Desde San Lázaro

Ebrard, con más atributos; Adán Augusto, el más cercano

Marcelo ha sabido conducirse entre esa línea finísima que divide la lealtad con la tradición mexicana de la diplomacia que tantos frutos le dio al país en el pasado.

Si los resultados que arrojan las encuestas van a ser la base de la selección del candidato presidencial de Morena, pues entonces están equivocando el rumbo Marcelo Ebrard, Claudia Sheinbaum y Adán Augusto López, ya que en lugar de cumplir con sus responsabilidades al frente de la cancillería, la jefatura del Gobierno capitalino y de la Segob, respectivamente, deberían abocarse más a llenarle el ojo al electorado y al fiel de la balanza.

Empero, no solo bastará con las preferencias electorales que den los estudios demoscópicos que cada suspirante tenga a su favor, sino el grado de preferencia del presidente López Obrador hacia alguno de ellos.

Bajo estas premisas, entonces cuáles deben son los atributos que debería tener el elegido o elegida:

Primero, la lealtad a toda prueba y en ello podríamos decir que los tres gozan de la confianza de AMLO, aunque en los hechos, tanto Marcelo como Adán superan con creces a Sheinbaum, ya que a lo largo de su relación personal y laboral ha habido más pruebas de lealtad, afecto y confianza de Ebrard y Hernández López, que de ella.

Verbigracia, el ‘carnal’ le cedió el paso a AMLO para ser candidato a la presidencia en 2011, no obstante que Ebrard salió mejor calificado en las encuestas. Marcelo bien pudo haber sido el candidato presidencial del PRD, en donde militaban ambos personajes, ya que las preferencias de la gente eran a su favor y por lo tanto el tabasqueño no hubiera llegado al lugar en donde está.

Si esto no es lealtad comprobada en los hechos, entonces desconozco qué podría ser.

De Adán Augusto diremos que la relación es más personal y fraternal con su paisano, a grado tal que son como hermanos, además de que en tiempos difíciles para AMLO, fue cobijado y protegido por López Hernández y su familia.

En cuanto a Claudia, diremos que su cualidad más primigenia es la subordinación, ya que en toda su carrera política ha sido empleada del presidente, aun ahora que es jefa de Gobierno de la CDMX, por lo que se desconoce cuál sería su comportamiento en una posición independiente y de poder como la presidencia de la República.

El segundo punto tiene que ver con la capacidad y, en este rubro, Marcelo tiene más experiencia y atributos profesionales que los otros dos suspirantes, además de que ha dado resultados positivos en los puestos que ha desempeñado, como es el caso de la Secretaría de Relaciones Exteriores, en donde el reto de mantener la relación bilateral con Estados Unidos en niveles aceptables y convenientes para México, se ha cumplido, si se consideran las limitaciones, filias y fobias de AMLO.

Aunque la política exterior del país la marca el presidente, Marcelo ha sabido conducirse entre esa línea finísima que divide la lealtad con la tradición mexicana de la diplomacia que tantos frutos le dio al país en el pasado.

En cambio, a Adán le ha quedado muy grande la cartera de Gobernación, porque se ha dedicado a socavar la interlocución que debería tener con los partidos políticos opositores al régimen, con el Congreso y, en general, con diversos sectores de la sociedad, con el agravante de que la gobernabilidad está sujeta de dos pequeños alfileres.

La que sí no presenta resultados ya no digamos positivos, sino aceptables, es Claudia, quien constantemente es rebasada por los problemas que surgen a diario en la capital del país. Cuando no es la inseguridad es la crisis económica y la de salud; cuando no es la contaminación es el transporte público, como el Metro, el chiste es que nomás no puede con el paquete.

El tercer punto que valora AMLO para escoger a su sucesor es la grilla palaciega en donde los llamados duros o radicales, nomás no soportan a Ebrard y por ello operan activamente en favor de Sheinbaum, pasando por alto la lealtad con el propio presidente.

El cuarto factor tiene que ver con la ‘flexibilidad’ y ‘docilidad’ que debe tener el elegido ya con la banda presidencial.

Cinco, las relaciones familiares son otro elemento a considerar para que el actual jefe del Ejecutivo federal seleccione al bueno y en este punto lleva mano Claudia.

El penúltimo punto a considerar es la interlocución con los poderes fácticos, cancha que podría ser natural para el secretario de Gobernación, empero, ha desaprovechado la oportunidad que le brinda su cargo para que Marcelo y otros actores políticos llenen ese espacio que está semivacío.

Para finalizar, cerraremos con la reflexión sobre la relación que debe tener el próximo presidente de México con la milicia y, en este sentido, la moneda está en el aire.

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