Desde San Lázaro

La CDMX huele a muerte

La CDMX huele a muerte y el virus se expande progresivamente ante la complacencia e irresponsabilidad de las autoridades capitalinas y del mismo presidente.

Con los hospitales saturados por Covid-19, con buena parte de los chilangos infectados aunque muchos de ellos no lo saben, la capital del país y la zona metropolitana se han convertido en el mayor foco de infección de todo el territorio nacional.

¿Cuántos muertos más, Claudia? Ella aguanta; el otro, no la deja actuar.

La metrópoli ya está en semáforo rojo, ese que, cuando se instrumentó, era la panacea y que ahora ya no sirve para nada. Es irrelevante el color para Hugo López-Gatell y para la señora Sheinbaum, lo que pone en evidencia su irresponsabilidad, y de Jorge Alcocer, secretario de Salud, aunque en descargo de ellos, hay que decirlo, sus decisiones responden a indicaciones del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Predominan los criterios políticos, por encima de los científicos.

México ocupa el lugar 12 de los países con mayores casos, 20 por ciento corresponden a trabajadores de la salud y este es el porcentaje más alto del mundo y de acuerdo al Instituto para la Métrica y Evaluación de la Salud, de seguir con la tendencia actual, para dentro de tres meses el número de decesos por Covid-19 llegará a 162. Los anteriores datos están basados en las cifras del gobierno que como se sabe están subestimadas.

De hecho, la primera causa de muerte en México es por el coronavirus. Ya está por encima de las enfermedades infecciosas, cáncer, problemas cardiovasculares o diabetes.

Todo este desastre no es producto sólo del virus, sino de malas decisiones del gobierno en el manejo de la pandemia que, de haberse enfrentado de manera oportuna, inteligente y agresiva, ya estaría muy cerca de encontrarse bajo control.

Simplemente en la capital del país apenas hace tres semanas se empezaron a aplicar las pruebas de detección masivas.

Este retardo, al igual que las medidas laxas que ha tomado la jefa del gobierno capitalino, ha provocado que la capital sea el vórtice del contagio en México.

La bandera del respeto a una 'ciudad de libertades' está más desgastada y deslavada por la sangre de las víctimas del Covid-19, pero ni así van a claudicar en una lucha absurda en la que pierden todos los días los ciudadanos, quienes ante la complacencia de las autoridades, atiborran los espacios públicos, principalmente del Centro Histórico para multiplicar la enfermedad y la muerte.

La principal recomendación y las más elemental para protegerse del coronavirus (el uso del cubrebocas) es ignorado por el presidente de México, ya que todas las mañanas reitera con su actitud y declaraciones de que no es necesario usarlo.

La vacuna contra el Covid-19 ya está en México pero sólo se repartirá entre los trabajadores de la salud, el Ejército, la Marina y por supuesto a algunos privilegiados que trabajan en el gobierno de la 4T y párele de contar. La población vulnerable y el resto de los mexicanos la tendremos varios meses después, mientras tanto, seguirá la guadaña de la muerte cercenando vidas.

López Gatell le sigue apostando a la inmunidad del rebaño sin vacuna y López Obrador a capitalizar el uso de la vacuna para fines electorales. ¿No me cree? En las próximas semanas lo iremos constatando, mientras tanto, una muestra de ello: nadie puede comprar vacunas, ni los gobernadores ni los hospitales privados, sólo el gobierno federal. Y cuál es la razón de ello, pues sencillamente sacar raja política de esta situación rumbo a la elección intermedia de 2021.

La CDMX huele a muerte y el virus se expande progresivamente ante la complacencia e irresponsabilidad de las autoridades capitalinas y por supuesto del mismo presidente de México.

Consulta más columnas en nuestra versión impresa, la cual puedes desplegar dando clic aquí

COLUMNAS ANTERIORES

Las contingencias ambientales tiran las promesas electorales
En la víspera del tercer debate

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.