Monterrey

Luis J. Ramón: Tendencias desde Atlanta, la realidad que ya alcanzó al sector eléctrico global

Regresé de Atlanta, donde se reunieron líderes del sector eléctrico de todo el mundo. Más allá de las discusiones técnicas, lo valioso fue constatar cómo algunas de las ideas que hace décadas planteaba John Naisbitt en sus libros de Megatendencias —la convergencia entre tecnología, energía y sociedad— ya no son teorías, sino fuerzas que están redefiniendo la industria a nivel global.

Hoy quiero compartir dos tendencias que, aunque parezcan lejanas para México, están transformando el panorama eléctrico internacional, empujadas principalmente por el crecimiento exponencial de la Inteligencia Artificial y la economía del dato.

1. Los centros de datos no esperarán a las utilities

Google, Amazon, Microsoft y decenas de nuevos jugadores digitales tienen claro que la electricidad se ha convertido en su principal insumo estratégico. Pero no solo necesitan mucha energía; la necesitan segura, limpia, continua, con calidad de potencia y altamente controlable, aspectos que en muchos países las utilities aún no pueden garantizar.

La tendencia es clara: los centros de datos comenzarán a generar su propia electricidad, de una forma u otra.

Ya lo estamos viendo:

  • Pequeños reactores nucleares modulares instalados dentro o junto a campus de datos.
  • Empresas tecnológicas comprando centrales de generación completas.
  • Alianzas entre operadores de datos y desarrolladores energéticos para construir plantas dedicadas.

Esto rompe completamente la lógica tradicional del sector, donde los consumidores dependían pasivamente de la infraestructura pública. Ahora, estos nuevos “mega consumidores” están dispuestos a convertirse en productores de energía, incluso en mercados regulados.

Las utilities que no se adapten a esta velocidad perderán relevancia. Y las que lo entiendan a tiempo, podrán convertirse en los socios estratégicos de esta revolución.

2. La transición energética ya no tiene el mismo protagonismo

No se trata de que la transición energética haya perdido importancia, pero sí ha perdido urgencia frente al nuevo desafío: la economía del dato.Los objetivos de descarbonización para 2050 siguen en pie, pero, en los hechos, han pasado a un segundo plano discursivo y de inversión.

Hoy, el discurso dominante en los foros internacionales es otro:

“Primero aseguremos la energía que necesita la Inteligencia Artificial; ya veremos cómo la hacemos limpia en el camino.”

Esto no significa abandonar la sostenibilidad, sino reordenar prioridades. La electricidad dejó de ser solo un problema ambiental o de infraestructura: ahora está en el corazón de la economía digital, del poder económico, militar, y tecnológico de los países.

La energía se convirtió en geoestrategia.

¿Y México?

Nuestra realidad es distinta. Aún estamos resolviendo lo básico: infraestructura de transmisión, capacidad de reserva, flexibilidad de la red, calidad de potencia y reglas claras para la participación privada. Pero no podemos ignorar lo que viene.

Porque cuando los desarrolladores de centros de datos, de chips o de infraestructura digital volteen a ver México, no preguntarán cuánto cuesta la energía, sino:

¿puedo tenerla 24/7, libre de perturbaciones, con calidad garantizada, y adaptable a mis necesidades?¿Y si no, puedo producirla yo mismo?

La respuesta a esas preguntas definirá si México es solo consumidor de tecnología… o protagonista.

Un orgullo que sí podemos celebrar

En medio de estas reflexiones globales, hay una historia que nos recuerda que México sí está compitiendo en el mundo, cuando se apuesta por el talento y la excelencia.

Nuestro ingeniero Pablo Pérez, de Diram, participó en la competencia Productronica en Múnich, Alemania —una especie de Olimpiada mundial en electrónica avanzada—, compitiendo contra los mejores del mundo en soldadura manual de tarjetas electrónicas. Por primera vez un mexicano en las finales mundiales.

Obtuvo el séptimo lugar global.

Siete, no entre los mexicanos.Siete, no entre los latinoamericanos.Séptimo del mundo.

Un logro que nos llena de orgullo, no solo por lo técnico, sino porque demuestra que cuando hay talento, formación y ambición, México puede estar en la mesa donde se diseña el futuro.

Las megatendencias ya no son teoría. Están pasando. Y México tiene que decidir si quiere observarlas… o ser parte de ellas.

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