Desde San Lázaro

Apagones y recortes de agua por la ineptitud gubernamental

Es necesario establecer una agenda mínima para garantizar el servicio de agua potable y el suministro de energía para la industria y los hogares mexicanos.

Avanza el cambio climático en proporción directa con la ineptitud de los funcionarios públicos encargados de establecer políticas públicas para hacer la parte que le corresponde al gobierno mexicano conforme a los compromisos asumidos en las cumbres mundiales sobre el tema.

Además de establecer una agenda mínima para garantizar el servicio de agua potable a la población, es indispensable contar con un plan estratégico nacional para garantizar los combustibles necesarios para mover la industria y proveer de gas y luz a los hogares de los mexicanos.

En esta administración se ha fallado en estos temas y por lo que se vislumbra, será un sexenio perdido que bien pudo aprovecharse para construir los depósitos de gas y de aumentar la producción de combustibles limpios, en vez de promover a los combustibles fósiles, incluso con la construcción de una refinería que, a pesar de haber sido inaugurada en julio de 2022, no ha refinado ni un litro de gasolina.

Si no llueve no hay agua y si el clima es adverso, se vislumbran los inminentes apagones, por la falta del insumo más importante para mover las plantas eléctricas de ciclo combinado que tiene la CFE.

La exorbitante demanda de gas por parte de los consumidores estadounidenses ante la mayor tormenta invernal de la temporada, reducirá la exportación de ese energético a nuestro país, con los inevitables y costosos daños a la industria nacional.

La sequía provoca daños severos al campo y mantiene en vilo a las grandes ciudades por el bajo nivel del vital líquido que tienen las presas en el territorio nacional, en donde, por ejemplo, todo el sistema Cutzamala está colapsado por la falta de lluvias y por la desviación de vertederos rumbo a ranchos y fincas privadas.

En el segundo semestre del año pasado, se encendieron las alarmas por el agotamiento del suministro por parte del sistema Cutzamala del Valle de México y se advirtió que de no racionalizar el consumo del vital líquido, se habrá agotado totalmente, luego de varios años de sequías y de los efectos del cambio climático.

Y qué hizo el gobierno, aparte de castigar a la población con la racionalización del agua, pues de fondo nada, ya que obra pública que carece de presupuesto federal, pues resulta ser pura demagogia y ese el caso preciso del tema que nos ocupa.

No se han etiquetado recursos del presupuesto a gran escala para atender el problema del desabasto de agua y marchar a la par de la demanda en cuanto a los energéticos, sobre todo aquellos que son renovables y considerados limpios.

Vaya bomba que deja López Obrador a la próxima presidenta de México, al entregarle las dos empresas productivas del Estado, Pemex y CFE, con un serio problema de mantenimiento y gran déficit en torno a la atención de la demanda creciente que requiere el país.

La tan manoseada soberanía energética de la que se jactan López Obrador, Romero y Bartlett, son solo ‘chaquetas mentales’, que existen tan solo en el discurso demagógico, porque, en realidad, será mayor la dependencia de las importaciones de gasolinas y gas que cuando el tabasqueño llegó al poder.

El agrónomo Octavio Romero presumió el 5 de enero de este año que se dejará de comprar gasolina del exterior debido a la modernización del Sistema Nacional de Refinación, que incluye Dos Bocas y Deer Park, sin embargo, esta será otra de las grandes mentiras del sexenio y vaya que hay muchas de ellas.

La CFE anunció tardíamente 15 nuevos proyectos de líneas de transmisión y transformación, pero se quedó rezagada en la construcción de plantas eólicas y solares, al tiempo de darle el mantenimiento mayor adecuado a todas las hidroeléctricas y termoeléctricas, además de Laguna Verde, que representa un grave peligro para las comunidades vecinas, por el riesgo real que existe en torno a una fuga radioactiva.

Desde hace por los menos siete lustros, sabemos del inevitable colapso que podría sufrir la Ciudad de México, ante la falta de agua y desde ese entonces, van y vienen gobernantes y nadie hace nada de fondo para atender lo inevitable, y menos con la izquierda en el poder, que solo hace obras de relumbrón y no aquellas de gran calado que requieren invertir grandes recursos públicos y que se llevan varios años para su construcción; el resultado está a la vista, la gran capital morirá de sed, cuando en el pasado era una zona lacustre en la que el agua era el mayor patrimonio de sus habitantes.

Desde 1997, cuando Cuauhtémoc Cárdenas llegó al gobierno de la CDMX, se ha recrudecido el problema de la escasez de agua y así ha sido hasta la fecha con sus sucesivos gobiernos hasta llegar a Martí Batres, quien anunció que se harán captadores de lluvia para solucionar el problema.

COLUMNAS ANTERIORES

¿Y si van empatadas?
La autocracia suelta sus últimos coletazos

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.