Desde San Lázaro

La educación, otro fracaso de AMLO

Con la llegada de las nuevas variantes del coronavirus, se requiere una actualización de los programas de estudio adaptados a la nueva realidad.

Al carecer de una estrategia general para atenuar el brutal impacto de la pandemia, el tema de la educación quedó soslayado a un papel secundario por parte de las autoridades educativas federales y por supuesto del mismo presidente de México.

Además con una nueva reforma educativa impulsada por este gobierno dejó en impasse diversos aspectos para consolidar una educación de calidad, con docentes preparados en las nuevas tecnologías de la información y en general con una actualización profesional que conlleva beneficios para todos.

Entonces, entre la implementación del nuevo modelo educativo y el cierre de los planteles escolares por la pandemia y lo que ello representó, se han comprometido aún más los niveles educativos de la mayoría de los estudiantes de cualquier nivel, aunque, hay que decirlo, a nivel de educación básica las cosas se han puesto peor.

La Secretaría de Educación Pública (SEP) ha tenido dos titulares en lo que va de este gobierno, Esteban Moctezuma y Delfina Gómez, quienes han quedado por debajo de las expectativas, principalmente esta última por carecer de las capacidades profesionales y la experiencia en el servicio público para estar al frente de esa dependencia que es vital, no solo en preparar a las nuevas generaciones, sino en adoctrinar a los niños y jóvenes en el proyecto político que hoy gobierna y por ello se entiende el malestar de AMLO al no lograr que en por lo menos 12 entidades del país se reanudaran las clases presenciales.

Concuerdo con lo que señala Patricia Gabem Alarcón de la Coparmex, en el sentido de que la pandemia por COVID-19 o SARS COv2 y sus distintas variantes que se irán acumulando con el tiempo, exigen de manera urgente la generación de medidas para ayudar a la ejecución de un modelo de enseñanza híbrido cuya preocupación central sea formar personas para la vida, sobre bases solidarias, porque el impacto de los estudiantes que hoy abandonen las aulas se verá reflejado dentro de cinco y 10 años, con la disminución de capacidades para la competitividad.

Estamos ante un caso sui géneris en la educación pública en México, ya que ante la pandemia y la reforma educativa, ha quedado evidenciado que estamos ante un mal gobierno que ha dejado pasar el tiempo y desaprovechado a la actual generación de estudiantes, particularmente de aquellos que se encuentran en niveles de pobreza o marginación.

Ahora con la nueva variante ómicron seguirá el viacrucis que hasta el final del sexenio padecerán buena parte de esos 33 millones de estudiantes que son atendidos por el sector público.

Los expertos visualizaban que, pese al regreso paulatino a las escuelas, éste no se concebía dentro de la normalidad acostumbrada, como ha ocurrido tras la presencia de las variantes delta, aparecida en India en diciembre de 2020 y ómicron que surgió en Sudáfrica en noviembre de 2021; y ahora, con la espera en las siguientes semanas o meses de la más reciente, IHU, que apareció al sur de Francia en los primeros días de este 2022.

En cambio, en nuestro país las autoridades de salud y educativas han minimizado los riesgos que las variantes generan y con ello han invisibilizado la creación de esquemas educativos que ayuden a evitar una caída estrepitosa en los niveles de calidad de la enseñanza.

“Si bien no se ha demostrado que el regreso a las aulas haya afectado a la población de menores de edad, tampoco se puede comprobar que la movilidad de los estudiantes no haya influido en los contagios a mayores de edad, porque en México no se cuenta con georeferencias que nos permitan confirmar este tipo de contagios”, expresó la presidenta de la Comisión de Educación de la Coparmex Ciudad de México.

Sin duda alguna, no solamente será la presencia de nuevas variantes la que determine decisiones del cierre o reapertura de instituciones educativas, sino el impacto que tenga sobre la salud de los afectados, especialmente de poblaciones vulnerables (entiéndase estudiantes que no cuenten con recursos para adquirir apoyos tecnológicos para continuar sus estudios en casa, estudiantes mujeres que deben apoyar en las actividades del hogar mientras los tutores duplican jornadas de trabajo para enfrentar la inestabilidad económica de sus propios hogares, estudiantes de educación inicial y preescolar, estudiantes de educación media y superior que deben incorporarse a las filas laborales).

Lo que es un hecho es que el modelo actual de educación con sus programas de estudios, salvo honrosas excepciones, requiere una adecuación general a la nueva realidad impuesto por la pandemia y, con ello, avanzar hacia modelos educativos cuya preocupación central sea formar personas para la vida, sobre bases solidarias.

“Son preocupantes los aprendizajes en preescolar y primaria relacionados con la lectura de comprensión y procesos de socialización, tan indispensables en estas etapas. En el caso del nivel de secundaria, los aprendizajes que se relacionan con la autonomía y las habilidades para el estudio, que deben de quedar consolidadas en esta edad. Y qué decir del alumnado que asiste a media superior, que debe trabajar sobre capacidades de dominio de información”, apunta la especialista de Coparmex.

Y no menos importante es lo que debe suceder en la educación superior, que afina información para la toma de decisiones de cada uno de los campos de especialidad en que los chicos han decidido formarse. “Los especialistas señalan que se perderán aprendizajes y se debilitará en los alumnos y las alumnas capacidades de toma de decisiones”.

No cabe duda que los sistemas educativos deben pensar en una educación menos académica, menos centrada en las disciplinas, y más práctica, más orientada hacia la comprensión del mundo que nos rodea, bajo una perspectiva de resolución de necesidades y problemas de la vida social, política, económica y del ambiente natural.

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