Alejandro Gomez Tamez

El mercado interno se desinfla

 

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En las últimas semanas hemos leído y escuchado varias notas respecto al 'buen' desempeño general que está tendiendo la economía mexicana en los primeros meses de 2017. Esto ha provocado que algunos analistas y grupos financieros comiencen a revisar al alza sus pronósticos de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) para este año.

Ejemplos de esto los vemos con el Grupo Financiero Santander que recién revisó su estimado de crecimiento del PIB para 2017 de 1.7 a 2.2 por ciento; y también está JPMorgan, el banco de inversión estadounidense, que revisó al alza su pronóstico para este año de 1.3 a 2.0 por ciento. Cabe señalar que de acuerdo con la Encuesta sobre las Expectativas de los Especialistas en Economía del Sector Privado de marzo, los consultados estimaron un crecimiento del PIB para 2017 de 1.5 por ciento, pero es casi un hecho que en la encuesta de abril se mostrará una revisión al alza.

¿Cómo puede haber este optimismo en un contexto de elevada inflación y alza en las tasas de interés? Pues en buena medida se explica por el desempeño de nuestras exportaciones y a un menor riesgo percibido de que haya una ruptura unilateral del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). En este sentido, tenemos que de acuerdo con cifras del Inegi en el primer bimestre de este año las ventas de México al exterior presentan un aumento de 9.5 por ciento, al haber pasado de 53.654 miles de millones de dólares (mmdd) a 58.761 mmdd, el nivel más alto de exportaciones registrado para un primer bimestre del año en la historia.

Aquí lo preocupante es que el mercado interno se nos está desacelerando y nuevamente ponemos en el sector externo la esperanza de que este año logremos el muy necesario crecimiento económico. Una muestra de lo anterior es que de acuerdo con cifras de la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD), en el primer trimestre de este año las ventas a tiendas iguales crecieron apenas 3.6 por ciento anualizado, siendo que en el primer trimestre de 2016 éstas registraron un aumento de 7.9 por ciento, también en términos anuales.

Otro dato que confirma la desaceleración del mercado interno mexicano nos lo da el Inegi, organismo que hace poco publicó que con datos desestacionalizados el consumo de los hogares medido a través del gasto en bienes nacionales e importados bajó 0.6 por ciento en enero de 2017 respecto a diciembre pasado. Esto derivado de que el consumo de bienes de origen importado bajó 1.0 por ciento y el de bienes y servicios de origen nacional presentó una caída de 0.6 por ciento.

De verdad que será una pena que el principal motor de crecimiento económico en 2015 y 2016 (el mercado interno) se apague justo cuando empezamos a ver una recuperación de las exportaciones. Esto debido a que nuevamente en lugar de crecer a tasas por arriba de 3.0 por ciento tendremos un crecimiento mediocre que estará cercano a 1.5 por ciento, con independencia de lo que señalan los analistas mencionados líneas arriba.

Profundizando en la evolución del mercado interno, en GAEAP hicimos un análisis para medir qué tanto ha crecido la masa salarial en el país en los últimos 11 años. Esto es, medimos qué tanto ha aumentado o disminuido el volumen total de dinero que percibe la población ocupada en México, y encontramos que el incremento ha sido muy pobre, tal como se explica a continuación.

En 2005 el salario mínimo era de 45.24 pesos en promedio, la población ocupada ganaba en promedio 2.60 salarios mínimos por día y había 42.079 millones de personas trabajando; para 2016 el salario mínimo era de 73.04 pesos, la población ocupada ganaba en promedio 2.27 salarios mínimos y había 51.594 millones de personas trabajando. Esto implica que la masa salarial nominal anual debió haber pasado de 1.809 a 3.127 billones de pesos, lo que representa un aumento nominal de 72.8 por ciento; sin embargo, al tomar en cuenta que la inflación en el periodo fue de 52.5 por ciento, pues vemos que en términos reales la masa salarial anual creció apenas 13.3 por ciento en los últimos 11 años.

