"El teatro no existe, ni está: baja". Así, con una idea metafísica, definía su quehacer Juan José Gurrola (1935-2007). Decía que cuando el actor cuenta una historia y hace que el espectador la crea, sucede la magia. El teatro baja. Aparece.
Gurrola fue un arquitecto que se topó con la escena gracias a unas clases que tomó en la Facultad de Arquitectura con Héctor Mendoza. Hizo del arte una multidisciplina. Pintor, fotógrafo, coreógrafo, traductor, escenógrafo y director de teatro. Un artista provocador que incluía en sus montajes elementos que la mayoría de las veces simplemente aparecían frente a él.
Por ejemplo, el conejo gigante que montaba Rosenda Monteros en La prueba de las promesas, se le ocurrió a Gurrola cuando en una partida de ajedrez con el escenógrafo Alejandro Luna, pasó un conejo frente a ellos.
"Estaba atento a lo que sucedía a su alrededor...", cuenta el actor y cineasta Eugenio Cobos, director del documental en el que recopila varias de las muchas entrevistas que Gurrola concedió a lo largo de su vida.
Juan José Gurrola. Enfant terrible del teatro mexicano, una producción del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información (CITRU) del INBA, se presenta esta noche en el Aula Magna del Centro Nacional de las Artes a las 19:00 horas.