Rosario Guerra

Resistencia

La columnista escribe sobre democracia, encuestas y preferencias electorales frente a un escenario que coloca a Andrés Manuel López Obrador como posible ganador.

No, no hay ingenuidad. Hay temor. De que la democracia liberal ponga en riesgo a la democracia. Porque las expectativas del cambio democrático que se ha construido en décadas han defraudado las altas expectativas. Y es que la democracia no es una panacea. Se pensó que con la alternancia y mayores libertades se lograría crecimiento económico y desarrollo social, lo cual no se registra en automático, porque la correlación no es directamente proporcional. Mayor democracia no implica mejores decisiones económicas, incluso las inhibe porque la terca realidad a veces se contrapone con la lógica electoral. Un simple ejemplo, nadie quiere pagar el costo real de las gasolinas y la demagogia se impone para responder a esa resistencia.

En el fondo sabemos que tendremos que pagar lo que cuestan las cosas, pero nos resistimos a aceptarlo, y cuando nos ofrecen opciones, por muy absurdas que sean, preferimos creer. El mensaje político va a los sentimientos, no al pensamiento. Es absurdo pensar que vamos a mejorar con medidas como cancelar el aeropuerto, la Reforma Energética y la Educativa, que las ayudas generalizadas resolverán desigualdades, que con voluntarismo se acabará corrupción, o que con reconciliación se abatirá al narcotráfico. Pero elegimos creer que es posible. No vemos los riesgos de un retroceso, el ruido electoral acalla reflexiones, solo admite filias o fobias.

El espejismo es que un cambio es impostergable para mejorar. La única opción es la que siempre se ha opuesto a todas las políticas públicas, que busca revertir lo avanzado como condición para comenzar de nuevo a fundar el país. Es una idea simple pero fuerte. He expresado que me parecía ingenuo que los empresarios, ya satanizados desde la campaña, aceptaran en privado las disculpas, que no se ofrecen en público, que la certeza se tomara como algo simple, una comida, una plática. No un compromiso de gobierno para alentar y proteger empleo e inversión.

La libertad de expresión está acotada a los medios de comunicación. El suegro de Azcárraga Jean forma parte del equipo de campaña de AMLO. Salinas Pliego ha posicionado a Esteban Moctezuma en ese mismo grupo. Pensar que ambas televisoras son imparciales y no tienen intereses electorales es por lo menos ingenuo. Que las encuestas señalan a un favorito es claro. Pero no es siempre exacto, como acabamos de ver el Colombia. Como sucedió en Estados Unidos, o en Gran Bretaña. Las encuestas no son predictivas. Solo registran un corte en un momento. Su metodología, aunque basada en principios estadísticos válidos, enfrenta retos. El diseño de la muestra que represente al universo es el primero. La no respuesta de entrevistados produce sesgos. El reemplazo de los seleccionados también desvía la muestra. El cuestionario y su aplicación puede ser deficientes. Hay posibilidades de errores. En fin, no es ciencia exacta. Y aún hay muchos indecisos.

Los medios de comunicación se han resistido a una legislación electoral que limita la comercialización de las campañas políticas. Alegan se limitan libertades y desde luego ganancias. Hoy no se pueden contratar medios para expresar opiniones sobre la contienda y los candidatos. Por lo menos no mediante contratos legítimos. Las redes han roto limitaciones, aunque el riesgo de bots está presente como lo ha reportado CNN, en la campaña mexicana. Así las cosas, frente a temores, se buscan nuevas rutas para expresar opinión.

La resistencia hoy ha cobrado nuevas formas. Y sorprende. Los directores de importantes grupos empresariales han enviado mensajes a sus empleados pidiendo reflexionen su voto, porque temen al populismo y sus consecuencias. La lista crece: Vasconia, Coppel, Aeroméxico, Femsa, Kimberly, Herdez, Telmex, Lala, Grupo México, entre las que públicamente se manifiestan, sin temor a represalias. Porque obvio corren riesgos al expresar libremente su opinión, pero prefieren asumirlos. No hay ingenuidad, hay temor, y se manifiesta como resistencia. Las descalificaciones no se han hecho esperar, lo saben Enrique Krauze, Reyes Heroles, Dresser, Martí, Wallace, Derbez, Martin Moreno, Rivapalacio, Fernánez Meléndez, por mencionar a algunos, a los que se sumaron Vargas Llosa y Felipe González.

Por tanto, pese a la ventaja en encuestas de AMLO, aún no podemos asumir que es el ganador de la contienda. Falta la jornada electoral. Crece la polémica. Ahora en torno a Nestora Salgado y sus prácticas, condenadas por la CNDH. Libre está, elegible es, al menos mientras no exista sentencia condenatoria en firme. Aunque al igual que cuando fue apresada olvidó ¡ups! declarar su doble nacionalidad, impedimento legal que el INE no detectó, alega, pese a ser un caso de amplia difusión en medios. Ciertamente AMLO ha hecho la mejor campaña, movido sentimientos, alentado un cambio, afirmado liderazgo, evadido en lo posible sus confrontaciones, utilizado la indignación por corrupción, unificado su campaña contra la llamada mafia del poder.

Bajo su sombra crece el PES con una agenda ultraconservadora, se fortalecen priistas de viejo cuño, se cobijan políticos de cuestionable trayectoria como Gómez Urrutia, Rigoberto Salgado, Francisco Chíguil, Germán Martínez, Félix Salgado Macedonio, Cuauhtémoc Blanco, Cantú Rosas, Margarita Arellanes, Fernando Vilchis, y una larga lista de impresentables. Sin embargo, las malas compañías no hacen mella ante la perspectiva de mandar todo al diablo. ¿Habrá espacio para la reflexión? O será el enojo y la indignación lo que oriente el voto con los riesgos que el populismo encierra.

La única manera de que gane AMLO es que lo permitas. Las encuestas no predicen el futuro. Tu actitud sí. Ya son muchas las voces que con la libertad que hoy gozamos se manifiestan en contra del populismo, aunque quieran descalificarlas, esperemos que con tolerancia se acepten las divergencias. Todos tienen el derecho a realizar el proselitismo a favor de sus preferencias, tengan o no el eco que buscan. Silenciar voces no es admisible, cualquiera sea su posición. La democracia protege la convivencia de lo diverso, e incluso tutela el derecho de minorías. El 1º de julio tendremos los resultados.

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