de Gobierno. Adicionalmente, ella tiene poderosos enemigos en la Ciudad de México -Ricardo Monreal, por ejemplo- que estarían dispuestos a sabotearla a ella y a la ciudad para asegurar que no sea la candidata.

Y es que, para Ebrard, de no llegar a ser el candidato del presidente y de Morena, la verdad le convendría más asegurar que pierda quien sea el candidato de López Obrador por razones existenciales: el enfrentamiento por la presidencia será a muerte. Si pierde Ebrard y gana Sheinbaum, él tendrá que salir del país y probablemente refugiarse de nuevo en Francia (¿será que esto explique por qué el canciller francés, Jean-Yves Le Drian, recibiera en Palacio Nacional la Orden del Águila Azteca?). También está la real posibilidad de que Ebrard se lance como candidato de la oposición, ya sea mediante una coalición o con Movimiento Ciudadano.

La decisión de Ebrard seguramente impactará a quién apoyará López Obrador como candidato. Además, claro está, como las encuestas reflejen la popularidad del presidente y quiénes son los candidatos por los partidos de la oposición. En las elecciones intermedias de este año, literalmente candidatos impresentables ganaron, gracias a la popularidad del presidente. Estoy convencida de que con el apoyo de López Obrador una foca o un pingüino hubieran ganado una silla. Así de popular es el presidente y así de débil es la oposición, así de frágil el proceso electoral, ya que está documentado cómo grupos del crimen organizado apoyaron candidatos de Morena. ¿Por qué pensar que esto cambiaría en 2024?

Pero el contagio de popularidad del presidente tal vez no sobreviva 2022. Dependerá de lo que suceda con la violencia, la economía y la pandemia por COVID 19. Y, de caer la popularidad del mandatario, posiblemente 2024 será más competitivo y el legado de López Obrador podría estar en entredicho. López Obrador y su candidato o candidata tendrán que enfrentar una real competencia electoral. Por lo tanto, atacar al INE, continuar promoviendo una estrategia de ‘abrazos y no balazos’ que le deja abierta la puerta a grupos del crimen organizado de participar -’colaborar’- en los procesos electorales. En este escenario, el papel y la decisión de las Fuerzas Armadas será fundamental. De esto analizaremos en la siguiente entrega.

Si Ebrard sobrevive políticamente 2022, aumenta dramáticamente la posibilidad que sea el delfín en 2024. La caída del canciller no significa que la prometida será Sheinbaum. Lo que sí sabemos es que habrá una guerra abierta y violenta entre los diferentes bandos en Morena.

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