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Colección de Menil, clave para un coleccionismo comprometido

   

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"(Dominique y John de Menil) llegaron como intelectuales a un vacío intelectual. No sólo eran considerados radicales, sino realmente diferentes. Tenían acento extranjero, y puntos de vista políticos que para Texas eran extremadamente liberales".

Isaac Arnold Jr., Director del Museum of Fine Arts de Houston

Comenzó mayo, uno de los meses más ajetreados en el mundo del arte: arranca la Bienal de Venecia y en unas semanas la Bienal de La Habana. Toca viajar mucho. Y para cerrar el tema de la semana anterior, sobre el viaje a Texas y el ambicioso proyecto de Donald Judd en el pueblo de Marfa, es parada casi obligada visitar el Museo de la colección Dominique y John de Menil en Houston. Sin el apoyo de estos filántropos del arte, la escena artística texana y el sueño de Judd serían muy distintos.

Originarios de Francia, Dominique Schlumberger y John de Menil emigraron a Estados Unidos en los años 40 del siglo XX, cuando los nazis ocuparon Francia. Establecieron su residencia en Houston, Texas, donde se encontraban las oficinas americanas de la empresa familiar de Dominique, la petrolera Schlumberger Ltd . Aunque ella era heredera de dicha compañía, la pareja no era particularmente rica y sus orígenes humildes los plasmaron al apoyar movimientos antiguerra, pro derechos humanos, en su patrocinio a artistas, poetas y en la implementación de planes de estudios artísticos y antropológicos para las universidades locales...

Ahí, en su nueva morada texana, comenzaron una de las colecciones de arte moderno y contemporáneo más exquisitas del mundo, creada a partir de la pasión de Dominique de Menil por las posibilidades espirituales del arte, muy alejada de la concepción de acumulamiento y especulación actuales.

Comenzaron por adquirir arte moderno: Cézanne, Braque, Max Ernst, Man Ray, René Magritte, Pablo Picasso, Henri Matisse, surrealismo, cubismo; a partir de 1960 se interesaron en las nuevas corrientes del arte americano como el expresionismo abstracto, minimalismo y por supuesto pop art, y se volvieron patronos de artistas como Andy Warhol, Jasper Johns, Jackson Pollock, Vija Celmins y Mark Rothko. Su colección también incluye antigüedades, una amplia selección de piezas de arte bizantino y arte tribal de África, Oceanía y culturas indígenas del Pacífico. Alrededor de 17 mil piezas componen actualmente el acervo.

En 1971 comenzaron la planeación de un museo para mostrar pública y gratuitamente la enorme colección, pero la muerte de John de Menil en 1972 retrasó el proyecto por más de 10 años. Finalmente, el museo de la Colección de Menil abrió sus puertas al público en 1987, en la zona residencial de Montrose, en Houston, Texas, construido por el arquitecto italiano Renzo Piano (quien erigiera el Centro Pompidou de París). El recinto fue severamente criticado por lo austero y discreto de su diseño, pero Piano comprendió perfectamente la convicción de Dominique de crear un espacio íntimo, de reflexión y contemplación de la belleza, donde el público pudiera fácilmente encontrar la conexión humana entre las piezas; además de ser funcional y no interrumpir el paisaje vecinal del barrio donde se ubica.

El museo se complementa con un circuito de edificios: uno que alberga las tres instalaciones lumínicas comisionadas a Dan Flavin; el de la Galería de Cy Twombly, donde él mismo colocó sus cuadros y eligió los materiales de construcción junto a Renzo Piano; y un espacio para proyectos artísticos temporales, administrados por los hijos que siguieron su ejemplo coleccionista y patronal, como Philippa de Menil, quien creó la Dia Art Foundation. También en este complejo se encuentra la icónica Rothko Chapel. Los de Menil comisionaron al pintor americano Mark Rothko las 14 pinturas monumentales de la capilla; Dominique quería crear un espacio para la búsqueda de una viva conciencia de nuestro tiempo en una atmósfera de paz y meditación. Al exterior de esta capilla, los de Menil instalaron el emblemático Broken Obelisk, de Barnett Newman; lo adquirieron en 1968, el año del asesinato de Martin Luther King, líder afroamericano a quien la pieza está dedicada. Este gesto de fraternidad con la lucha por los derechos civiles y sociales de la época no fue bien recibido por habitantes y autoridades locales donde imperaba el racismo sureño.

El museo de la colección de Menil es un remanso en este mundo del espectáculo del arte, donde cada vez es más difícil encontrar recintos de esta dimensión de coherencia y humanidad, alejado de la vanidad y presunción que muchas veces acompaña al arte. Esta colección nos permite entender un momento cultural determinado; su importancia no radica en el costo particular de cada obra, sino en su conjunto, la colección como un corpus nos obsequia una visión universal, un panorama del mundo, del arte y de la intrínseca necesidad humana de producir objetos que van más allá de la utilidad.

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