Opinión

¿Debe México “capturar” el carbono?

Alberto Levy/ José Antonio Urteaga

1

México es un productor importante de petróleo y gas, pero está avanzando con buen ritmo para mejorar la eficiencia energética y aumentar la utilización de energía renovable. ¿Puede hacer más?

2016 será el año más caliente desde que los registros comenzaron en el siglo XIX. El aumento estará muy cerca del tope que establece el Acuerdo de París de evitar un aumento de la temperatura global de los 1.5oC. Las temperaturas medias en 2016 están a 1.2oC por encima de lo que eran antes de la revolución industrial, alcanzando lo que la Organización Meteorológica Mundial califica como niveles "muy alarmantes".

Los datos provisionales se dieron a conocer en noviembre en las conversaciones climáticas de la ONU en Marrakech, donde delegados avanzaron en la implementación de las reglas para el funcionamiento del acuerdo climático global sellado en Paris en 2015.

Hoy enfrentamos un dilema urgente: ¿Cómo reducir las emisiones de gases de efecto invernadero provenientes de combustibles fósiles, aceptando que su demanda seguirá existiendo? Una posible solución consiste en el uso de las tecnologías de captura y almacenamiento de carbono.

México, como gran productor de petróleo y gas y como gran promotor de las reducciones de las emisiones de gases de efecto invernadero está en el centro del debate.

En México, alrededor del 40% de las emisiones de CO2 equivalente provienen del petróleo crudo y sus derivados. El sector energético del país depende mucho de los hidrocarburos: el petróleo crudo participó en 2014 con el 48.3% de la oferta interna de energía primaria, mientras que los condensados y el gas natural seco lo hicieron con el 1.4% y 33.9% respectivamente. El restante 16.4% provino de fuentes de energía limpia.

Aunque México se ha comprometido a lograr una de las metas de penetración de energías renovables y de incorporación de eficiencia energética más avanzadas del mundo, se estima que su matriz energética seguirá dependiendo de los combustibles fósiles.

Desde una perspectiva de economía política, será muy difícil, tanto en México como a nivel mundial, reducir el consumo de petróleo, al menos en los volúmenes necesarios para alcanzar las metas internacionales de reducción de emisiones. Por lo tanto, es necesario desarrollar tecnología que permita mitigar las emisiones generadas, ya sea reduciéndolas o capturándolas.

La captura y almacenamiento de carbono (CCS por sus siglas en inglés) ofrece una alternativa para mitigar las emisiones de las centrales eléctricas que utilizan combustibles fósiles. CCS consiste en atrapar el CO2 producto de la combustión de hidrocarburos o de carbón, mediante el tratamiento del combustible en sí, o por medio de su captura en la chimenea de las centrales antes de que se liberen al ambiente. Posteriormente sería transportado hasta los campos petroleros para ser usado para la producción adicional de petróleo. Se podrían lograr reducciones adicionales mediante la utilización de leña producida de manera sustentable para generar electricidad, obtenida de árboles de rápido crecimiento y sin desplazar la producción de alimentos. Ésta es una de las pocas tecnologías de reducción de emisiones que se pueden utilizar en un modo "carbono negativo", o sea, removiendo los gases de efecto invernadero de la atmosfera y simultáneamente produciendo electricidad.

México podría ser un gran innovador, sumándose a los 15 proyectos de CCS existentes y los siete adicionales en construcción alrededor del mundo. Para impulsar la CCS y que ésta gane terreno y se implemente de forma segura y responsable, es necesario el apoyo oficial a la investigación y desarrollo, y la política del gobierno de México que otorgue incentivos a su adopción. CCS facilitaría el cumplimiento de sus metas y compromisos del Acuerdo de París.

Los autores son funcionarios del Banco Interamericano de Desarrollo.

COLUMNAS ANTERIORES

Balance Migratorio 2023: Lecciones y Perspectivas para 2024
México a futuro: un país libre de plomo

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.