La Fiesta Está Viva

Este es el camino

En lo taurino mucho se habló, debatió y fue tema de interminables tertulias el cómo debemos regresar a las plazas de toros.

Comienza a vislumbrarse la luz al final del oscuro túnel de esta crisis sanitaria que se trasladó como una avalancha de adversidades en todos los ámbitos de la sociedad: la economía, la cultura, el deporte, la educación, todos nos vimos por un momento paralizados ante la terrible sensación de la incertidumbre y la impotencia.

Soberbios pensábamos que el mundo caminaba por donde la humanidad quería, bien o mal esa inercia nos llevaba a todos en el vagón de la modernidad, con sus aspectos favorables y muchos negativos, principalmente la deshumanización del ser humano, el evadir la realidad, querer vivir en un mundo ideal aunque éste sea digital y a través de un dispositivo móvil.

La vacunación avanza en algunos países, con estrategia, orden y seriedad; en otros, con tintes electoreros, populares y hasta crueles, pero avanza, poco a poco el porcentaje de seres humanos vacunados crece, lo que permitirá poder vivir con la presencia de la amenaza de este letal virus, y no tener que vivir escondidos, temerosos e impotentes.

Pasando de lo general a lo particular, una vez que la salud comienza a recuperar terreno, la actividad económica y cultural hacen lo propio. En lo taurino mucho se habló, debatió y fue tema de interminables tertulias el cómo debemos regresar a las plazas de toros. La situación taurina nacional fue tema de profundas reflexiones, incluso creo que llegamos a ser conscientes de la urgencia y necesidad de modificar formas y maneras en la promoción de este espectáculo que como tal es el eslabón visible y reluciente de una cultura que aporta mucho a nuestro país: empleo, ecología, turismo, gastronomía, arte y muchas otras cosas más.

Es imperante devolver a la tauromaquia el carácter de festejos populares, esta es una cultura del pueblo, de la gente. Cuando digo “pueblo” no me refiero al estrato económico, sino a la población, a todos los mexicanos. Toda festividad a lo largo y ancho de nuestro hermoso México basa sus ferias en el patrono religioso y prácticamente en todo el país dicha festividad se celebra con una corrida de toros. El montaje de festejos se ha ido encareciendo de manera silenciosa y escandalosa, afectando sin darnos cuenta a lo más importante de todo, el público.

El público necesita ídolos nacionales, es importante para nuestra autoestima saber y creer en nosotros mismos. Los mexicanos son reconocidos cuando triunfan fuera, en cualquier ámbito. Debemos como sociedad y país tener la capacidad de valorar a los nuestros sin aval de los foráneos, y en los toros es urgente y necesario que gocemos del gran nivel de los toreros consagrados y que no hemos sido capaces de posicionar como ídolos. Un paso importante es el que dio el certamen “México busca un torero”, de donde ya han salido nombres interesantes, con potencial no sólo de ser muy buenos toreros, sino de lograr representar distintos estratos de la sociedad y regiones de nuestro país.

Me sorprende ver el nivel de toreros que prácticamente no toreaban, que estaban olvidados y que con la primera oportunidad han alzado la mano, la han aprovechado sin tomar el papel de víctimas ni colocar pretextos entre su muleta y el toro. Les han dado la oportunidad de lucir y lo han hecho aún estando en desventaja absoluta, alternando con toreros ya posicionados que llevan años en lo alto del escalafón y que también necesitan un alicate para dar aún más.

Concretamente vamos al segundo festival celebrado en la plaza de toros La Luz, en León, Guanajuato. Aquí han alternado consagrados con emergentes y el resultado es una competencia torera y un gran espectáculo para el público, que si bien hoy está restringido a un número muy bajo, en el corto plazo esto acercará más público a los tendidos, con todo lo que esto significa.

Fermín Rivera, Juan Pablo Sánchez y Luis David se mostraron en un gran momento, los tres son grandes toreros ya probados y comprobados. Gerardo Rivera, José María Macías y José Nava, los tres tlaxcaltecas, tuvieron la oportunidad de mostrarse, los tres lo hicieron, cada uno con sus formas y sus maneras. El primero ha triunfado ya incluso en La México, pese a su juventud y escasas tardes; el segundo es desde niño una promesa que hoy, si esto sigue caminando por el sendero correcto y él no afloja, se convertirá en lo que de niños nos hizo soñar; y el tercero, José Nava, es una revelación hecha realidad. Los frutos de este proyecto son evidentes. Sin prácticamente torear, los tres últimos han mostrado un gran nivel. Tlaxcala, tierra de toros y toreros.

José Nava desde novillero mostró cualidades, la lentitud en el desarrollo de los nuestros por falta de oportunidades es desesperante. Hoy que las cosas parecen tomar un rumbo más hacia lo nuestro, creo que podemos capitalizar el esfuerzo en lanzar a estos jóvenes toreros a competir con los de arriba, provocando que la gente regrese a las plazas a buscar a su ídolo, ya sea por ser del mismo estado, por edad, por compartir la forma de sentir el toreo, por lo que sea, ahí está el potencial enorme de los toreros mexicanos. Cumplirá José 24 años este sábado, apenas cumplirá dos de alternativa y ha demostrado que en él hay un torero. Es responsabilidad de todos que este esfuerzo no se diluya entre los dedos.

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