Opinión

Pegasus: Segob lo paga, pero no lo reconoce

   

1

El 19 de junio, The New York Times reveló que defensores de derechos humanos, reporteros y activistas eran espiados por el gobierno mexicano mediante un malware llamado Pegasus.

El diario reportó que ese programa de intervención de celulares lo habían adquirido al menos tres organismos gubernamentales, entre ellos el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), dependiente de la Secretaría de Gobernación.

El rotativo también informó que el gobierno había pagado alrededor de 80 millones de dólares por el software maligno. Días más tarde, Denise Maerker dio a conocer en En Punto el contrato de Pegasus con la Procuraduría General de la República por 32 millones de dólares.

¿Qué fue de los otros contratos?

Dos días después de la revelación del Times, desde Jalisco, el titular de poder Ejecutivo Federal reconoció, sin entrar en detalles, que, en efecto, su gobierno contaba con programas de espionaje, pero descartó que se usaran para espiar activistas y reporteros, como lo probó el Citizen Lab de la Universidad de Toronto. Entre los objetivos de esos intentos de espionaje, dicho esto como declaración de interés, estaba quien esto escribe, así como dos miembros más de la organización Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, donde colaboro.

Desde entonces, y como tantos otros asuntos en esta administración, el tema fue enviado a ese desván de las denuncias de las que ni se informa ni se resuelven. O bueno, eso había sido hasta el viernes.

Ese día, al comparecer ante diputados el 27 de octubre y a pregunta expresa del legislador perredista José Santiago López, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, salió con la novedad de que el Cisen no tiene Pegasus.

"Por cierto, el Cisen, que está bajo mi responsabilidad, no tenía protocolo, este programa Pegaso nosotros no lo adquirimos", fue la atropellada respuesta de Osorio.

Dijo otra cosa singular el funcionario: como hiciera Enrique Peña Nieto el 22 de junio en Jalisco, Osorio volvió a poner la carga de la posibilidad de que este tema se resuelva en las víctimas de los ataques.

Luego de recurrir a la trillada promesa de que la investigación (es un decir) de la PGR llegará "hasta sus últimas consecuencias", Osorio señaló que "necesitamos la participación de quienes fueron señalados como infectados en este proceso". Sobra decir que ha habido denuncias formales en la PGR, misma que pidió se fueran entregados los aparatos celulares de los afectados por un espionaje donde esa instancia podría ser una de las entidades autoras del mismo. En fin, pretextos no faltan.

El punto es que Osorio ahora sale con que el Cisen no tiene Pegasus. Un poco tardía la respuesta del secretario, y un poco (o un mucho) incompleta, porque al menos otro equipo de periodistas ya documentó que la Segob pagó al menos 210 millones de pesos para las licencias de 1,250 infecciones de Pegasus.

Sebastián Barragán y Juan Omar Fierro, reporteros de Aristegui Noticias, revelaron el 10 de julio documentos que exhiben pagos millonarios de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), de la PGR y de Segob –se muestran dos facturas y un memorándum– por actualizar el programa Pegasus. (https://goo.gl/MFV6Mz).

Más de tres meses después de esa revelación, Osorio dice que el Cisen no cuenta con Pegasus. Demasiado poco demasiado tarde.

La palabra del secretario está en entredicho. Y ello sin contar con que ahora el INAI le ha pedido a Segob abrir los contratos del Cisen con Pegasus, ese programa vendido a sobreprecio a la PGR por una empresa fantasma. Esto último, por cierto, descubierto también por periodistas atacados con ese malware.

Twitter: @SalCamarena

También te puede interesar:
El gobierno minimalista
Riquelme, oootro rebase de tope de campaña
Becerra, y qué sigue en la reconstrucción

COLUMNAS ANTERIORES

Balance Migratorio 2023: Lecciones y Perspectivas para 2024
México a futuro: un país libre de plomo

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.