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La carrera adelantada para el 2024

La experiencia muestra que los candidatos que han empezado su campaña con un tiempo considerable han podido derrotar al partido en el poder.

En México tenemos hoy un proceso de sucesión presidencial que se ha adelantado y que por lo mismo amenaza ser más complicado. Las elecciones constitucionales para definir al próximo Presidente de la República ocurrirán en junio de 2024, es decir, en poco menos de dos años.

De acuerdo con la ley, las campañas electorales durarán tres meses. Es decir, a partir del mes de marzo de 2024 comenzará este proceso.

El proceso electoral, con todas sus formalidades, comenzará en septiembre del 2023, en aproximadamente 14 meses.

Si falta tanto tiempo para que ocurra la competencia electoral, ¿por qué se ha adelantado el proceso de sucesión presidencial? En realidad, en el sector político en el que esto ha ocurrido ha sido en el ámbito de Morena y los grupos cercanos al poder presidencial. Son ellos los que han iniciado ya una abierta carrera por la candidatura presidencial del 2024.

Y eso ha ocurrido en buena medida porque así lo ha propiciado el presidente López Obrador. Seguramente, por su experiencia personal y por su capacidad de observación política, sabe que comenzar la carrera con anticipación puede dar un margen que luego sea muy complicado de remontar para los opositores.

López Obrador comenzó en realidad su carrera para la presidencia desde el año 2000, es decir, desde el momento en el que asumió la jefatura del gobierno del entonces Distrito Federal. Para él, quedaba claro que su aspiración iba más allá del gobierno local, y empezó a trabajar para posicionarse como aspirante a la presidencia de la República.

Desde entonces y a lo largo de 18 años fue construyendo el proyecto que acabó triunfando en el año 2018. No será lo mismo con ninguno de sus potenciales sucesores. Ninguno tiene un trayecto tan largo. Pero, López Obrador sabe que el principio que le dio una ventaja electoral inalcanzable puede preservarse para la próxima elección.

Por esa razón fue que aún a destiempo de acuerdo a los calendarios legales, propició que la carrera en su partido comenzara. Cualquiera de los aspirantes de Morena que resulte elegido o elegida, podrá capitalizar esa ventaja.

Y hay pocos espacios jurídicos para impedirlo por parte de la autoridad electoral.

Los ciudadanos tendrán en la mente, en el curso de los próximos meses, a quienes aspiren a convertirse en candidatos de Morena, los que, de manera coloquial, se han denominado ‘las corcholatas’, a partir de una expresión del propio López Obrador.

La exposición que tendrán en los medios, la posibilidad de organizar grupos de apoyo a lo largo del país, entre otras cosas, les pueden dar una ventaja inalcanzable para los opositores. Claro que Morena y López Obrador corren un riesgo si es que la competencia electoral se torna agresiva entre los aspirantes generándose el riesgo de fisuras o incluso rupturas al interior de Morena.

Sería ingenuo pensar que Andrés Manuel López Obrador no tiene presente ese elemento.

Desde luego que lo considera. Sin embargo, confía en su capacidad de liderazgo y valora más la ventaja que le puede dar el hecho de que sus candidatos estén arrancando con anticipación a los opositores. Entre los opositores a Morena y a López Obrador opera una percepción diferente.

La consideración es que, si se arranca demasiado temprano la carrera, cualquier adversario del gobierno corre el riesgo de que todo el aparato del Estado se ponga en su contra y que, o bien lo inhabilite como contendiente, o por lo menos lo pueda golpear políticamente restando posibilidades de obtener votos en el 2024.

Por eso es que prácticamente no hay opositores que abiertamente estén ya buscando respaldo entre la ciudadanía. En el pasado, los procesos de “destape” de los candidatos presidenciales ocurrieron en la parte final del quinto año de gobierno, aunque las contiendas internas comenzaban tácitamente desde principios de ese penúltimo año de gobierno.

Solamente, en la época del PAN, hubo contiendas que empezaron antes. Como les he comentado en otros textos, la experiencia de la política mexicana muestra que solo los candidatos han empezado su campaña con un tiempo considerable han podido derrotar al partido en el poder. Hasta ahora son solo tres: Vicente Fox, en el año 2000; Enrique Peña Nieto, en 2012, y Andrés Manuel López Obrador, en 2018.

Si esta regla se cumpliera nuevamente, se ve muy complicado que pudiera haber hoy un candidato que destronara a Morena.

Pero al mismo tiempo, un argumento a favor de la oposición es que en las dos últimas elecciones presidenciales en México el triunfo ha sido de la oposición.

Hoy nos enfrentamos a un entorno político inédito, derivado tanto de cambios sociales como de nuevas características en la comunicación.

Por eso, algunos consideran que la regla de hacer una campaña larga ya no es aplicable en estos tiempos.

Algunas experiencias internacionales muestran que un candidato competitivo puede construirse en pocos meses si hay un uso adecuado de las redes sociales.

El caso más emblemático que se presentó este año fue el del empresario Rodolfo Hernández, quien llegó a la segunda vuelta de las elecciones en Colombia, cuando meses atrás nadie apostaba por él. Claro que además de contar con una buena estrategia de comunicación, la oposición requeriría de un candidato que realmente pudiera atraer al electorado.

Las cifras recientes indican que actualmente el votante duro de Morena y López Obrador está quizás en el 35 por ciento del electorado total, mientras que para el PAN está en poco menos del 20 por ciento y para el PRI en algo menos del 15 por ciento. Es decir, un buen candidato o candidata de una oposición que vaya en alianza tiene posibilidades de ser competitivo en el 2024.

Concluyo señalando que si la alianza opositora no encuentra a ese personaje más o menos pronto, y no comienza a construir la candidatura a más tardar en los primeros meses del 2023, es decir, en un periodo de 6 a 9 meses, le va a dar más posibilidades a Morena.

En el caso de Morena, si la sucesión adelantada conduce a que haya grietas y divisiones entre los aspirantes de ese partido, entonces también se van a reducir las posibilidades de que pueda repetir en 2024 el triunfo en las elecciones presidenciales.

En cualquier caso, los escenarios para el siguiente sexenio serán muy diferentes que en este porque cualquiera que sea el resultado, lo más probable es que el presidente o presidenta no cuente con los respaldos suficientes en el Congreso, lo que limitaría los márgenes de maniobra para su actuación y lo obligaría negociar con otras fuerzas políticas.

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