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México y AMLO frente a riesgos de fragmentación

Víctor Piz comenta que la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno es la oportunidad de AMLO para liderar la región latinoamericana, pero no asistirá.

Mientras en México sigue la polémica por la invitación realizada al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, para participar en la toma de protesta de Andrés Manuel López Obrador el 1 de diciembre, mañana y el viernes se llevará a cabo la XXVI Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno en Antigua, Guatemala.

Participarán mandatarios y delegaciones de 22 países iberoamericanos, pero contará con 17 presencias del más alto nivel.

Es la primera vez que se encontrarán después de ciclos políticos y procesos electorales en la región, incluidos los de México y Brasil, los 'gigantes' latinoamericanos.

Por parte de México, asistirá el presidente Enrique Peña Nieto y, además, la Secretaría General Iberoamericana invitó al mandatario electo, pero no acudirá.

Guatemala, además de país sede, está en la ruta obligada –junto con México– de la caravana de migrantes centroamericanos que intentan llegar a Estados Unidos.

No va a haber otra oportunidad de que el presidente electo de México se reúna con los mandatarios en funciones de la región, más los de España y Portugal, hasta dentro de dos años.

De acuerdo con Rebeca Grynspan, secretaria general Iberoamericana, México tiene un liderazgo que ejercer y podría tener un papel muy importante en la Cumbre, en la que se apuesta por una Iberoamérica próspera, inclusiva y sostenible.

"En mi conversación (reciente) con Marcelo Ebrard (futuro secretario de Relaciones Exteriores), me quedó claro que el gobierno electo sabe la importancia de México en el espacio iberoamericano", dijo Grynspan hace unos días que estuvo en la capital mexicana.

La Cumbre se centrará en los esfuerzos por alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible adoptados por las Naciones Unidas en 2015.

"Hay que centrar la mirada en esos objetivos, porque estamos muy distraídos", enfatizó Grynspan al afirmar que "esta es la única narrativa a nivel global que nos convoca a una cooperación".

Para la secretaria general Iberoamericana, "todo lo demás es una agenda de fragmentación, proteccionismo y xenofobia".

El comentario es oportuno, pues México no ha podido superar su propia polarización social, que se moderó tras la victoria electoral de AMLO, pero que revivió con la consulta ciudadana sobre la ubicación del nuevo aeropuerto y la iniciativa de Ricardo Monreal, coordinador de los senadores de Morena, sobre comisiones bancarias.

El sectarismo de unos y otros divide al país entre 'chairos' y 'fifís'.

De vuelta a la Cumbre, en este momento no hay un espacio donde se reúnan todos los jefes de Estado y de Gobierno iberoamericanos.

Por eso hay una alta expectativa sobre la Cumbre, "donde no es que haya acuerdo, pero hay presencia", describe Grynspan.

Preocupa no tener un crecimiento económico vigoroso, duradero e inclusivo, porque sin él, no hay prosperidad.

Como dijo Grynspan, la Cumbre será decisiva para que España, Portugal y América Latina confirmen su apuesta por el libre comercio y la inversión, y por un crecimiento inclusivo y sostenible.

En lo político, el claro mandato del que goza el presidente electo de México representa una oportunidad para asumir también un liderazgo regional.

Veremos si lo hace o si lo toma el brasileño Jair Bolsonaro, opositor –ideológicamente hablando– de AMLO.

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