Desde San Lázaro

Acapulco resurgirá por la iniciativa privada y la sociedad activa

Acapulco será un destino turístico fantasma, si la iniciativa privada y la sociedad civil no participan en la gran reconstrucción que se requiere.

La tragedia que vive Acapulco y municipios por donde arrasó Otis, ha ‘encuerado’ al gobierno del presidente López Obrador, en cuanto a la carencia de recursos económicos que estaban destinados para atender precisamente este tipo de contingencias.

El fondo para apoyo de empleo temporal, el Fonden, el fondo de recuperación y otros tantos, se fueron a la coladera de las obras insignia del presidente López Obrador y los programas sociales con tintes electoreros.

En 2021, desaparecieron 109 fideicomisos por un monto de 135 mil millones de pesos, la mayor parte de ellos eran precisamente para contar con recursos públicos y atender a la población afectada en este tipo de siniestros.

Dice el subsecretario de Egresos de la SHCP, Juan Pablo de Botton, que están disponibles 14 mil 278 millones de pesos en el Fonden de la 4T, empero, suponiendo que existan, no son suficientes para reestablecer la cadena para generar empleos de inmediato, ni para la reconstrucción de la infraestructura urbana destruida y menos para atender en sus necesidades básicas al millón de damnificados.

La realidad es que el gobierno carece de la liquidez para atender los daños ocasionados por Otis y ello se observará en plenitud con la aprobación final del Paquete Económico 2024, en el cual se verá la etiquetación final del presupuesto para Acapulco.

Las mentiras y las falsas expectativas se contraponen con los datos duros y estos avizoran que en este sexenio, Acapulco será un destino turístico fantasma, si es que la iniciativa privada y la sociedad civil no participan en la gran reconstrucción que se requiere.

El gobierno de la 4T extinguió fideicomisos que en estos momentos serían vitales para sacar a los damnificados de Guerrero del estado de inanición en que se encuentran.

Los estímulos fiscales anunciados por el gobierno, si bien ayudan a los contribuyentes afectados, son tan solo paliativos inmediatos que no sirven de mucho, sino que se acompañan con programas de financiamiento con tasa de intereses inferiores al 5 por ciento anual.

Me comenta un personaje que tuvo altas responsabilidades en gobiernos anteriores, que se necesita la instrumentación inmediata de un programa de apoyo al empleo temporal para hacer tareas de limpieza y reconstrucción, apoyado por los tres niveles de gobierno, que permita arrancar la habilitación de lo dañado, al tiempo de implementar con las aseguradoras, financiamiento barato para recobrar las viviendas perdidas.

Desde luego, debe establecerse el apoyo económico directo a la población afectada mediante tarjetas de débito que permitan la compra de materiales de construcción y enseres electrodomésticos.

La adquisición de “bonos cero” en el mercado internacional, con amortizaciones y el pago total a un plazo no menor a 20 años, podría financiar de inmediato a todos aquellos propietarios de todos los condominios afectados, hoteles y negocios, para reestablecer en el corto plazo el funcionamiento de sus inmuebles y con ello la preservación del empleo, con tan solo el pago de intereses, ya que el capital lo deberían asumir los tres niveles de gobierno.

La construcción de vivienda es otra prioridad que requiere atención inmediata.

La capacidad financiera y económica del gobierno de la 4T está muy acotada por el creciente gasto de las pensiones, deuda, intereses, rescate de Pemex y obras como Dos Bocas, Tren Maya y el aeropuerto Felipe Ángeles, además del gasto corriente y de todos estos recursos que ya están comprometidos, le queda al gobierno tan solo un margen de maniobra sobre el 4 por ciento de los ingresos públicos, mismos que sin la tragedia de Acapulco, no alcanzan para otras prioridades que tiene el gobierno que atender, por ejemplo, el abasto de medicamentos y la compra masiva de vacunas anticovid, autorizadas por la Organización Mundial de la Salud, tan solo por citar un caso.

La deuda aprobada por el Congreso para el próximo año de 1.9 billones de pesos, se justificaría si buena parte de esos recursos se destinaran a Acapulco, sin embargo, no será así, ya que los necesita para fondear los rubros antes descritos, además de ‘operar’ en un año electoral.

La estrategia del gobierno federal para Acapulco se constriñe en los 11 meses restantes de la actual administración a sacarlo de la agenda pública con los fuegos pirotécnicos que se lanzan en la mañanera como distractores y dejar que otros se encarguen del rescate del puerto.

Acapulco es parte del ADN del mexicano, sobre todo del que vive en la zona centro del país, que ha hecho de ese destino turístico desde hace varias generaciones, el predilecto de sus mejores experiencias, en donde las nuevas generaciones se han visto impactados, por ello habrá un nuevo Acapulco más fortalecido y atractivo y esa gesta será gracias a la creatividad, compromiso y generosidad de la iniciativa privada y de la sociedad civil activa.

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