La Feria

Mancera y la Tarjeta Metro

   

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Una de las señales de la falta de modernidad del transporte público de la Ciudad de México es que no se cuenta con un mecanismo universal de pago de las distintas opciones.

El Metrobús nació con tarjeta de prepago, pero los microbuses y los autobuses están a años luz de contar con mecanismos de pago electrónico. Y el Metro no ha concluido la migración que dejará atrás los boletitos.

En esas estábamos cuando hace dos semanas el jefe de Gobierno de la CDMX, Miguel Ángel Mancera, se enfundó en el chaleco de promotor de una marca de tarjetas monetarias, y de una empresa financiera, a las que cedió, por razones nada claras, la concesión para producir una tarjeta con la que ahora se pagará el Metro de la ciudad.

Mancera presentó el 1 de noviembre la Tarjeta Metro, que tiene doble chip. El usuario podrá depositar saldo en uno de esos chips a fin de usarlo en viajes en el Sistema de Transporte Colectivo. Y el otro chip alojará recursos hasta por 15 mil pesos que podrán descontarse en establecimientos que acepten MasterCard.

La Tarjeta Metro se vende desde el 3 de noviembre, cuesta diez pesos y una vez adquirida tiene que ser dada de alta en la plataforma electrónica de la empresa Broxel, feliz ganadora de estos favores de Mancera.

Luego de una prueba piloto, según anunció el jefe de Gobierno, esa tarjeta servirá igualmente para la Ecobici, los transportes eléctricos y el Metrobús. Eso significa millones de plásticos.

En el boletín del anuncio (https://goo.gl/WY3h7g) se destacó que "el jefe de Gobierno indicó que la innovación de pago con tarjeta en el Metro, coloca a la capital del país a la altura de ciudades como Londres y Singapur (…). 'Les costó muchos miles de dólares la implementación, mucho dinero y a la CDMX no le está costando la implementación, las tecnologías. Estamos en la ruta correcta, nos estamos anticipando a este anuncio de la ciudad de Nueva York'".

Jorge Gaviño, director del Metro, habló por aquellos días en Atando Cabos sobre esta 'innovación'. Dijo que no conocía a los empresarios detrás de Broxel (cosa rara que el Metro se maride con una empresa y el jefe del mismo no conozca a quienes entregará parte de su operación), pero destacó que esa gente gastó cuatro millones de pesos en la transformación necesaria para que la Tarjeta Metro se pueda usar en los torniquetes del sistema colectivo.

En el boletín ya mencionado, Gaviño señala que ya se trabaja en una tarjeta "con un solo saldo y que les permita entrar a todos los servicios, incluyendo al STC y todos los demás servicios de transporte".

Como este gobierno (es un decir) capitalino es muy singular, y cinco años después nos siguen dando sorpresas como la Tarjeta Metro, lo menos que podemos hacer es preguntar.

¿Por qué no se licitó, por qué no se concursó la idea de cambiar de tarjeta de transporte? ¿A cambio de qué se premió a Broxel, una Sofom a la que se de facto se promueve, a esa empresa y a Mastercard, por sobre otros servicios similares? ¿Se invitó a bancos?

Si como dice Gaviño, llegará un momento en que la tarjeta tenga un solo saldo, eso significa que ¿el dinero que uno usa para pagar el Metro estará en la panza de Broxel? ¿De qué montos estamos hablando, si a diario, sólo en el Metro hay más de cinco millones de viajes?

Y sobre todo: ¿es el papel de un gobernante de izquierda (no se rían) andar promoviendo una marca crediticia?

Twitter: @SalCamarena

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