Desde San Lázaro

Extraordinario operativo de la Sedena

De las instalaciones de la Defensa Nacional a Palacio Nacional fue el periplo que movilizó a más de 2 mil elementos de la milicia y que culminó en un éxito a decir del propio presidente de México.

Tardaron varias semanas para preparar todo el operativo. De las instalaciones de la Secretaría de la Defensa Nacional a Palacio Nacional fue el periplo que movilizó a más de 2 mil elementos de la milicia y que culminó en un éxito a decir del propio presidente de México.

Fueron muchas noches de preparativos en donde los participantes entrenaron al detalle no solo para el ataque final, sino ante las eventuales contingencias que un operativo de esta magnitud conlleva.

Mientras ello ocurría, los principales capos del crimen organizado dormían plácidamente en sus palacetes, tanto los del Cártel de Sinaloa, como sus acérrimos enemigos los de Jalisco Nueva Generación.

Claro, los otros grupos criminales también estaban ocupados en sus operaciones, sobre todo ahora que se replegó el Ejército.

No esperaban un ataque de esta envergadura.

Los expertos calcularon que el costo de este operativo fue de 34 millones de pesos y solo tardó unas dos horas.

El despliegue de las Fuerzas Armadas llamó la atención del mundo, pero bueno esa es otra historia que después daremos cuenta.

Decenas de elementos perfectamente pertrechados avanzaron sobre el objetivo y por supuesto, la tecnología acompañó el despliegue, desde rayos láser hasta instrumentos de visión nocturna, eso sin considerar los rayos láser y la ‘pirotecnia’.

En lo que va del sexenio no se había realizado un despliegue de las Fuerzas Armadas con tanta coordinación y preparación.

En otros gobiernos, era común observar en las notas informativas la detención de los criminales y decomisos de drogas, pero no se tenía registro de un operativo similar como el celebrado hace unos días por el Ejército mexicano.

En estos casos, es vital la secrecía y aunque hubo algunas filtraciones inevitables en la víspera, ello no fue obstáculo para alcanzar los objetivos planteados desde su concepción e instrucción por el máximo comandante de las Fuerzas Armadas.

Fueron horas de intensa preparación y estrés entre los elementos que entrarían en acción.

Los grupos de inteligencia ya tenían detectadas las rutas de los enemigos, así como la fuerza con la que contaban para proteger a sus jefes.

Grupos de élite de inteligencia de la Sedena y del Cisen, establecieron mecanismos de coordinación para el despliegue.

Llegó el momento cúspide en la noche del 27 de septiembre con la representación del periodo Prehispánico del Virreinato, el Grito de Independencia, los Sentimientos de la Nación y el ideal de Vicente Guerrero “La patria es primero”, el Plan de Iguala del 24 de febrero de 1821, la entrada triunfal del Ejército Trigarante a la capital del país el 27 de septiembre de 1821 y la firma del Acta de Independencia del 28 de septiembre de 1821.

Para el show conmemorativo no se escatimaron gastos, recursos humanos y materiales.

Así es, estimado lector, no se trató de un despliegue armado para rescatar amplias regiones del país que están en manos de los criminales, sino de festejar una fecha por antojo del jefe del Ejecutivo federal.

Sin pueblo y solo con la presencia de ‘invitados muy especiales’, se llevó a cabo el festejo en donde se echó la casa por la ventana para darle gusto a la familia presidencial.

Ojalá que este esfuerzo institucional desplegado por la Sedena, que fue maravilloso, se replique para instrumentar operaciones en contra de las organizaciones criminales que tienen asoladas a la población de la mayoría de las entidades federativas.

La participación de los cárteles en los pasados comicios del 6 de junio fue solo una probadita de los alcances y penetración que tienen en la política y su peso específico, incluso para imponer candidatos.

La estrategia de abrazos no balazos ha permitido que avancen en sus posiciones los grupos delincuenciales, ante la impasividad de los militares, y no porque éstos estén coludidos, sino porque la instrucción superior es contundente: “No ha enfrentamientos violentos, no ha masacres, no ha repeler agresiones con fuego”.

Los resultados están a la vista, más de 100 mil homicidios violentos en lo que va de la actual administración y todavía faltan tres años para que concluya.

COLUMNAS ANTERIORES

¿Y si van empatadas?
La autocracia suelta sus últimos coletazos

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.