En un París devastado por la guerra aparecieron los diseñadores más influyentes de la historia con creaciones que envolvieron al mundo de glamour. Ellos tenían una musa en común: Bettina.
De cabello rojizo, esbelta figura, porte elegante y natural –usaba poco maquillaje-, Bettina se convirtió en una especie de top model de su tiempo y es considerada una de las mujeres más retratadas de la década de los 50.
La galería Carla Sozzani, de Milán, rinde un tributo a la mujer favorita de Christian Dior, Pierre Balmai, Jacques Fath, Hubert de Givenchy y Coco Chanel. La retrospectiva fotográfica que estará del 16 de septiembre al 2 de noviembre, presentará más de 100 imágenes de algunos de los trabajos que hizo con los míticos fotógrafos de la moda como Willy Rizzo, Emile Savitry, Irving Penn, Henri Cartier-Bresson, Jean Chevalier o Robert Doisneau, con quien hizo el emblemático shooting para Vogue en 1949.
Empezó a modelar en 1944 cuando conoció al novel diseñador Jacques Costet, y aunque años después Christian Dior ya le había puesto el ojo, decidió irse con Fath, quien la transformó en icono de la moda parisina y mundial. Estrellas de la época dorada de Hollywood, inevitablemente, la veían como ejemplo de clase a seguir.
A la muerte de Fath en 1954, se convirtió en musa de Dior, y después prestó su nombre a una de las prendas de la primera colección de Hubert de Givenchy, la emblemática blusa Bettina.
Se retiró del modelaje a mediados de los 50, aunque en los 60 todavía realizó algunos shootings para la revista Elle y Chanel, pero prefirió seguir mejor como directora de arte de Emanuel Ungaro y agente de prensa de Valentino.
Ahora Simone Micheline Bodin, rebautizada Bettina por Pierre Balmain (porque el mundo ya no necesitaba a otra modelo llamada Simone), es una octogenaria mujer que sigue viajando por las pasarelas del mundo y viviendo de cerca su legado y el de sus contemporáneos parisinos.
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CRÉDITO: ©Jean-Philippe Charbonnier/GAMMA RAPHO




