Carlos Javier Gonzalez

Los enemigos de López Obrador en 2018

 

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Todo parece ser que los astros que se negaron a alinearse –por las razones que sea- en el dos mil seis y en el dos mil doce para Andrés Manuel López Obrador, se posicionan ahora sí, para el tabasqueño.

No existe una sola encuesta de opinión que no ubique al presidente de MORENA como el puntero indiscutible en las preferencias electorales de cara a la elección presidencial del próximo año, sumando cada vez más adeptos de otros partidos y de la sociedad civil. Llama la atención el pronunciamiento de la Asociación de Banqueros de México que ha dicho claramente que podrían trabajar con López Obrador o con cualquiera que mantenga la estabilidad económica del país.

Si bien es cierto este tipo de declaraciones no son nuevas de los banqueros, lo que sí es cierto es que previamente se habían dado en dos contextos muy diferentes, ya que por un lado en el año dos mil seis parecía existir un esfuerzo de Estado para evitar a toda costa que Andrés Manuel llegara a la presidencia, lo que llevó al gobierno panista de Vicente Fox a operar todo y de todo para lograr este objetivo. El resultado, un presidente Felipe Calderón con apenas .52% de los votos de ventaja.

En ninguna circunstancia política lógica se puede gobernar un país con una diferencia de votos tan pequeña, lo que ocasionó la ausencia absoluta de acuerdos políticos que fueron sustituidos por el uso de la fuerza con resultados desastrosos. En el caso del dos mil doce, los números no beneficiaron a López Obrador nunca –a pesar del crecimiento tan importante que tuvo en la preferencias- por lo que no puso en riesgo al puntero Enrique Peña Nieto.

El resultado, también lo conocemos: un gobierno corrupto y frívolo tan lejos de las necesidades reales de la gente, que parece que abona de manera importante con su displicencia para que los electores de todos niveles sociales, culturales, educativos y de todos los colores del espectro político volteen a ver al morenista como una opción real de cambio en un país en que no cambia nada desde hace mucho tiempo. ¿Será López Obrador el cambio que México necesita?

Quien sabe, eso sólo se sabrá con el tiempo, pero lo que sí se sabe es que en el esquema actual de las mediciones de preferencias políticas, Andrés Manuel se perfila como el finalista indiscutible de la contienda electoral, no tanto por lo que representa, sino por lo que no representa a ojos del público elector: No es priísta, no es panista, ni tampoco es perredista. Punto. Los otros tres partidos grandes, sufren un desprestigio derivado del mediocre ejercicio del poder que han protagonizado a niveles federal y local y parece ser que el elector no está dispuesto a repetir experiencias fallidas. Pero Andrés Manuel tendrá frente a sí a dos enemigos fuertes: 1).

En primer lugar el candidato que no sea de morena –sea quien sea- que llegue con un mejor puntaje a la final. Existe un número importante de electores que son capaces de votar por cualquier candidato antes que por López Obrador, sin importar que no represente sus ideas y sus conveniencias, porque creen que cualquiera cosa es mejor que un presidente como AMLO.

Es muy factible que el equipo de MORENA tenga detectada esta posibilidad y trabaje sobre ella desde ahora, con la preparación de expedientes, argumentos y réplicas a cualquier intento –honesto o no- de descarrillar la candidatura de López Obrador. Ya se comienza a rumorar sobre su estado de salud, sin tener ningún elemento para ello.

Pero el segundo adversario es aún más complicado porque no existe ninguna posibilidad de prever sus acciones ni sus dichos, y este enemigo es: la gran boca de López Obrador. Andrés Manuel es un hombre inteligente que se deja llevar en ocasiones por el fervor de los eventos; las declaraciones fáciles que arrancan aplausos pero también temores. No sé qué tan cierta sea la versión de que su famoso "cállate Chachalaca" le costó varios puntos en dos mil seis, lo que sí me parece evidente es que sus recientes acusaciones al ejército mexicano por los casos de Nayarit y de Iguala, le pueden dificultar su interlocución con fuerzas armadas que, a querer o no tendrá que liderar si llega a ser presidente.

Pero además, tiene que considerar que aunque no quiera, la incompetencia de gobiernos estatales le pedirán el envío de tropas para que hagan la labor que ellos no pueden hacer. ¿Cómo mandatará AMLO a dichos militares después de los agravios cometidos? ¿O de plano no hará nada y dejará que los corruptos e ineficientes gobernadores combatan al crimen con la consecuente degradación de la seguridad en el territorio nacional? Tal vez sea un exabrupto, pero sus locuaces declaraciones parecen ser el diálogo de dos películas que ya vimos: En dos mil seis y dos mil doce.

Twitter:@carlosjaviergon

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