Por fin se vacunó el presidente López Obrador con la vacuna de AstraZeneca, antígeno que ha provocado en varios países del mundo casos aislados de trombosis; y con ello volvió a demostrar su tardía reacción ante el embate del Covid-19, que ha causado alrededor de 500 mil muertes en nuestro país.
Tardó varios meses en darle la justa dimensión a la pandemia. Se retrasó en aplicar estrategias de contención para evitar la infección masiva, mediante medidas simples como el uso de cubrebocas, que por cierto no lo usa y ahora, se vacunó a destiempo, y con ello volvió a enviar un equivocado mensaje a la población.
Mientras que en Estados Unidos se han vacunado más mexicanos que residen en nuestro país, aquí, avanza el proceso de inoculación a paso de tortuga y con criterios políticos y no científicos, además de que se vacunan a grupos que nada tienen que ver con la vulnerabilidad causada por edad, o condición de salud, como los “Cuervos de la Nación” o funcionarios y sus familiares.
Se niega la vacuna a la totalidad del personal médico del sector salud del gobierno y se le escatima la oportunidad a los “privados”, porque “no atienden a un universo de pacientes suficiente grande”, medida que, además de ser discriminatoria, es criminal, ya que este universo de personas están en la primera fila del combate contra el Covid-19.
Quién sabe para cuándo le tocará vacunarse a aquellos que están en rango de edad de 30 a 40 años, por ejemplo, o a personas enfermas que requieren la vacuna, para evitar su inevitable muerte.
A diario, cientos de mexicanos cruzan la frontera con Estados Unidos rumbo a Texas, Florida, Arizona, Nuevo México, Colorado y California, principalmente, para vacunarse y lo logran en cuestión de minutos, sin la engorrosa intromisión del personal de apoyo, como los Cuervos de la Nación que se utilizan en México para que les quede claro a los vacunados que ello, ha sido posible por la generosa concesión del presidente de México.
Allá, solo presentan una identificación y listo, además de que los casos los inoculan con la vacuna de Moderna o de Pfizer.
A partir del pasado lunes ya se pueden vacunar todos los norteamericanos mayores de 16 años, además en varios Estados de la Unión Americana pueden hacerlo los turistas; y aquí estamos a expensas de que una persona se apiade de nosotros.
Para desgracia del proyecto político que encabeza AMLO, ni este uso faccioso de la vacuna impedirá que Morena y sus aliados, pierdan la mayoría en la cámara de diputados y por lo menos, la mitad de las 15 gubernaturas que estarán en juego el próximo 6 de junio.
No hay un impacto en las encuestas por la aplicación de la vacuna en favor de Morena y sus candidatos y ello, se debe, entre muchas razones más, a que el proceso de vacunación es tortuoso, lento y en varios casos ha sido solo una simulación porque solo se vacunó con jeringas vacías.
Se ha incubado el virus para el tercer repunte a pesar de que el doctor que despacha en la Secretaría de Salud, de apellido López le apostó a la inmunidad de rebaño, es decir que mueran los que tienen que morir y que sobrevivan los más aptos, pues esto no será posible, mientras no esté vacunado por lo menos el 70 por ciento de la población.
¡Albricias, ya se vacunó el presidente y ello qué significa para aquellos que no lo podrán hacer en los próximos meses, pues, simplemente solo dolor y resentimiento, porque no tendrán esa suerte en este año.
Hemos insistido que México no tiene acceso a las suficientes vacunas, porque no las compró a tiempo, solo se resignó a recibir las miserias que les dieron otros países y no a una serie de pedidos hechos con debida anticipación.