Roberto Escalante Semerena

Matriculados, egresados y titulados de las universidades: el panorama latinoamericano

 

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El tema de la cobertura en la educación superior es uno de los temas más importantes en las agendas nacionales e internacionales, particularmente en los países en desarrollo. América Latina y el Caribe, por supuesto, no son la excepción.

Como lo muestran las cifras disponibles, excepto Uruguay, Argentina, Cuba, Venezuela, que tienen tasas de cobertura altas, el resto de los países de la región, para decirlo de manera elegante, tienen retos muy grandes por resolver. Países como Paraguay, México, Colombia, todo Centroamérica y gran parte del Caribe hispanoparlante, tienen tasas de cobertura que dejan a decenas de miles de jóvenes, en edad de asistir a la Universidad, sin esa posibilidad.

Sin duda, el tema de la cobertura es básico. Pero otros, a pesar que no reciben la misma atención, no dejan de ser menos importantes. ¿Cuál es, por ejemplo, la relación que guarda el número de estudiantes que ingresan a la Universidad, los así llamados, matriculados, con aquellos que egresan, que son los que cumplen con los créditos estipulados en los planes de estudio o mallas curriculares y, de esos, cuántos obtienen el título de la carrera que estudiaron? Y otra cuestión importante, ¿cuántos son varones y cuántos son mujeres a lo largo de esos tres momentos?

Como puede observarse, en todos los casos, el porcentaje de egresados respecto de los que ingresaron, en la mayoría de los países no llega al 20%, excepto Cuba en donde ese porcentaje alcanza el 36%. Y con respecto al análisis de género que proporciona la información, tanto en ingreso como en egreso, las mujeres son la mayoría, aunque persiste, como en el caso de los hombres que un porcentaje bajo de las que ingresan, egresan.

En otras palabras, en muchos países muchos jóvenes no logran ingresar a la Universidad pero, de los que ingresan, por razones muy diversas que no es posible analizar en esta entrega, desperdician la oportunidad de estar en la Universidad al dejar inconcluso, en grados diversos, sus estudios universitarios. Y La segunda es la feminización de las universidades. Son la mayoría y las que más egresan.

Las consecuencias académicas y económicas de estos resultados son muy grandes. En lo que respecta a las académicas, los jóvenes que no concluyen sus estudios universitarios enfrentan un costo de oportunidad muy alto al dejar la Universidad con las manos vacías. No tienen un título ni tampoco su entrenamiento para funcionar como profesional es completo. Pero los costos sociales, medidos en posibles aportes a la creación de riqueza que hubieran podido hacer, seguramente son, también, muy altos.

En lo que respecta a los costos, no existe algún cálculo pero, en el caso de las universidades públicas, financiadas con aportaciones fiscales, deben alcanzar presupuestos altísimos. Solo como ejemplo, en el ciclo escolar 2014-2015, México contó con una matrícula de 3,718,995 estudiantes en educación superior, y un egreso de 570,181 jóvenes. Si tomamos como referencia el gasto promedio por estudiante de la UNAM, que en ese mismo periodo fue de $6,320 dólares, el costo de los estudiantes matriculados que aún no egresan, es de $19, 900, 504, 480 dólares.

El tercer tema de esta entrega es el de las titulaciones. Como ejemplo, el caso mexicano no arroja buenas noticias. En la tabla que sigue se muestra como el porcentaje de titulados respecto de los matriculados es aún menor que el de los egresados. Es decir, no todos los que egresan finalmente se titulan. Y como en el caso de los egresados, más mujeres que hombres se titulan.

En el terreno de la titulación las políticas universitarias parecen tener una influencia decisiva en los resultados que se tienen. Las exigencias académicas son altas, hacer una tesis particularmente a nivel licenciatura, pero más difíciles resultan aún los trámites administrativos.

No es exagerado decir que, en muchos casos, los estudiantes se titulan a pesar de sus instituciones.

Las universidades latinoamericanas enfrentan dificultades enormes para aceptar a todos los jóvenes que desean estudiar en la universidad. Pero los problemas son iguales o mayores para retenerlos. Las mujeres, según los datos, hacen un mejor esfuerzo. Sin embargo, en esos dos escenarios, la falta de espacios para los que desean estudiar y la pérdida de estudiantes en el proceso universitario, la sociedad pierde.

Catedrático de la Facultad de Economía – UNAM y Secretario General de la Unión de Universidades de América Latina y el Caribe (UDUAL).

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