Desde San Lázaro

Movilización magisterial contra las drogas

Más de 130 mil maestros de educación secundaria y media superior, agremiados en el SNTE, se movilizaron para sensibilizar sobre las consecuencias de consumir sustancias adictivas.

Ha culminado una movilización magisterial sin precedentes en la memoria de las acciones promovidas por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. No se trató de una marcha con motivo del Día del Trabajo, del Día del Maestro o del Día Mundial de la Educación, fechas en las que la organización ha llenado plazas en las capitales del país y el Zócalo mismo. No fue una manifestación con exigencia de pagos atrasados por algún gobierno estatal, como han ocurrido en diferentes entidades de la República en más de una ocasión. Tampoco nos referimos a una protesta contra el gobernador de Nayarit por su contrarreforma al sistema de pensiones, en la que Miguel Ángel Navarro Quintero se ensañó contra los trabajadores estatales con su política antilaboral. Mucho menos fue una presión a las autoridades del ISSSTE por la baja en la calidad de los servicios médicos en algunas partes del país. Cualquiera de esas acciones sindicales serían legítimas, han ocurrido en el pasado y serán recurrentes conforme la coyuntura laboral se los exija.

Lo que nos llama la atención es que, en los meses más politizados en los tiempos recientes del país, más de 130 mil maestras y maestros de educación secundaria y media superior, agremiados en el SNTE, se movilizaron en una campaña que logró sensibilizar a más de 2 millones y medio de alumnos de secundaria y educación media superior, sobre las consecuencias del consumo de sustancias adictivas y las opciones que tienen para cuidar su salud física y emocional.

En un balance, al culminar la primera etapa de la campaña contra las drogas, la organización magisterial que encabeza Alfonso Cepeda Salas informó que participaron 53 secciones sindicales del país, entre el 8 de mayo y el 14 de julio, en 24 mil 346 escuelas de secundaria y 7 mil 292 de nivel medio superior. En ambos niveles se atendieron a 2 millones 689 mil 541 adolescentes y jóvenes.

La campaña de sensibilización consistió en crear un ambiente de confianza con los alumnos y la participación de madres y padres de familia, para reflexionar sobre el consumo de drogas, la generación de adicciones y sus consecuencias personales y en el entorno familiar y social de los jóvenes adolescentes. Además de revisar las guías que la autoridad educativa ha distribuido en la comunidad escolar, los maestros organizaron diálogos con especialistas y con personas en rehabilitación y programaron actividades interactivas para propiciar que los participantes hicieran suyas las medidas de prevención.

Una movilización de esta naturaleza, más allá de una estrategia de divulgación, abrió los poros en la piel de los jóvenes y permitió hallazgos importantes:

1. Vacío de información. Se pudo conocer que prevalecía escasa o nula información sobre las afectaciones que sustancias nocivas y adictivas causan a la salud, así como la creencia entre jóvenes de que los estupefacientes no son “tan dañinos”.

2. Normalización del consumo. Hay entornos en los que aparece como “normalizado” o aceptado socialmente el consumo por la influencia de personajes “famosos” o por el entorno del centro escolar. Entre quienes se inician en el consumo, algunos lo hacen con fines recreativos “echar relajo”, mientras que otros intentan resolver situaciones de estrés o afectaciones en la personalidad. Muchos de los participantes se sorprendieron al saber que ciertas sustancias pueden causar adicción desde la primera vez que se consumen.

3. Situaciones de ansiedad y depresión. Los maestros que participaron pudieron detectar a alumnos con algún tipo de autolesión, depresión o ansiedad y constatar que las familias no suelen contar con información sobre cómo ayudarlos para resolver este tipo de situaciones. Las guías y la orientación de los maestros contribuyen a sensibilizar sobre el tema.

4. Entornos inseguros. La movilización magisterial a lo largo del país permitió identificar las dificultades mayores cuando los centros escolares de secundaria y educación media superior se ubican en contextos inseguros, con violencia y actividades delictivas.

5. Nuevas demandas. Al convertirse la campaña contra las adicciones en una movilización de sensibilización, provocó, irremediablemente, nuevas demandas sociales. Según el balance difundido por el SNTE, de entrada, las familias involucradas piden ahora que se incluya a las escuelas primarias en este tipo de acciones, sobre todo en quinto y sexto de primaria, para comenzar con la prevención desde temprana edad. En algunos casos, se plantea la creación de centros de atención a alumnos con adicciones y fue muy notoria la ausencia de protocolos institucionales para la detección, canalización y atención de casos en las escuelas.

Los maestros organizaron una movilización en toda forma para prevenir, formar valores, recuperar la centralidad de la escuela y el papel de las comunidades educativas en el combate a las adicciones, en la puesta en acción para promover una vida saludable, para recuperar paz y convivencia armónica, para blindar a la escuela y defender a los estudiantes para que no sean reclutados primero al consumo de drogas y luego al crimen organizado.

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