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Yellen, el tapering y un G-20 moribundo

La Reserva Federal establece la política monetaria para adaptarse a las condiciones de la economía de EU. Si las decisiones tomadas por el banco central causan daños colaterales en otros lugares, entonces, “tant pis”.

Así que ahí lo tienen. La Reserva Federal establece la política monetaria para adaptarse a las condiciones de la economía de Estados Unidos. Si las decisiones tomadas por la Fed causan daños colaterales en otros lugares, entonces, "tant pis". Esto en cuanto a la gobernanza mundial.

Janet Yellen fue fuerte y clara en su testimonio ante el Congreso esta semana. En la medida en que la política de la Fed de retirar el estímulo monetario asustó a los mercados de las economías emergentes, la turbulencia no representa un "riesgo sustancial para las perspectivas económicas de EU". Dicho de otra manera: el banco central más poderoso del mundo presta atención a lo que sucede en China, la India o Turquía sólo cuando afecta a Estados Unidos.

De cierta forma, la presidenta de la Fed estaba ofreciendo una declaración tanto de lo obvio como de lo políticamente prudente. El deber de la Fed es promover el bienestar económico de Estados Unidos. Si la Sra. Yellen hubiera dicho que estaba adaptando su programa de disminución gradual a los deseos de los políticos en Beijing, Delhi o Ankara, su primera comparecencia como presidenta ante el Congreso podría haber sido su última. Los miembros de la Cámara de Representantes no se caracterizan por su devoción al multilateralismo.

Las economías emergentes tienen una opinión diferente. Raghuram Rajan, el gobernador del banco central de la India, ha atacado a EU por su aparente indiferencia ante el cataclismo global en el que los países emergentes se han visto obligados a elevar las tasas de interés ante el estrechamiento de la Fed. Tiene la mitad de la razón: cuando Occidente entró en recesión después de la crisis financiera global, fue el crecimiento en el mundo emergente lo que mantuvo el espectáculo económico andando. Ahora que Estados Unidos se está recuperando, ha vuelto a sus viejas costumbres egoístas.

El problema es que si el Sr. Rajan estuviera en el lugar de la Sra. Yellen, habría dicho lo mismo. Al igual que la Fed, el banco central de la India establece las tasas de interés a las condiciones económicas nacionales. El gobernador responde a los políticos indios. Ellos no aplaudirían una política enmarcada para dar cabida a las preocupaciones de los bancos centrales en otros lugares.

Sospecho que el Sr. Rajan diría que la posición del dólar como moneda de reserva del mundo supone una responsabilidad especial para la Fed. Pero si la India, China y el resto siguen siendo celosos guardianes de la soberanía nacional, pedir a EU que adopte una postura única internacionalista es inútil.

Hubo un momento en el periodo inmediatamente posterior a la crisis financiera mundial cuando los gobiernos de las economías avanzadas y emergentes parecían dispuestos a romper el círculo del egoísmo. En las primeras reuniones del Grupo de los 20, los responsables políticos reconocieron su interés nacional en el esfuerzo mutuo para evitar un deslizamiento hacia una recesión como la de los años treinta.

No duró. El paso de la crisis inmediata ha visto a las reuniones del G-20 tomar el patrón familiar de este tipo de reuniones internacionales: la responsabilidad de actuar en el interés global más amplio siempre pertenece a alguien más. Nadie ha sido un guardián más celoso de las prerrogativas nacionales que las economías emergentes.

Los hechos de la interdependencia económica no pueden ignorarse. En algún punto la turbulencia en el mundo emergente bien podría impactar en EU; en cuyo momento, presumiblemente, la Sra. Yellen podría argumentar que una acción compensatoria estaría en el interés nacional de EU. Pero esto representa una estrategia de esperar a que el daño esté hecho. Qué desperdicio.

Con menos de dos meses transcurridos en 2014, los paralelos con los acontecimientos de hace un siglo, cuando la primera guerra mundial puso fin a otra era de globalización, se están agotando. En un elocuente discurso en Londres el otro día, Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), sugirió que los políticos deberían centrarse más bien en otro aniversario.

Los 44 países que se reunieron en Bretton Woods en 1944, comentó la Sra. Lagarde en su conferencia BBC Dimbleby, entendían la relación entre la interdependencia y la acción colectiva. Los arquitectos del FMI y el Banco Mundial miraron más allá de la atracción engañosa de la soberanía sin adornos.

En éste, el momento multilateral original, los representantes de 44 naciones, la Sra. Lagarde recordó, "estaban decididos a establecer un nuevo curso, basado en la confianza mutua y la cooperación, en el principio de que la paz y la prosperidad fluyen de la cooperación, en la creencia de que el amplio interés mundial supera los intereses mezquinos".

Éste debería ser el manifiesto para el G-20.

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