Desde San Lázaro

La incapacidad es sinónimo de deslealtad

Se antoja demasiado anticipado que los tres suspirantes de Morena, cada quien a su modo, intenten ganar terreno en sus aspiraciones políticas.

El tiempo se va en un suspiro, sin embargo, a dos años de que arranque la sucesión presidencial, se antoja demasiado anticipado que los tres suspirantes de Morena, cada quien a su modo, intenten ganar terreno en sus aspiraciones políticas.

Claro, quien destapó a sus corcholatas fue Andrés Manuel López Obrador y a partir de ese momento empezaron las hostilidades y las alianzas políticas.

Escribíamos hace unas semanas que el gran elector pondera a diario las capacidades y lealtades de Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal, al tiempo de observar a su círculo cercano y al resto del gabinete para ver de qué lado masca la iguana en eso de filias y fobias en la gran nominación, y bueno, también este asunto está perfectamente definido.

En dos años, los que faltan para el gran destape, van a suceder muchas cosas, demasiadas variables e imponderables que sin duda cambiarán el curso de los acontecimientos.

Los eventuales candidatos tienen amenazas dentro y fuera de su ámbito de responsabilidad.

Por ello, en primera instancia, es vital que cumplan con las tareas asignadas, tanto en la jefatura de gobierno de la CDMX, como en la cancillería y por supuesto en el senado de la República. Y en este contexto quien la tiene cuesta arriba es Claudia Sheinbaum, por las complejidades que de suyo tiene gobernar a la capital del país, además de los flancos abiertos que tiene en diversos temas que van desde la inseguridad pública, el transporte, la pandemia, la activación económica, hasta la operación política que ahora, con tantas manos, se le hace bolas el engrudo.

Sheinbaum no tiene la capacidad para gobernar a la CDMX, ya lo demostró en casi tres años que lleva al frente del gobierno capitalino, tiempo en el cual ocurrieron dos sucesos que marcaron su incompetencia: el percance fatal de la Línea 12 del Metro, ocurrido por la carencia de un programa de mantenimiento mayor y la pérdida de nueve alcaldías en las pasadas elecciones del 6 de junio, suceso que establece el rechazo de más de la mitad de los habitantes del ex-DF a la gestión de la exdelegada de Tlalpan.

En la actualidad basta echar un vistazo a cómo se encuentra la CDMX en inseguridad, bacheo, desarrollo económico, creación de empleo formal, atención a la pandemia, saqueo de las arcas públicas en las alcaldías, entre otros tantos temas, para darse cuenta que el reto es mayúsculo y las capacidades para resolverlo muy limitadas.

Entonces de qué sirve que sus jilguerillos que tiene en los medios de comunicación y en las redes sociales, la llenen de alabanzas y atributos, si en la realidad no cumple con el elemental principio de no llevarle broncas al presidente de México. La amenaza de paro del sindicato del Metro y de los gaseros son sólo la punta del iceberg de lo podrida que está la situación.

Para aspirar hay que cumplir con la responsabilidad que le dieron los habitantes de la CDMX en 2018 y que a diario se debe refrendar con hechos.

De qué sirve tener a todo un ejército de operadores políticos y carretadas de billete, si no puedes cumplir con tu función primigenia.

La incapacidad también representa deslealtad y esto lo saben muy bien Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal, por ello, no se distraen con fuegos artificiales y el canto de las sirenas, sobre todo el canciller, quien no para en fortalecer la presencia de México ante Estados Unidos.

La finalización de la Iniciativa Mérida, mecanismo bananero impuesto desde 2008, para dar paso al Entendimiento del Bicentenario, es un gran logro que debe contextualizarse en el hecho de que México era castigado o premiado con más o menos dólares, en razón de los objetivos que tenía Estados Unidos en el combate al narcotráfico. Ahora será diferente con un enfoque real bilateral que contemple la visión y participación de México en la toma de decisiones para inhibir incluso el tráfico de armas, trata de personas y precursores químicos, así como el combate integral a las bandas de criminales asentadas en ambos países, tan solo por citar algunos aspectos del nuevo acuerdo.

En la arena legislativa la tarea que despliega el senador Monreal es relevante, más ahora con la cohesión que existe entre el bloque opositor. Por ello, no se trata de sacar una agenda legislativa a contramarea, sino buscar los acuerdos y los puntos de coincidencia para aprobar las leyes que sirvan a la gente y al país.

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