Desde San Lázaro

Languidece el PRI con ‘Alito’

En la debacle del PRI, ‘Alito’ tiene buena parte de la responsabilidad, merced a que bajo su égida se perdieron 10 gubernaturas y entregará Estado de México y Coahuila si sigue en el cargo.

La jornada electoral de ayer confirma la tendencia de que Morena se consolida a nivel nacional como el partido político que cuenta con las preferencias electorales de la mayoría de los mexicanos.

‘Haiga sido como haiga sido’, Morena continúa creciendo rumbo a 2024 y ello, de suyo, entre otras repercusiones, tiene contento al principal huésped de Palacio Nacional.

Lo relevante del proyecto político del presidente es establecer su hegemonía en todo el territorio nacional para llegar a la elección presidencial con un sello de imbatible.

En cambio, el PRI vive su último aliento de vida que se extinguirá en 2024, al perder sus prerrogativas como un partido político a nivel nacional.

Vaya contraste, aunque algunos analistas refieren que en realidad el priismo mutó para convertirse en Morena y con esta piel seguirá manteniendo el poder bajo el estigma vargasllosista de ‘la dictadura perfecta’.

La transmigración de los expresidentes priistas desde tiempos de Plutarco Elías Calles, pasando por Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, José López Portillo, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, hasta llegar a Enrique Peña Nieto, ha cobrado nueva vida en otro auténtico hijo del Revolucionario Institucional, llamado Andrés Manuel López Obrador.

El resurgimiento del poder omnipresente del presidencialismo ha regresado para avasallar al régimen democrático y a la división de poderes.

Bajo este escenario, se vive el canibalismo en el viejo PRI que se devora hasta quedarse en los huesos.

De la peor manera que se pudo haber imaginado, el PRI se enfermó con un parásito que albergaba en sus entrañas, su propio líder nacional, Alejandro Moreno, quien se encargó de entregar a Morena y aliados 10 de las 12 gubernaturas que todavía le quedaban hasta el año pasado, con la derrota electoral del día de ayer en Oaxaca e Hidalgo, en donde los mismos gobernadores priistas, Alejandro Murat y Omar Fayad, le dieron la puntilla.

De 19 que tenía en 2015, ahora solo le quedan dos. En esta debacle, Alito tiene buena parte de la responsabilidad, merced a que bajo su égida se perdieron 10 gubernaturas y se encamina, si es que sigue en el cargo, a entregar a sus opositores las entidades del Estado de México y Coahuila, que estarán en disputa el próximo año.

Cierto, cada vez las voces de inconformidad al interior del PRI crecen y se multiplican, pero la institucionalidad y disciplina partidista, como le dicen ellos al temor, valemadrismo y la zalamería, impedirán que el último aliento de dignidad y vergüenza que queda entre ellos se imponga para salvar de la extinción al partido de sus amores.

El exgobernador de Campeche enfrenta la tormenta perfecta, ya que se ha conjuntado a sus fracasos, la persecución política y judicial.

Vamos, hasta en la Cámara de Diputados le aprietan las tuercas para que, en primera instancia, renuncie a la presidencia de la Comisión de Gobernación y Población para luego, buscar su desafuero.

Después de las derrotas del PRI en las elecciones presidenciales de 2000 y 2006, con Francisco Labastida y Roberto Madrazo, el partido se desfondó y enfrentaba un escenario desalentador que auguraba su final, empero, de las cenizas, cual ave Fénix, emergió un hombre, Enrique Peña Nieto, que le dio un hálito de vida extra que se ha extinguido en manos de Alito, quien por cierto, al igual que Madrazo, pretendía agandallarse la candidatura presidencial de este partido.

En tiempos en que el PAN y el PRD parecían recomponerse para evitar que AMLO y Morena ganaran la presidencial de 2024, viene el escándalo del líder nacional del PRI, que obliga necesariamente al replanteamiento de nuevas estrategias de la oposición para mantenerse como una opción ganadora.

Lo que es un hecho, a pesar de que hace unos días apoyaron a Alito, es que los panistas y perredistas esperarán a ver cómo se presentan las cosas al interior del PRI con el inminente relevo de su dirigencia, para considerar si se mantiene viva la coalición Va por México.

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