Esto equivale a un crecimiento real promedio anual de 1.1 por ciento, tasa muy por debajo del 2.4 por ciento de crecimiento promedio del PIB en el mismo periodo, lo que sugiere que en promedio en la última década el principal motor de crecimiento económico de México fueron las exportaciones, el gasto público y la inversión productiva, pero no la gente comprando.

En lo que va del sexenio del presidente Enrique Peña Nieto, el crecimiento real de la masa salarial ha sido el siguiente: 0.8 por ciento en 2013, -1.7 por ciento en 2014, 3.8 por ciento en 2015 y de apenas 0.9 por ciento en 2016. Lo más preocupante es que todo parece indicar que en 2017 la masa salarial se estancará o crecerá marginalmente, ya que una inflación del orden de 5.5 por ciento o mayor como la que se prevé pulverizará el incremento nominal del salario mínimo ocurrido el 1 de enero de este año, cuando éste pasó de 73.04 a 80.04 pesos diarios.

Es así que con las decisiones en materia fiscal que ocasionaron el 'gasolinazo' de enero de este año y su posterior contaminación de los precios, se debilitó el incipiente crecimiento del mercado interno, para volvernos nuevamente dependientes del desempeño económico de otras naciones, en especial de Estados Unidos, que en el arranque de este año es el destino de 80.4 por ciento de nuestras ventas al exterior.

De hecho, esta afirmación del debilitamiento del mercado interno se puede confirmar al leer la más reciente minuta de la reunión de la Junta de Gobierno del Banco de México, la cual señala. "Con respecto al comportamiento del consumo privado, indicadores oportunos sugieren que su ritmo de expansión a principios de 2017 posiblemente haya sido más moderado que el registrado al cierre de 2016. En particular, los ingresos de las empresas comerciales al por menor se han desacelerado, al tiempo que las ventas de vehículos ligeros en el mercado doméstico mostraron un cambio de tendencia desfavorable, si bien desde niveles elevados".

Ante estos datos alguien pudiera decir que no importa si crecemos con base al mercado interno o por exportaciones, y que lo importante es que aumente el PIB. Pero la realidad es que el impacto de un crecimiento vía exportaciones no es igual a uno vía consumo interno. Es bien sabido que muchas de las empresas exportadoras son transnacionales y no tienen el encadenamiento productivo con la micro, pequeña y mediana empresas mexicanas, por lo que los beneficios de su aumento de producción para exportación no llega a la mayoría de las empresas. Contrariamente, cuando el crecimiento es vía consumo nacional, eso es más democrático y beneficia a todas las empresas porque en general la gente estaría gastando más.

¿Entonces qué debemos hacer para evitar que el mercado interno se nos apague? Sin duda no es sencillo dado el contexto de elevada inflación y alza en las tasas de interés. Sin embargo, todas las acciones encaminadas a que la gente consuma productos hechos en México serán de ayuda. De igual forma, todos los incentivos que se puedan dar para la creación de más y mejores empleos también serán muy positivos.

Adicional a esto, en el tema del combate a la ilegalidad hay mucho que hacer y que se puede traducir en más y mejores empleos. Hemos señalado que para un negocio formal y que tiene a todos sus trabajadores registrados ante el IMSS es muy difícil competir contra otros negocios que no pagan impuestos correctamente y que no tienen a sus empleados con las debidas prestaciones sociales. Si se pone el piso parejo para todos, veremos la creación de más y mejores empleos.

La iniciativa privada, a través de las cúpulas empresariales, han manifestado diversas medidas en este sentido. Valdría la pena que sean desempolvadas una vez que concluyó el periodo vacacional y pongamos manos a la obra para evitar caer en el 'eterno' problema de no tener un mercado interno fuerte.

El autor es director general GAEAP.

Correo: alejandro@gaeap.com

Twitter: @alejandrogomezt

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