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El casco mexicano que busca ser el 'mejor amigo' de los astronautas

Un equipo de investigadores poblanos, en colaboración con otras instituciones internacionales, están desarrollando un casco que tiene como objetivo mitigar los efectos que tiene la microgravedad en los astronautas.

Cuando los astronautas viajan al espacio, debido a que viven en un entorno donde hay microgravedad o gravedad cero, las condiciones físicas se ven afectadas y el comportamiento del organismo sufre un impacto, como por ejemplo, en la estabilidad y en la orientación espacial. Por esto un equipo de investigación poblano está desarrollando un dispositivo para contrarrestar estos efectos.

Los especialistas de la Benémerita Universidad Autónoma de Puebla, encabezados por el doctor Enrique Soto Eguibar, construyen un casco con dispositivos electrónicos que tiene como objetivo devolver la sensación de atracción gravitatoira en los astronautas.

A través de un sistema basado en microsensores posicionados en la parte frontal del casco y con un microcontrolador que opera el modelo matemático de la función vestibular, buscan devolver la estabilización.

Decodificación:
La información obtenida por el vestíbulo es complementada con la información visual y táctil, con lo que el sistema genera reflejos al sistema motor, a la médula espinal y también se transmite a la corteza cerebral para producir procesos cognitivos.

El sistema vestibular es el encargado de producir reflejos oculares para estabilizar la mirada y la postura, mantener el equilibrio, generar reflejos ortostáticos, y es el marco de referencia egocéntrica y del desplazamiento de un sujeto en su entorno.

"Cuando este sistema falla, comienzan a sentirse mareos, alteraciones en la fijación visual y en el movimiento o rotación aparente del medio exterior y, finalmente, la pérdida de equilibrio que produce caídas, una de las principales causas de muerte en ancianos", le dijo el doctor Enrique Soto Eguibar al Conacyt.

Este sistema se altera drásticamente en los astronautas ya que en la microgravedad es imposible definir el arriba y el abajo, pues no existe una atracción gravitatoria. El especialista explica que en estas condiciones, por ejemplo, los brazos del astronauta dejan de pesar y la información que obtiene el sistema del ser humano de forma táctil para este sistema es muy diferente a la que obtiene en la Tierra.


En la investigación realizada para la elaboración del dispositivo artificial vestibular, se generaron dos vertientes. Una es la aplicación médica y la otra es una vertiente potencial en la aeronáutica, en la cual los mexicanos están colaborado con especialistas de la Universidad Estatal de Moscú, el Instituto de Problemas Médico Biológicos y el Centro de Entrenamiento de Cosmonautas.

Después de realizar pruebas con el oído de un anfibio y el de un mamífero obtenidos bajo condiciones in vitro, se optó por desarrollar un dispositivo no implantable (casco) que devolviera la sensación y estabilización.

Tecnología:
El casco tiene campos en diferentes regiones alrededor del oído en dirección a los canales semicirculares que hacen estimulaciones galvánicas de superficie con corrientes eléctricas pequeñas.

Este dispositivo tiene relevancia para los cosmonautas porque les devuelve la sensación de direccionalidad que da la atracción gravitatoria, y permite que los sujetos que utilicen el casco en un entorno de microgravedad no padezcan las ilusiones que provoca ésta.

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Afectaciones:
La estabilización de la mirada en el espacio es más lenta que en la tierra. Cuando un astronauta mueve los ojos para observar algo tarda 1.5 segundos en estabilizarse, lo que quiere decir que por este periodo no ve nada.

Los astronautas sufren estos efectos cuando se encuentran en el espacio pero los contrarrestan con el entrenamiento que atraviesan antes de viajar. Al regresar a la Tierra los especialistas pueden tener problemas de la estabilización de la mirada, ya que su sistema se altera e induce un cambio que modifica un retardo en la estabilización.

El dispositivo de sustitución sensorial está siendo desarrollado por la Agencia Espacial Rusa Roscosmos. En 2015 se lanzaron los sensores del casco al espacio junto con un satélite con el objetivo de conocer el funcionamiento de los giroscopios y acelerómetros del dispositivo.

Un acuerdo realizado plantea que entre 2017 y 2018 se pruebe el dispositivo en la Estación Espacial Internacional. Después entre 2018 y 2019, un cosmonauta utilizará el casco en el espacio para conocer su efectividad. 

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