Rosario Guerra

¿Y todo para qué?

Con la reforma a la Ley de Amnistía López Obrador protege la corrupción en su gobierno. Nadie irá a la cárcel, no importa la causa, porque como dice “amor con amor se paga”.

Aun cuando AMLO y Morena están seguros de ganar la elección presidencial, han tomado medidas que parecen desesperadas en este fin de sexenio. ¿Por qué confiscar los ahorros de los trabajadores? Pues porque si no lo hacen ahora, después podrían no tener los votos en el Congreso para lograrlo. Más amarrado, más seguro pensarán. La SCJN puede pararlo, pero ya acabó con el Fondo de Estabilización, todos los fideicomisos y fondos públicos, y ahora quiere crear el Fideicomiso del Bienestar, que no aclara cómo manejará los fondos, qué rentabilidad tendrán, cómo puede reclamarlos un trabajador, como funcionará y lo deja a discreción de un comité técnico que él nombrará. Apropiarse de lo ajeno es su especialidad.

¿Y para qué darle al Ejecutivo el poder de amnistía indiscriminado y discrecional? Solo se requiere que se estime que alguna acción o declaración fue a favor del gobierno. El mensaje es claro: tenemos que ganar y los vamos a amnistiar a todos. No se preocupen. Voten por Claudia y la impunidad está asegurada, empezando por él mismo y su familia. Es un mensaje que protege la corrupción en su gobierno. Nadie irá a la cárcel, no importa la causa, porque como dice “amor con amor se paga”. Y ya estará lista la ley para operar de inmediato. Desde luego falta opinión de la SCJN.

¿Y para qué limitar el amparo? Pues para que nadie pare u obstruya decisiones de gobierno, aun cuando no sean legales, ni legítimas. Que no se estorbe el poder omnipotente del Ejecutivo, para que ni el Congreso, ni la SCJN, sean contrapesos a la centralización del poder y los recursos públicos. Total libertad para tomar las decisiones que el Ejecutivo determine necesarias, sean o no aprobadas con estudios, cuente o no con los permisos correspondientes, sean o no contrarias a la sustentabilidad y a la opinión de los pueblos originarios. No más opiniones u acciones contra el Poder Ejecutivo. Lo eligieron y éste tiene la obligación de gobernar, a nombre de todos, de la manera que considere conveniente.

¿Y por qué propaganda con la Santa Muerte? No es reconocida por ninguna Iglesia. Es un culto creado por los narcotraficantes para su protección, que no les daría la Virgen de Guadalupe. Porque es un culto de violencia y asesinatos. Es una práctica que al parecer el propio AMLO también ejerce, bajo el pretexto de la libertad religiosa. No censuró la propaganda de la camiseta negra, siniestra, machista, con el lema: “Un verdadero hombre nunca habla mal de López Obrador”, que Jenaro Villamil ha promovido y que se vende por 200 pesos en el Zócalo. No rechazó ni condenó la propaganda de Jenaro, encargado del Sistema Público de Radiodifusión del Estado. O sea es oficial. El mensaje va dirigido, sin duda, a sus aliados narcotraficantes, para que le ayuden en el proceso electoral para evitar su derrota.

Ya no hay el culto a la vida, ahora el mensaje es la apología de la muerte. No habrá castigo para los delincuentes. Hay una alianza muy clara. Y defendió que Morena haya subido la camiseta a su página.

AMLO toma medidas para protegerse, reforzar sus alianzas, con criminales y corruptos, para enfrentar la elección y se promueva el voto por Claudia, que seguramente también ejerce el culto a la Santa Muerte. Total, siendo judía fue a ver al Papa, y no ha condenado tampoco este tipo de propaganda. No parece tener una formación religiosa, solo utiliza los símbolos. Morena ha retomado esta propaganda, que no es religiosa. Es una idolatría.

Por eso hay que tener claro que lo que más preocupa a Morena y aliados es perder la mayoría del Congreso. Es un engaño que vayan a ganar la mayoría calificada del Congreso, o vayan a avasallar en las gubernaturas, tampoco es importante que la SCJN se pronuncie contra sus leyes de Amparo y de Amnistía. El mensaje ya se mandó y es muy claro.

Si ganan la elección, para octubre, con el cambio de un ministro, podrán reemplazarlo por una persona afín a AMLO y a Claudia, y acabar con el equilibrio de poderes. Ya no podrán los ministros sensatos tener mayoría para declarar inconstitucional alguna ley, aun con vicios de legalidad. Tampoco de controversia constitucional con otros poderes o tribunales. Quedarían a merced de un Ejecutivo y sus decisiones voluntariosas.

La convocatoria de López Obrador y su vocero Jenaro Villamil y la adopción de Morena de la propaganda siniestra de la muerte, explica por qué México está sumido en la tragedia. En homicidios dolosos, feminicidios, abusos y trata de personas, secuestros, derecho de piso, inversiones desastrosas para enriquecerse. No hay humanismo. Ni siquiera las ayudas a la población tienen un carácter de apoyo para acceder a un mejor nivel de vida. Todo es electoral. Por eso no le importan las muertes, ni los enfermos, ni los pobres, ni las mujeres. Solo le importa el poder para enriquecerse, la impunidad para proteger aliados, la criminalidad para aumentar el miedo.

¿Y todo para qué? Pues para no perder el control. Evitar que los arrepentidos voten en contra, o que se deslinden, ya que no habrá castigo a corrupción o ineptitud. Para cuestionar de nuevo a la SCJN, insistir en desmantelarla vía elección de jueces y magistrados, y para asegurar que no podrá actuar contra leyes ilegales. Para asegurar al crimen organizado que comparten creencias y negocios, que a todos los protege la Santa Muerte y que ese pacto no se romperá. Para reforzar el engaño a los trabajadores y embolsarse sus ahorros, antes de que termine el sexenio. Para que el amparo no tenga efectos suspensivos y por tanto, en la práctica no aplique contra las ocurrencias descabelladas de un Ejecutivo más poderoso.

Yo amo la vida, no la muerte. Quiero disfrutar a mis seres queridos. Quiero vivir en libertad y con seguridad. Pasear por mi ciudad. Ver crecer a los nietos en una mejor sociedad. Quiero mejores servicios y que se rompa el círculo de pobreza y desigualdad con educación, salud y empleo. Igualar oportunidades y aprovechar el nearshoring. Quiero seguir enseñando a mis alumnos y mejorar sus habilidades. En fin, no soy partidaria de una cultura de muerte y violencia. ¿Y tú?

COLUMNAS ANTERIORES

Aprender para no repetir
SCJN

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.