Las Encuestas

Los conservadores

Alejandro Moreno considera que 'el término ‘conservadores’ con el que AMLO señala conlleva una fuerte carga ideológica'.

El presidente López Obrador ha reactivado con su discurso el término "conservadores". Para algunos la palabra podría remontarlos a la lucha política del México decimonónico, mientras que a otros les podría venir a la mente la geometría política liberal-conservadora, que tiene un amplio uso discursivo y mediático en Estados Unidos. Sin embargo, el uso retórico que le da AMLO debe entenderse en el contexto de "aquí y ahora". Los conservadores bien podrían ser quienes se oponen a la cuarta transformación, desde la perspectiva del mandatario.

El término "conservadores" con el que López Obrador señala a sus adversarios políticos conlleva una fuerte carga ideológica, y resulta de mucho interés saber qué resonancia puede tener entre la opinión pública y qué segmentos de la población se expresan o se identifican como conservadores. Afortunadamente hay encuestas que nos permiten darle significado y dimensionar el tamaño del conservadurismo en el país, así como identificar cuáles son sus grupos antagónicos.

La Encuesta Mundial de Valores realizada en México este 2018 nos ayuda a ilustrar qué proporción de mexicanos manifiestan una postura conservadora y quiénes se identifican a sí mismos como conservadores. Respecto a lo primero, en la encuesta se preguntó cuál de las siguientes actitudes respecto a la sociedad refleja mejor su propia opinión: 1) "El modo entero en que nuestra sociedad está organizada debe cambiarse radicalmente a través de acción revolucionaria"; 2) "Nuestra sociedad debe mejorarse poco a poco a través de reformas"; y 3) "Nuestra actual sociedad debe ser defendida con firmeza contra todas las fuerzas subversivas".

A la primera postura suele calificarse como un actitud radical, a la segunda como reformista (o de cambio moderado), y a la tercera como la postura conservadora. Según el estudio, los radicales representan el 24 por ciento de la población adulta en el país, los moderados el 49 por ciento, y los conservadores el 25 por ciento. Según esta medición, hay tantos conservadores como radicales, aunque la mayoría de los mexicanos es moderada.

La encuesta también ofrece una medición de autoclasificación, en la cual se pide a los entrevistados ubicarse en una escala de diez puntos en la que un extremo significa ser progresista y el otro extremo significa ser conservador. Agrupando la escala en tres categorías, los progresistas representan el 27 por ciento, los moderados el 25 por ciento y los conservadores el 36 por ciento. (El 12 por ciento en este caso no sabe). En claro contraste con la pregunta anterior, con esta pregunta de autoidentificación los conservadores son el grupo más numeroso, representado poco más de un tercio de la población. En otro tipo de preguntas, la actitud conservadora puede llegar a ser mayor al 50 por ciento, como lo han mostrado encuestas sobre derechos de los homosexuales o la liberalización de las drogas. Dependiendo de la temática, la sociedad mexicana puede ser, de hecho, muy conservadora.

De acuerdo con la encuesta, las actitudes radicales y progresistas son ligeramente más comunes entre los segmentos de menor edad, mientras que la actitud y la identificación conservadora sube ligeramente entre los de mayor edad. Es lo esperable, aunque las diferencias son poco marcadas. La escolaridad sí parece más fuertemente relacionada con la identificación: los más escolarizados se consideran más progresistas y los menos escolarizados más conservadores. Pero la escolaridad casi no se relaciona con la actitud hacia el cambio: ahí parece haber tantos conservadores de escolaridad baja como de alta.

Habrá que seguir buscando significados y contenidos al conservadurismo mexicano de hoy. A su vez, también hay que estar pendientes de si el discurso del Presidente tiene efectos en activar cada vez más estos sentidos de identidad política en el país.

COLUMNAS ANTERIORES

La cultura de encuestas
Electorado dividido: programas sociales

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.